Profesor y alumnos del Dojo 'Tai Shu Kan'. / V. Carrasco

Samuráis sin señor

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Según narra una antigua leyenda japonesa del siglo XVI, un grupo de 47 samuráis se vio obligado a convertirse en 'Ronin' (samuráis sin señor) atendiendo a su código de honor (el Bushido), después de que su daimyo (señor feudal) se viera abocado a ejecutar el seppuku o ritual de suicio conocido tambien como arakiri por agredir un alto funcionario judicial, Kira Kozukenosuke, en una operación que parecía tener gato encerrado. Para vengar a su señor, el grupo de los '47 Ronin', planeó el asesinato de Kozukenosuke y de toda su familia, aunque esperaron más de un año para ejecutarlo, dispersándose durante ese lapsus de tiempo para no levantar sospechas. Una vez cumplido su plan, el grupo de samuráis se entregó a la justicia y, al igual que su señor, fueron sentenciados a cometer seppuku.

La historia, muy arraigada en las raíces culturales japonesas por los valores intrínsecos de lealtad, sacrificio y honor que encarna, es recogida en la película '47 Ronin. La leyenda del samurái', una película que se estrenó en 2013 y que se edita ahora en DVD y Blu-ray. Hablamos de una leyenda del siglo XVI que, sin embargo, sigue fascinando e inspirando hoy en día. ¿Dónde reside la gran atracción que ejercen los samuráis tanto en Oriente como en Occidente?

Para Vicente Borondo, profesor y fundador de la Dojo 'Tai Itsu Kan', (escuela de lucha tradicional), "a pesar de la evolución de las armas, la mano humana que las maneja sigue siendo la misma y los aspectos como la disciplina, la constancia y la lealtad son valores que siguen inmutables". Borondo, un madrileño de 46 años, residió durante una década en Japón, donde aprendió las técnicas de la lucha tradicional de la mano de los descendientes de los propios samuráis. Un conocimiento que le inspiró a su vuelta a crear una escuela, donde transmite a sus alumnos no solo los conocimientos en los movimientos y las armas de la lucha tradicional, sino también otros conceptos asociados como el honor o la justicia. "Samurái quiere decir servidor, literalmente", explica Borondo durante una exhibición preparada en exclusiva para este medio y acompañado de dos de sus alumnos, Fernando Pérez y José Luis Latasa, así como el músico Brahonain, que acompañó la exhibición con un ejercicio de percusión japonesa.

Asimismo, según destaca Borondo, la policía en Japón sigue teniendo como base de entrenamiento las artes milenarias que el aprendió durante una década. "De hecho, algunas de las armas que nosotros usamos son la base de otras actuales como la porra, al igual que en Japón los policías llevan el antiguo bastón, un arma que te permite controlar a la gente sin necesidad de hacer un daño innecesario como las armas de corte o de fuego".

Se trata, en definitiva, de tradiciones que siguen vigentes en Japón, donde según explica, el concepto de grupo es algo fundamental. Un aprendizaje que, advierte, en nuestra cultura se ha ido perdiendo "por la educación que recibimos y el auge de la competición que, en general, implica egoísmo y la prevalencia del más fuerte, mientras que en el grupo es como una cadena, que es tan fuerte como el más débil de sus eslabones", argumenta. "Entre los samuráis, todos los miembros trataban de estar en el mismo nivel de preparación para, una vez en la batalla, saber que puedes confiar en el que está a tu lado".