Rusell disfruta de una segunda oportunidad. / RC
MUNDO ANIMAL

El perro que sobrevivió a su sacrificio busca un hogar

El empleado de una perrera de Málaga descubrió a ‘Russell’ vivo entre los cadáveres y lo escondió

MADRID Actualizado: Guardar
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‘Russel’ es un perro con buena y mala suerte. La mala fue que lo abandonaran. La buena, que sobreviviera a su propio sacrificio en la perrera. Le sucedió este verano. El mestizo de perro de aguas era uno más para hacer ‘limpieza’ en un centro malagueño y un día de julio engrosó la lista de los perros eliminados. Su destino iba a ser el de los miles de animales de compañía que se matan al año en España (No hay consenso en cuántos son). Pero algo no salió bien. O sí. Después de haber completado las operaciones de eutanasia, un empleado hizo su ronda de rutina para comprobar que los cuerpos de los animales no tenían pulso. El perro de aguas respiraba. En ese momento, las cosas comenzaron a ir mejor para ‘Russell’, que todavía busca un hogar.

Según la Asociación Ladridos Felices, el perro vive por un error. Al parecer, los animales de ese centro reciben dos inyecciones. La primera les duerme y la segunda los mata. En el caso del mestizo de los ojos azules, alguien olvidó poner la segunda. Russel debe su vida a algo más que una equivocación. Cuando el empleado de la perrera se dio cuenta de lo que había ocurrido, en lugar de avisar para que le inyectaran la dosis definitiva, lo escondió antes de que despertara, en secreto y bajo su propia responsabilidad. “Le dio pena. Hubo algo que le movió a hacerlo”, recuerda Ángeles Egido, de Ladridos Felices.

Todo lo demás se hizo con mucho sigilo. El salvador de Russell levantó el teléfono y pidió que vinieran a buscarlo. Al fin y al cabo, si la suerte le había perdonado la vida, él haría lo mismo. Claro, que el destino del perro todavía tendría para él algunas curvas. De hecho, aún no es seguro. En un primer término, Ladridos Felices, que como tantas otras se dedica a acoger animales para darlos en adopción y evitar su sacrificio, no quiso difundir el caso de ‘Russell’ para no delatar al trabajador de la perrera. Así encontraron una familia en Alemania que lo quiso adoptar y le encontró un sitio en una residencia canina a la espera de su viaje. Las facturas dejaron de pagarse y nada más se supo de ellos.

Segunda oportunidad

Desde entones, ‘Russell’ tiene un techo en una casa de acogida, pero no puede estar allí eternamente. Necesita una familia. Los veterinarios calculan que tiene tres años y está sano. Nadie conoce nada de su historia, lo que vivió antes del día en que salvó milagrosamente la vida. Se sabe que llevaba un tiempo en la perrera. Demasiado. Y que llegó sin un chip de identificación, con lo que se le presume ser un perro abandonado por sus dueños. Aseguran que es un animal sin problemas de conducta y que puede convivir con personas, aunque necesita confianza y la presencia de otros perros le asusta en ocasiones. Paradójicamente, tiene más miedo a los animales que a los humanos. Los interesados en darle una segunda oportunidad pueden escribir a info@ladridosfelices.org.