PAN Y CIRCO

LA TERCERA

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La tercera victoria consecutiva y, además, contra la Real Sociedad, proporcionaría argumentos definitivos para convencernos de que el equipo amarillo logrará, por méritos propios, la meta de permanencia en la Segunda División: un objetivo que, aunque modesto, en muchos momentos de esta temporada, se nos antojaba demasiado difícil de alcanzar. Sin necesidad tirar las campanas al vuelo, hemos de confiar que, en este tramo final de la temporada, se mantenga el nivel de concentración de los últimos partidos y se prosiga la marcha ascendente con paso firme, con los nervios controlados y con una actitud más realista. Pero ni siquiera así deberíamos olvidar que es imprescindible que, con serenidad, se realicen los análisis serenos de los aciertos y, sobre todo, de los errores. Sería un grave error que, nuevamente, los dirigentes se dejaran dominar por la euforia y desaprovecharan estos momentos propicios para la reflexión y para la autocrítica; entonces será la ocasión adecuada para que, superando la decepciones originadas por los anteriores tropiezos, adopten una actitud más posita y más realista. Los errores pueden constituir un capital positivo si, tras identificar su origen y sus consecuencias, se descubren las fórmulas para evitarlos en el futuro. Estamos convencidos de que, en el fondo, contienen los remedios saludables. No se trata, por lo tanto, de hacer borrón y cuenta nueva, sino de repasar minuciosamente los planos y de descubrir aquellos fallos que, si no se corrigen, pueden tirar por tierra un edificio que, a nuestro juicio, tiene unos consistentes cimientos y una sólida estructura. Dominemos, por favor, la euforia y, una vez más, aceptemos el prudente mensaje de Víctor Espárrago quien, sin restar importancia al triunfo, fue rotundo cuando afirmó: «Aún no hemos hecho nada, hemos de seguir trabajando a tope para sellar la permanencia cuanto antes».