David Villafañe fue condenado a 20 años y ha pasado 16 entre rejas./ RC

¿Un inocente en la cárcel?

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David Villafañe tiene 38 años y lleva en prisión desde los 22. Cumple una larga pena por el asesinato de su novia, Marta Couceiro, de 17, ocurrido en octubre de 1995. La Audiencia Provincial de Bilbao consideró entonces que el joven trazó un plan para asesinar a la menor y cobrar las pólizas de tres seguros de vida por 50 millones de pesetas de las que era único beneficiario.

La condena de la Audiencia, luego confirmada por el Tribunal Supremo, dio por probado que Marta murió en la casa de campo de sus padres en la localidad vizcaína de Gorliz después de que Villafañe le tapase los orificios nasales hasta causarle la muerte por asfixia. La sentencia confirmó de sofocación homicida y se apoyó en los informes forenses de la primera autopsia.

Esta prueba pericial fue definitiva para la condena por asesinato. También el hecho de que Villfañe trató de embaucar a su novia para que le nombrase único tenedor de sus pólizas de seguros, de ahí la pena añadida por un delito de estafa en grado de tentativa.

La versión del reo en estos 16 años siempre ha sido la misma: soy inocente. En 2013 acudió a la única vía judicial que le quedaba para defender su testimonio, la presentación de un recurso de revisión de su condena ante el Supremo. Habían pasado 15 años y para ello acompañó la apelación con un informe pericial firmado por un catedrático de medicina forense, Vicente Herrero Hidalgo, según el cual Marta Couceiro falleció por causas naturales.

La Sala de lo Penal del Supremo denegó la revisión de la sentencia porque, a juicio de los magistrados, la prueba no evidenciaba la inocencia del acusado y porque los médicos forenses que en 1995 elaboraron el informe en el que se basó la condena estuvieron «en contacto directo con las pruebas», algo que no ocurre con la pericial presente, que se basa en el sumario del caso.

Antes este revés el abogado de Villafañe presentó una querella criminal por prevaricación contra los magistrados del Supremo Juan Saavedra, Juan Ramón Berdugo Gómez y Luciano Varela por desoír el informe del doctor. Este estudio, luego ratificado por otro informe de un reputado catedrático de Medicina Legal, Luis Frontela Carreras, concluía que la joven, que pesaba 35 kilos en el momento del fallecimiento, murió debido a la miocarditis que sufría, dato que ya anotó el Instituto de Toxicología.

Errores y exhumación

El doctor critica también las conclusiones del informe en el que se basó el auto condenatorio, en el que identifica al menos diez errores, y avala los resultados de la primera autopsia, realizada el 25 de octubre de 1995, horas después del fallecimiento, y que también concluyó su defunción por causas naturales. Un mes más tarde, la comitiva judicial exhumó sus restos. Los peritos que reconocieron el cuerpo asumieron que las zonas más putrefactas del rostro lo eran debido a la presión ejercida por la almohada, que también había producido la movilidad de los incisivos, entre otras conclusiones que sirvieron para abrir la investigación contra Villafañe . Entonces el preso ya había iniciado los trámites para cobrar las pólizas, aunque nunca llegó a hacer efectivas las sumas.

Su abogado apuntó que los magistrados trataron de descalificar las periciales «sólo para evitar el escándalo que implicaría reconocer este craso error judicial». Por ello se querelló contra ellos ante la Sala de lo 61, encabezada por el presidente del Supremo, Carlos Lesmes. De momento, la Fiscalía ya ha rechazado su admisión con argumentos similares a los tres jueces: «Nunca un nuevo informe pericial puede servir para desvirtuar a otro que ha servido de condena en sentencia firme». Aunque hayan pasado 16 años.