Una parlamentaria ultranacionalista increpa a a la árabe israelí Hanin Zoabi en la Knesset. :: AP
MUNDO

Netanyahu denuncia la hipocresía mundial

El primer ministro israelí justifica el asalto al convoy humanitario en la protección frente a Irán y asegura que el bloqueo a Gaza seguirá

JERUSALÉN. Actualizado: Guardar
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El primer ministro de Israel, Benyamin Netanyahu, se mostró ayer «orgulloso» de la actuación en el asalto a la 'flotilla de la libertad' de sus soldados «que -dijo- nos defendieron valientemente» y dejó claro que el bloqueo a Gaza continuará.

En medio de los crecientes llamamientos para que se ponga fin al embargo, realizados ya por Hillary Clinton, David Cameron o Tony Blair, el jefe del Ejecutivo judío acusó a la comunidad internacional de «hipocresía». Según advirtió, tal levantamiento convertiría la Franja «en una base de misiles iraní, que amenazarían a Israel y a Europa» y, por tanto, añadió, los que critican su política «deben entender que es crucial para preservar la seguridad de Israel y su derecho a la autodefensa».

En la que fue su primera comparecencia formal tras el abordaje en aguas internacionales del convoy humanitario, y en vista del progresivo deterioro de la imagen pública de su Gobierno, Netanyahu justificó el asalto de la flotilla como un «deber». «Hamás continúa rearmándose con armas iraníes», aseguró con gravedad, la flotilla no permitió a Israel examinar su carga cuando «cada barco podría llevar de contrabando toneladas de misiles y armas», y, en consecuencia, reafirmó, «no nos dejaron otra opción». Según recordó, en noviembre de 2009, frente a las costas de Chipre ya fue interceptado el 'Francop', con bandera de Antigua y Barbados, con «doscientas toneladas a bordo de armas para Hezbolá».

«Terrorismo y violencia»

«El objetivo de la flotilla no era la ayuda, sino romper el bloqueo (.). No era una flotilla de paz, sino de partidarios del terrorismo y la violencia», aseveró el primer ministro. Y lo hacía al mismo tiempo que centenares de pasajeros del convoy internacional habían salido o estaban a punto de salir anoche de Israel, en virtud de una orden de deportación masiva decidida por el gabinete de Seguridad del propio Netanyahu.

En cuanto a la operación de asalto en sí, y en referencia a los muertos, el primer ministro dijo en plural «nosotros rechazamos profundamente la pérdida de vidas», pero insistió en la versión oficial de que sus soldados se encontraron con «un intento de linchamiento».

«¿Eso son pacifistas? Son extremistas violentos que apoyan el terrorismo», reiteró antes de preguntarse «qué habrían hecho otros líderes democráticos si hubieran estado en su lugar».

Ni una palabra sobre la creciente ola de críticas en Israel hacia la penosa táctica empleada por los militares en el asalto, y que ha puesto al ministro de Defensa, Ehud Barak, en el punto de mira como máximo responsable. Pero no es la única preocupación que enfrenta Netanyahu.

El ataque a la flotilla ha vuelto a sacudir las ya delicadas relaciones con Estados Unidos, que el lunes no interpuso el acostumbrado veto para evitar que el Consejo de Seguridad de la ONU condenara la operación y que la noche del martes, a través de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, anunció el firme apoyo de Washington a una investigación «creíble y transparente». Clinton también tachaba de «inaceptable» la situación de la Gaza embargada, un mensaje que sí captó el presidente egipcio, Hosni Mubarak, que ha decidido abrir de forma indefinida su frontera con la Franja.

Tensión en el Parlamento

Muestra de la tensión interna es que la diputada árabe Hanin Zoabi, miembro del Parlamento de Israel y participante en la flotilla, fue ayer acusada de «traidora» en la cámara y le ha sido designada una escolta. Diputados judíos exigieron a la presidencia de la sesión que no se la dejara hablar y cuando se negó su requerimiento una parlamentaria del partido ultranacionalista Yisrael Beteinu, Anastasia Michaeli subió al estrado y trató de empujarla para apartarla del micrófono. Algunos diputados que intentaron separar a las dos mujeres se vieron en un forcejeo en el que proliferaron insultos a Zoabi.

Parlamentarios de otras formaciones árabes salieron en defensa de Zoabi y condenaron a Israel «por no ver la realidad que todo el mundo ve», al tiempo que responsabilizaron al Gobierno Netanyahu de las muertes de los activistas humanitarios. Tras el agrio debate, la presidencia de la cámara instruyó a la «guardia parlamentaria», un cuerpo de seguridad, que acompañara a Zoabi para que garantizara su integridad física.