ESPAÑA

OTRA MÁS

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Otra más. Se acordarán de que anteayer -no se quejen por el esfuerzo, no ha pasado tanto tiempo- la vicepresidenta Elena Salgado se autoconcedió un plazo de un mes antes de intervenir y acometer la reforma laboral por decreto. La extensión del plazo inicialmente previsto oxigenaba unas negociaciones, entre sindicatos y patronal que se están quedando sin aire. Bueno, pues ahora el presidente nos dice que de eso nada, que si el próximo día 16 no hay acuerdo pactado, habrá decreto impuesto. Elijan. O el Gobierno añade un capítulo más a su dilatado récord de improvisaciones y contradicciones o aquí ha habido una nueva imposición exterior. Quizás sea una casualidad, ¿usted se lo cree? Pero justo al día siguiente de la finalización del plazo, Rodríguez Zapatero tiene que ir a Bruselas para asistir a la cumbre europea y para ¿rendir cuentas de su gestión? No sé cuál de las alternativas es peor. O son unos incapaces o son unos mandados. O es un Gobierno 'amateur' o tenemos un Gobierno bajo sospecha y vigilancia exterior.

De todas formas, si el envoltorio de la reforma es malo, el contenido es todavía peor. El desarrollo cronológico de los hechos ha sido tan adverso que ha convertido el acuerdo en poco más que una quimera. La reforma más importante de todas las que debemos acometer la van a negociar unos sindicatos acosados por su apoyo anterior al Gobierno y empujados por los colectivos afectados por los recortes en el gasto; y un presidente de la patronal acogotado por la inmanejable situación de sus propias empresas. De ahí no puede salir nada consistente. Así que el Gobierno tendrá entonces que decidir primero, y validar después, el decreto en el Congreso de los Diputados. ¿Con qué apoyos? ¿Se pondrá de nuevo CiU el uniforme del Séptimo de Caballería? Lo dudo. A mí todo esto no me gusta nada. ¿A usted?