«La huelga ha terminado, pero no la lucha»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Luis Gonzalo Segura es un teniente del Ejército español que denunció presuntos casos de abusos de poder y corrupción en el seno de las Fuerzas Armadas. Sus superiores no dieron importancia a las quejas presentadas por el teniente Segura, tampoco la justicia militar, que rechazó en varias ocasiones un disco duro con supuestas pruebas de malversación de fondos públicos. "Los trapos sucios se lavan en casa", dicen que le dijeron. Ante la desidia de los altos cargos militares, Segura decidió escribir una novela, 'Un paso al frente', en la que narraba en forma de ficción las corruptelas y abusos que había denunciado previamente sin obtener resultados. El libro tuvo una gran acogida por parte del público y se ha convertido en un éxito, con cerca de 20.000 ejemplares vendidos.

Luis no podía ser castigado por el contenido de una novela; sin embargo, durante las presentaciones de esta, insistía en denunciar explícitamente las irregularidades de las que decía ser testigo. Así que fue arrestado y condenado a dos meses de reclusión acusado de dos faltas graves por hacer manifestaciones contrarias a la disciplina militar.

El pasado 17 de julio conoció su sentencia e inició una huelga de hambre, con el objetivo de que se revisase su caso, ya que afirma haber sido encerrado sin garantías judiciales. "Estoy seguro de mi inocencia", manifestaba. Ha permanecido durante 22 días sin ingerir más alimento que un zumo de 200 ml cada mañana. Este viernes decidió poner fin a su protesta ante las advertencias médicas, que le recomendaban abandonar dada la posibilidad de contraer serias dificultades como un fallo renal, arritmias, infecciones y, finalmente, la muerte.

El teniente Segura afirma que "la huelga ha terminado, pero no la lucha". "Nunca he querido suicidarme, sino poner el foco de atención en una institución de la que no se podía hablar", arguyó tras poner fin a la huelga. "Pero seguiré peleando hasta el final por la modernización del Ejército", declara.

El caso de Luis ha formado un gran revuelo en el ámbito militar, donde nadie se ha mostrado indiferente. A raíz de las denuncias del teniente Segura, el Ejército ha quedado dividido entre los que se declaran a su favor y le presentan su afecto y solidaridad y aquellos que le tachan de traidor. Los primeros "casualmente son los militares de tropa" y los últimos "los oficiales y altos cargos a los que Luis denuncia", apunta Miguel, soldado de las Fuerzas Armadas que ha tenido que soportar que le llamen "mano de obra barata" a la cara.

El teniente Segura esperaba que su situación sirviese para "abrir las puertas a más denuncias y a la reforma del Ejército", pero por el momento esto no ocurre así. "Luis es el primer paso para que las cosas cambien", reconoce Miguel, "pero todavía existe mucho miedo a denunciar". Afirma que "ahora por lo menos se habla de la corrupción y de los abusos, aunque en pequeños grupos, casi a escondidas y con cuidado de quien pueda estar escuchando".

Represalias

El teniente Segura comentaba en las ruedas de prensa de la presentación de su libro que incluso se había prohibido hablar de él a los militares. Entre los testimonios recogidos por este medio, no se ha podido confirmar tal acusación. Sin embargo, "sí que se producen cambios de destino sospechosos, o turnos de guardia que perjudican al soldado al que pillan con su novela", indican varios militares.

"Es muy difícil que las cosas cambien en el Ejército", dice M., un militar que desea mantener el anonimato, a pesar de haber sido dado de baja “por negarse a firmar facturas que sabía que eran fraudulentas”. M. denuncia que "son habituales las facturas engordadas sin miramiento y las de servicios que ni siquiera se han prestado". "Se facturaban 20 cajas de folios, se compraban 10 y el resto del dinero se depositaba en una caja B", dice. Esta situación carcomía la conciencia de M., que fue a ver a un psicólogo militar para contarle que "no podía más".

