El Atlético pierde su colchón

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Joaquín Caparrós se ha convertido en la 'bestia negra' del Atlético. Ya le arrebató un ascenso cuando era entrenador del Sevilla y al frente del Levante le complicó una Liga que acariciaba y que ahora se le complica aunque sigue dependiendo de sí mismo. Un gol en propia meta de Filipe Luis al principio y el tanto de Barral, mediada la segunda mitad, incendiaron el campeonato y seguramente obliguen a los madrileños a vencer en las dos últimas jornadas, la última en el Camp Nou, si quieren celebrar la 'décima'. Sobre todo en la segunda mitad, jugó mucho mejor el Atlético que en otros partidos que ganó por la mínima, pero se defendió peor, no acertó en el remate final y chocó contra un Keylor Navas espectacular.

«Estamos ya salvados pero somos el centro del fútbol y queremos transmitir a la gente que sabemos competir ante un rival que ha hecho mucho bien al fútbol y puede romper la hegemonía de los dos grandes». En los prolegómenos del partido, Caparrós ya avanzó que su corajudo Levante saldría dispuesto a salvar su orgullo y el decoro deportivo ante un Atlético apoyado desde la grada por unos 9.000 hinchas que se las prometían muy felices antes y acabaron llorando, lamentándose de la mala suerte de su equipo y desempolvando viejas historias del 'Pupas' que parecían desterradas. Las cuentas estaban claras y una victoria colchonera permitiría cantar el alirón con otro triunfo el próximo fin de semana ante el Málaga.

Remar a contracorriente

También minutos antes del choque, el presidente de la AFE y exjugador levantinista, Luis Rubiales, habló en Canal+ y se mostró partidario de regularizar las primas a terceros porque entiende que desde el punto de vista ético no tienen tacha. Arrancó el partido con esas sospechas de que los locales podrían estar incentivados, dudas recurrentes en casi todos los partidos y en los finales de curso, pero lo que más daño hizo a los del Cholo fue el autogol de Filipe Luis. Era un saque de esquina sin demasiado peligro, pero el balón le golpeó en el pecho al brasileño y sorprendió a todos, incluido Courtois.

Como ocurriera en San Mamés o esta misma semana ante el Chelsea, el Atlético se veía forzado a remar contracorriente. Y su rival tenía cuajo. Atrás disfruta con jugadores tan expertos como David Navarro y Juanfran, su portero es de garantías, Diop, Simao y Sissoko le ponen músculo al centro del campo y Barral siempre es un incordio en punta. Con el marcador a favor y frente a un rival cada vez más apurado por el resultado, el Levante vivía feliz. Los madrileños, que abusaron de los balones largos a la espalda de la zaga local y en busca de Diego Costa, pudieron revertir pronto la situación pero el portero costarricense desvió un remate a bocajarro de Raúl García y Villa se llenó de balón tras el rechazo. Fue la única ocasión visitante antes del descanso, junto con un tiro raso y seco de Alderweireld, sustituto de Juanfran en el lateral derecho, que también detuvo el portero tico. Les faltó pausa, asociación y remate y les sobró a los de Simeone protestarle al árbitro las faltas de los valencianos, que ya marcaron su territorio con las dos primeras infracciones en apenas medio minuto de juego, y dos fueras de juego de Costa más señalados por el asistente. Se marchaba solo el brasileño en ambas acciones pero esos reproches a los jueces eran claros signos de impotencia.

El Cholo apostó por el plan B tras el descanso. Introdujo a Adrián y a Arda, más tarde a Diego Ribas, y pretendió darle la vuelta al choque con más calidad que fuerza, con toque sutil en lugar balones largos. Durante bastantes minutos, los rojiblancos bordaron el juego y dispusieron de hasta siete ocasiones claras para cambiar el panorama y evitar las lágrimas de sus fieles aficionados, que de pronto se encontraron con todos los viejos fantasmas cuando, en un contragolpe levantinista, Barral se anticipó a Godín, marcó y cerró un triunfo que incendia la Liga. Todavía hubo tiempo para que Adrián lanzase al poste en la última gran opción del Atlético de meterse en el partido. Tras varios encuentros sufriendo y ganando porque la moneda salió cara, el líder se dio de bruces esta vez con la cruz. Y Diop tuvo la ocurrencia de irse a bailar delante de los seguidores colchoneros. Godín se fue a por él pero Diego Costa puso paz por increíble que parezca.