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Cambio social

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Desde los inicios del Estado del bienestar hasta la actualidad uno de los cambios sociales más evidentes ha sido esa conversión de ciudadanos productores en ciudadanos consumidores y clientes de este sistema. La globalización y la extensión mundial del sistema económico capitalista basada en el comercio internacional y en un sistema financiero ciertamente desequilibrado nos han hecho crecer en las últimas décadas muy por encima de la producción. Asistimos actualmente a un proceso de desestabilización en los sistemas productivos de numerosos países en los que se está produciendo un desplazamiento de poder desde los ámbitos políticos a los económicos. El dinero manda.

Existen tres medios fundamentales de intercambio social: el dinero, el poder y la comunicación. Sobre los dos primeros se han articulado los sistemas económicos y políticos que han ido vertebrando los diferentes Estados. A la comunicación se le ha dado menos importancia pero en un mundo tan globalizado, y tan dependiente ya de las nuevas tecnologías, las posibilidades de intercambio social basadas en esa transferencia de información se abren y ensanchan en todas las direcciones. Independientemente de la lentitud de nuestro Gobierno en adaptarse a la circunstancias económicas cambiantes en los últimos años (la burbuja inmobiliaria en EEUU se colapsó en 2006, la crisis hipotecaria se produjo allí en 2007, y la crisis financiera internacional en 2008) no sólo compete a nuestros gobernantes tomar medidas, aunque las de éstos sean de máxima responsabilidad. Inercialmente en este país se ha estado distribuyendo dinero a «fondo perdido» sin tener en cuenta las más elementales reglas de la economía doméstica de los particulares.

Pero ahora la solución de esta crisis, que no es sólo económica, nos compete a todos. Hemos estado viviendo muy por encima de nuestras posibilidades y nuestro ritmo de consumo apenas nos dejaba siquiera pensar hacia dónde nos dirigíamos. Ahora es el momento de reflexionar sobre lo que estábamos dejando por el camino, que efectivamente valorábamos, pero que la aceleración y las prisas no nos dejaban apenas disfrutar. ¿Qué queda a nuestro alcance?... No poco. Aparte de la dramática situación de desempleo de muchísimas personas, de las escasas oportunidades para otras y del descuento en el sueldo de muchos trabajadores (afortunados incluso por continuar siéndolo), la vida sigue e irremediablemente hay que abordar este cambio social y sacar fuerzas incluso de donde no las haya.

Entramos en una nueva etapa, con variables sociales de distinto peso frente a las anteriores, en la que hay que volver la mirada de nuevo al capital humano. Somos todas las personas las que debemos potenciar y valorar una vez más el esfuerzo, la inteligencia, la formación, la creatividad, y la solidaridad con los demás. La prioridad y la mejor inversión siempre estarán en las personas.