La respuesta que recibió es que "estaba enfermo" y poco después le dieron de baja. "Un juez militar me reconoció que habían falsificado mi firma para darme de baja, pero me dijo que yo había autorizado esa falsificación y es mentira". M. es pensionista, contra su voluntad, con 53 años. "Siento que estoy defraudando a mi país por cobrar un sueldo, pero me han quitado de en medio", comenta con resignación. Se arrepiente de no haber denunciado este trato en su día, pero tuvo miedo: "El caso de Luis me ha dado ánimos y voy a denunciar, siento que es mi deber".

Denuncias colectivas

Ágora es abogada y le llegan muchos casos de militares. Fran, su cliente, fue sancionado a dos meses de arresto en un centro disciplinario por llevar a sus hijos al cuartel. "Tiene menores a su cargo, no tenía con quién dejarlos y aun así no le concedieron la reducción de jornada ni le eximieron del turno de guardia", explica la letrada. "A las mujeres con hijos les dicen que no se pueden librar de las maniobras porque tienen que mantener la forma para prestar el servicio", critica.

Luis Gonzalo Segura ha denunciado en varias ocasiones la parcialidad y la falta de independencia de los tribunales militares. "Esto no es siempre así", corrige Ágora, "los juicios se pueden ganar, yo los he ganado, lo que pasa es que luego al soldado le van a putear, hablando mal y pronto". La abogada recomienda a los militares denunciar en bloque, no individualmente, "ya que si en un cuartel se comete una irregularidad, lo normal es que se dé habitualmente, no que sea un caso puntual". "Cuando alguien del Ejército viene a consultarme le digo que tiene que tener claro que su día a día en el trabajo se va a complicar", explica.

Las críticas del teniente Segura han avivado la esperanza en un sector de las Fuerzas Armadas de que su situación cambie. "Sabemos de antemano que las denuncias siempre traen represalias y ni siquiera se investigan, por eso no denunciamos", reconoce Miguel, "aunque ahora se intenta hablar con los oficiales para hacer las cosas de otra manera, pero sin llegar a denunciar".

"La corrupción es vox populi dentro del ejército, aunque desde lo de Luis, me consta que se tiene algo más de pudor a la hora de malversar fondos y los soldados ya no se callan tanto", dice M.

Un icono para los 'escorpiones'

El teniente Segura recibe cada día muchos mensajes de apoyo desde las redes sociales. Se ha convertido en un icono para los militares que quieren acabar con la supuesta corrupción que, según múltiples testimonios, impera en el Ejército. Se hacen llamar 'escorpiones', debido a la portada de su libro 'Un paso al frente', en la que aparece un vehículo militar que lleva adherido el aguijón de uno de estos animales. Frases como "sentirá el calor de sus escorpiones mi teniente" o "no se rinda mi teniente, sus escorpiones están con usted" elevan el ánimo del oficial hospitalizado y le empujan a continuar con su causa.

Los 'escorpiones' insisten con vehemencia en que no pretenden dañar al Ejército. "A mí me han parido para ser militar", dice M. El propio teniente Segura ha reiterado en varias ocasiones que "ama la institución" y de ahí las denuncias. Lo que pretenden es "acabar con los corruptos que hay en el Ejército, que no merecen ser llamados militares", sentencia M.

Varias fuerzas políticas como Podemos, Izquierda Unida y UPyD han llevado un seguimiento del caso de Luis. El partido que lidera Rosa Díez ha solicitado una investigación parlamentaria para esclarecer los motivos su condena. También se han asomado a la situación del Ejército y exigen que los tribunales castrenses se sometan a la jurisdicción civil. Varios medios internacionales como la CNN, el diario ruso PRAVDA o la BBC se han hecho eco de las denuncias que recaen sobre el Ejército español. No parece que Luis Gonzalo Segura vaya a convertirse en una simple anécdota y la repercusión que ha tenido y sigue teniendo su lucha podría convertirse en un punto de inflexión.