'Factory', 1994. / Lynne Cohen
fotografía

Los fantasmas de Lynne Cohen

La Fundación Mapfre reúne 86 de los inquietantes "paisajes interiores" captados en las últimas cuatro décadas | Es la primera retrospectiva en España de esta 'exploradora del vacío' estadounidense afincada en Canadá

MADRID Actualizado: Guardar
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La sencillez y la ausencia de artificio convierten en inquietantes e irreales las imágenes de Lynne Cohen (Racine, Wisconsin, 1944). Lleva cuatro décadas fotografiando desolados "paisajes interiores", escenarios de uso humano pero en los que sistemáticamente evita la presencia humana. Los retrata con luces sencillas, buscando las simetrías de la escena y sin artificio alguno en la imágenes que expone la fundación Mapfre. La naturalidad formal y la sobriedad compositiva dotan de una calidad fantasmagórica a despachos, domicilios, salones, vestíbulos, oficinas, tiendas, fábricas o laboratorios en los que no hay rastro de personas. O sí. El espectador no puede dejar de preguntarse qué está pasando, quiénes son los fantasmales y ausentes habitantes de esos lugares solitarios que, a fuer de auténticos, parecen decorados.

Es la primera gran retrospectiva en España de Cohen, a quien una grave enfermedad impidió estar presente en la salas de Mapfre en Azca, como era su deseo. Mas si tenemos en cuenta que algunas de sus solitarios escenarios fueron captados en España en la década de los 90, cuando la fotógrafa estadounidense afincada en Canadá fue invitada por algunas galerías e instituciones.

Nuria Enguita es la comisaria de la muestra compuesta por 86 instantáneas que viajaran a Córdoba y la sala Rekalde de Bilbao. Casi todas en blanco y negro y de gran formato, son imágenes captadas entre 1972 y 2012 y que nunca antes se habían visto en España. El relato que conforman va cambiando sutilmente: desde su interés en los años 70 por la cultura popular americana -a través de interiores domésticos o públicos- hasta los lugares de entrenamiento y laboratorios de ingeniería social que Cohen fotografía en las décadas de los años 80 y de los años 90 y los balnearios y spas que fotografía a finales de los 90 y principios del siglo XXI.

Cohen fotografía sus escenarios sin modificarlos de ninguna manera. Son espacios reales en los que el espectador tiene la impresión de estar ante una puesta en escena. La gran escala de las fotografías invita a entrar en la imagen, escudriñarla y sacar una interpretación propia. "No sabría dónde colocar a las personas" dice la artista que retrata unos 'vacíos interiores' paradójicamente llenos de una persistente presencia humana. "Extrañamente, cuando más mundanos los espacios interiores, más inquietantes y desconcertantes" reconoce la fotógrafa, que sitúa su trabajo "entre Jacques Tati y Michel Foucault".

Ironía crítica

Es precisamente el falso anonimato, la descripción aparentemente neutra -similar al de las imágenes de las postales o los anuarios empresariales- lo que dota de potencia irónica y crítica a la imágenes de Cohen "que literalmente, hablan por sí mismas", según Enguita.

Procedente de la escultura y el grabado, Cohen inicia su carrera fotográfica en 1971 retratando interiores en blanco y negro. Busca desde entonces una imagen directa, anónima y lo más neutra posible. Durante toda su trayectoria sus obras conservan los elementos básicos propios de su estilo. Todas tienen cierta impresión de anonimato y neutralidad y resultan en amenazantes en alguna medida, una característica que se acentúa cuando comienza a usar del color.

En los 70 su interés se centra en el artificio psicológico y sociológico en el que vivía la emergente clase media americana. Fotografía espacios domésticos, salas de estar, oficinas, salas de reuniones, clubes masculinos y salones de belleza. En los ochenta se interesa por los mecanismos de control y manipulación de la sociedad y dirige su mirada hacia instituciones más autoritarias, como laboratorios, centros de formación, aulas y campos de tiro. En los 90 fotografía fábricas y balnearios y a partir del año 2000, sin cambiar el tipo de espacios que retrata, incorpora el color en sus obras.

Trabaja Cohen con una cámara de gran formato que le permite "dominar el plano de la lente y el de la película y me facilita un control absoluto sobre la imagen, cuidar la composición y producir obras de gran nitidez y claridad". Utiliza una luz plana, busca y potencia la simetría y el distanciamiento del objeto. Usa una película muy sensible, con exposiciones largas y con aperturas de diafragma pequeña que dota a sus imágenes una gran profundidad de campo.

Sus obras han tendiendo con los años a la monumentalidad, a lo escultórico, un efecto acentuado con los marcos de diversos materiales salpicados de colores, que mimetizan las texturas de algunos elementos de la fotografía.

"He estado preocupada por las estrategias formales dese que empecé a hacer fotografías en 1971. Me pareció entonces como ahora que mediante el empleo de recursos formales, de un modo sencillo podría tratar temas complicados, que se podrían introducir en el espectador de forma subliminal, en lugar de golpearlos con un impacto súbito" explica Cohen. "Parece que el más silencioso, más sobrio, incluso anónimo aspecto de mis fotos podría ser el más convincente" resume. "De hecho me llamó la atención como que el más simple de los medios de recuperar o documentar una parte del mundo, podría ser la mejor posibilidad de que la quintaesencia del sujeto saliese a la superficie, asumiendo que existe una", concluye.