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Rusia y Polonia se reconcilian con un homenaje a los masacrados en Katyn

MOSCÚ. Actualizado: Guardar
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Por primera vez, el primer ministro ruso, Vladímir Putin, ha tenido el gesto de acudir al bosque de Katyn en compañía de un alto dignatario polaco para rendir a homenaje a los 22.000 oficiales del país vecino masacrados en la primavera de 1940 por orden de Stalin. Putin y su homólogo polaco, Donald Tusk, depositaron ayer sendas coronas de flores y colocaron la primera piedra de una iglesia en memoria de los allí ejecutados. Entre los asistentes al acto estaba Lech Walesa.

«Durante décadas se intentó ocultar con cínicas mentiras la verdad sobre la matanza de Katyn, pero igualmente falso sería echarle toda la culpa de esto al pueblo ruso», afirmó Putin. Según sus palabras, «estos crímenes no tienen justificación alguna. En nuestro país ya dimos una clara valoración política, jurídica y moral de las maldades cometidas por el régimen totalitario y no la modificaremos». En 2007 fue el presidente polaco, Lech Kaczynski, quien se trasladó a Katyn, pero Putin declinó acompañarle.

La tragedia del bosque de Katyn, situado en la región rusa de Smolensk, junto a la frontera con Bielorrusia, ha estado envenenando las relaciones entre Moscú y Varsovia desde que, en 2004, la Fiscalía militar rusa decidiera dar carpetazo al caso, aduciendo que no hubo genocidio, y clasificar 116 tomos de la investigación, de los 183 elaborados, como «secreto de Estado».

100.000 prisioneros

Tras la invasión de Polonia por el Ejército Rojo en 1939, fueron hechos prisioneros más de 100.000 oficiales polacos. Unos 22.000 fueron exterminados en Katyn por verdugos del NKVD, la policía estalinista, a tenor de una orden del Politburó del Partido Comunista soviético. El monstruoso crimen fue ocultado por Moscú hasta que, en 1989, el presidente Mijaíl Gorbachov reconoció por primera vez la responsabilidad de la URSS en la matanza.

Entre abril y mayo de 1940, todos los prisioneros de los campos de concentración soviéticos de Kozielsk, Starobielsk y Ostáshkovo, en donde había militares, médicos, profesores y sacerdotes polacos, fueron conducidos a Katyn por el NKVD. Durante varias semanas, los tres campos fueron desalojados en grupos de 200 o 300 personas cada día. Se dijo que los prisioneros serían trasladados a otros lugares antes de ser liberados definitivamente.

La realidad es que fueron ejecutados de un tiro en la nuca y enterrados en fosas comunes. Nadie se ha podido explicar hasta ahora los motivos de aquella espeluznante masacre. La orden de ejecutar a los oficiales polacos fue dada por Stalin en marzo de 1940 y algunos historiadores creen que fue debida a que no compartían el ideario comunista. Por tanto, no podían ser utilizados en un Ejército polaco a las órdenes de Moscú.