Imagen y vídeo: Virginia Carrasco
TEATRO

Ramón Arangüena: «Aquí, con el humor, nos pasamos de políticamente correctos»

El periodista se atreve con el teatro en 'El placer de fracasar', una suerte de monólogo con una tesis muy clara: "Aún es posible caer más bajo"

MADRID Actualizado: Guardar
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Es difícil mantener la compostura cuando uno habla con Ramón Arangüena (Palencia, 1964). Hace ya unos cuantos años el periodista añadió a su papel la faceta de humorista y desde entonces la forma de hablar del palentino está tan asociada a la media sonrisa que el interlocutor ya va predispuesto a la carcajada. Con 'El placer de fracasar', la obra que representa desde septiembre en el Teatro Compac de la Gran Vía madrileña y que llevará a distintos rincones de España, Arangüena apuntala aún más esa imagen de cómico voluntariamente involuntario.

-¿Cómo surgió la idea de trasladar el libro al teatro?

-Unos humoristas y guionistas gallegos habían escrito este libro como un libro de antiayuda. Me pidieron que lo prologara y les parecieron tan curiosas las anécdotas que contaban que me dijeron podríamos darle la vuelta y hacer una obra de teatro. Les dije: "Mirad, no soy actor y no me voy a aprender un texto en la vida". Pero ellos insistieron. Y de ahí surgió un poco la historia. Vía e-mail nos comunicábamos e íbamos añadiendo historias y buscando gente que pudiera intervenir. Y al final pude involucrar a gente con la que yo ya tenía contacto como Imanol Arias, Isabel Gemio, Iñaki Gabilondo...

-Es su primera experiencia como actor, ¿se siente cómodo en el teatro?

-Al principio es muy sorprendente. Yo nunca había hecho teatro. La gente me ve por la calle y dice: "Éste es actor, éste salía en 'Caiga Quien Caiga'. Pero nunca había hecho nada de esto. Nunca he hecho monólogos, aunque parezca que sí, y no soy actor. Y fíjese me tiro una hora y cuarto sobre el escenario y viendo las caras de la gente y la verdad es que la cosa cambia mucho sobre las tablas. Cuando estás entre el público, crees que el que está en el escenario no te ve y es todo lo contrario. Se ven las caras, cuando alguien enciende el teléfono y mira el WhatsApp, se ven y se oyen los comentarios en la platea y tienes que mantener un poco el tipo y decir: "Bueno, está bien, continuemos a lo que estamos". A medida que voy rodando la obra, consigo mantener una comunicación con la gente, les involucro en líos y les hago pequeñas faenas. En dos o tres ocasiones bajo del escenario y hablo con la gente y eso te da unas tablas que jamás había experimentado y que son muy curiosas.

-¿Impone más el público del teatro o las audiencias?

Impone más el público del teatro. Hablar a una cámara no es más que mirar un objetivo. Pensar que detrás puede habear 5 millones de personas es tan abstracto que es difícil ponerse nervioso aunque a mucha gente le pasa. Pero ponerse a hablar delante del público... Si alguien se va, te destroza. El otro día me contaba un actor que estaba representando una obra clásica para un grupo de chavales de varios colegios y se pusieron a jugar al fútbol en los pasillos de las butacas... Son cosas que si superas te puedes ir a hacer las américas (risas).

-No se puede decir que su vida haya sido un fracaso, ¿qué diría que le hace apto para llevar a buen puerto la obra?

-Todo el mundo tiene momentos de fracaso en la vida, por muy bien que te haya ido: con profesores, con algún trabajo, en mi caso con alguna entrevista absurda... Preguntémonos, por ejemplo, cuánta gente entra en 'Operación triunfo', cuántos han triunfado de todos ellos y de cuántos nos acordamos. Probablemente nos valdría con los dedos de una mano. ¿Qué es lo que ha hecho el resto, se ha suicidado? Yo lo que intento es explicar cómo darse el gran batacazo, explico cómo ir a peor y como te puedes hundir más poniéndome a mí como ejemplo y sacando la sonrisa al espectador.

-¿Qué se necesita para ser un buen fracasado?

-Yo creo que lo que se necesita es creérselo, decir "ya hemos llegado hasta aquí y aún puedo tocar más fondo, aún puedo seguir excavando. Conozco mucha gente que ha subido altísimo y que luego no ha superado o se ha tomado muy mal no estar todos los días en la tele o en la radio. Pues yo les ayudo a que se hundan más, no pasa nada.

-Salvo en el asunto deportivo, España parece abocada al fracaso. ¿De quién es la culpa?

-El fracaso de España viene desde el siglo XIX. La generación del 98 ya habla de este fracaso general y continuamos ahí. Siempre se ha dicho que si los franceses se hubieran quedado, seríamos un país europeo, hablaríamos idiomas y no estaríamos revolcándonos en este hundimiento generalizado. Yo creo que hemos sido todos los españoles. Siempre que nos ha ido bien es porque hemos emigrado. En los 60, con el gran boom, la gente que no tenía trabajo se fue y mandaba dinero. Pues ahora estamos en la mismas, lo que pasa es que yo creo que esta vez si vuelven los españoles que se han marchado volverán de jubilados, se comprarán una casa en la costa y poco más.

-Y usted, ¿hace uso de algún libro de autoayuda?

-Al principio sí jugábamos con la idea de libro de antiayuda y una de las cosas que contábamos era una historia que me pasó cuando yo tenía 9 o 10 años. Teníamos un vecino que se había suicidado y no tenía familia, así que la dueña del piso nos dijo que echáramos un vistazo por si queríamos algo. Cuando entré, vi que tenía una estantería repleta de libros de autoayuda con títulos como 'Cómo triunfar en la vida', 'Cómo influir en la gente', 'Cómo hacer amigos a los treinta','Cómo hacer amigos a los cuarenta'... Me pareció tan absurdo y triste que por eso nunca me he acercado a ningún manual de esos.

-¿Cree que se puede hacer humor de todo?

-Es muy difícil, solo los grandes genios lo consiguen. Yo sería incapaz de hacer humor con los defectos de la gente. Creo, por ejemplo, que es imposible reírse de la guerra pero piensas en Gila y lo hacía sin ningún problema. aquí nos hemos pasado de políticamente correctos. Creemos que en EE UU y en Reino Unido son súper suaves pero en las entregas de premio se dicen unas burradas impresionantes. Aquí esas cosas son impensables y yo creo que es imposible volver a esa burla y ese humor del desprecio, un humor que a mí nunca me ha gustado.

-¿Le gusta salir de gira?

-Es lo que más me divierte y voy cambiando los arranques en función del lugar al que llego. Estuve en Valencia hace unos días y empecé con una reflexión de los problemas que he tenido por ser de Palencia y no de Valencia. Teruel existe pero Palencia yo ya nolo tengo tan claro. A veces voy por allí solo para corroborar su existencia.