Tenis | Copa de Maestros

Ferrer se deja llevar ante Wawrinka

El alicantino se despidió de la Copa Masters con otra derrota, pero acabará número tres del mundo si Del Potro no llega a la final

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Stanislas Wawrinka buscaba las semifinales de la Copa Masters mientras Davir Ferrer tenía otro reto: dificultar que Juan Martín del Potro le arrebate el número tres del mundo. Y poco más. Y fue ese poco más -los 200 puntos por la victoria y los más de 100.000 euros por triunfo-, unido al hambre del suizo, lo que sepultó al español. La fragilidad en su físico y la falta de motivación chocaron con un Wawrinka que estuvo cerca de tirar la oportunidad de su vida para meterse en semifinales, ya que volvió a mostrarse débil cuando tuvo que dar un paso hacia adelante. Finalmente salvó la papeleta, al ganar al español por 6-7, 6-4 y 6-1.

Ferrer, que podría acabar por primera vez en su vida el año como número tres del mundo, estuvo de nuevo fallón con su servicio y desgastado de piernas. Tras perder con Tomas Berdych ya reconoció que estaba «físicamente reventado», que se había equivocado en la planificación del calendario. Por eso empezó sin aliento ni fe. Su sexto partido en ocho días ante un ‘top 10’ era demasiado. No volaba sobre la pista, un problema gordo para él. ¿Por qué? Sencillo: era incapaz de coger su derecha. Pero la manga iba de bajones. Y si hasta el 5-2 del acto inicial fue el español el que los tuvo, luego le pasó el testigo a Wawrinka.

Y tampoco es que reinventase el tenis. Más bien fue demérito del helvético. Hasta ese momento había sacado perfecto. Pero se arrugó cuando sacaba para cerrar el set. Lo que hizo Ferrer fue ponerle la bola dentro. «Gáname tú; yo no te lo voy a regalar», vino a decirle. Por eso era el número ocho el que tenía que dar un golpe encima de la mesa. Jugó con sus nervios, de ahí que tuviese infinidad de bolas de ‘break’; de ahí que Wawrinka hiciese una doble falta inoportuna cuando tenía que cerrar su saque y la manga. Lo tenía en su mano. Perfectamente encaminado el parcial, dudó con su servicio y lo pagó.

Sin embargo, como la película iba de idas y venidas, Ferrer le doy la opción de que se reincorporase a la trama. Se dejó su servicio en blanco y el set inicial se decidió en la muerte súbita. Con la mente aún nublada, el suizo siguió fallando -hizo 30 errores no forzados en el primer acto-. Parecía que no era su papel, que no era su día. Por eso el alicantino se creció. Incluso, pareció que estaba más fresco que al principio, cuando dudaba. Y de las dudas, a ir un set arriba.

Una montaña rusa

El partido era un festival de la irregularidad. Y como habíamos quedado en que se trataba de un partido en modo montaña rusa, Ferrer no quiso destrozar el guión. Tras empezar bien con su saque y tener dos bolas de rotura para poner tierra de por medio, el de Jávea se desconectó. Hasta tal punto que rompió una raqueta y se dejó tres juegos por el camino. A partir de ahí el partido se tranquilizó. Siguió más el camino de la lógica -cada uno conservó su servicio- que el de la locura anterior. Así se hizo con la manga Wawrinka, haciéndose fuerte con su revés y mejorando con su saque. Momento en el que se derrumbó Ferrer y que aprovechó el helvético para venirse arriba.

Ferrer lo había dado todo y a partir de ahí se dejó llevar. Ni número tres ni 100.000 euros. Estaba roto, sin respuesta. Se acaba la Copa Masters sin la posibilidad de desquitarse con una victoria -no ha ganado ningún partido-. Un triunfo que le habría servido para cerrar la temporada con mejor sabor de boca. Y pese a ese final, puede acabar como número tres, su mejor clasificación de siempre. El mejor final posible.