Dan Dascalescu, en una conferencia
mundo guerrero

La mar de emprendedores

Un barco a 20 kilómetros de la bahía de San Francisco acogerá a talentos de todo el mundo que quieren meter cabeza en Silicon Valley, pero carecen de permiso de trabajo

MADRID Actualizado: Guardar
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Lo de la montaña y Mahoma tiene mucho que ver con Blueseed. También lo de quien hace la ley hace la trampa. Veamos. ¿Quieres ganarte la vida en Silicon Valley pero no tienes permiso de trabajo? Un profeta diría que Blueseed es un océano de oportunidades para esos emprendedores con ideas ingeniosas, algo de dinero en el bolsillo, pero sin la ansiada Green Card con la que buscar su oportunidad en la Meca de Apple, Google, y Facebook. ¿Y por dónde se cuela la trampa? Estableciendo las oficinas en alta mar. Concretamente en un barco anclado en aguas internacionales del Pacífico, a 22 kilómetros de la costa californiana y a salvo de las férreas leyes de inmigración de Estados Unidos.

Los ‘pasajeros’ de Blueseed trabajarían a tiro de piedra de Estados Unidos (30 minutos en ferry de la bahía de San Francisco y a otros 45 por carretera de Silicon Valley) sin necesidad de la famosa visa laboral. Así es como sortearían las leyes federales. Y por añadidura compartirían oficina con mentes brillantes llegadas de todo el orbe, transformando el crucero en un hervidero de creatividad, tecnología y multiculturalidad. La idea es que más pronto que tarde, esta concentración de talentos capte la atención de los jefes de Silicon Valley, siempre a la caza de ideas innovadoras que aporten valor a sus empresas, y acaben llamando a sus puertas. Entonces y solo entonces la montaña habrá llegado hasta Mahoma y Blueseed, al mejor de los puertos. Zarpemos en esta aventura de la mano de Dan Dascalescu, uno de los cofundadores.

Bares, hospital, gimnasios…

Dascalescu, que nació hace 33 años en Transilvania, pasó hambre bajo la dictadura de Ceaucescu y acabó trabajando para Yahoo en Silicon Valley antes de embarcarse en esta empresa, quiere que el barco esté operativo en 2014. El buque está ideado como un espacio híbrido para vivir y trabajar. En principio albergará a 1.200 clientes de 65 países distintos y 350 start-ups, además de la tripulación y el personal de apoyo, unas 200 personas más. El alquiler ronda los mil euros mensuales y da derecho a un equipamiento básico de trabajo, además de una oferta más lúdica a base de bares, restaurantes, gimnasios, piscina, salas de juego… También contará con hospital, helipuerto, lavandería, peluquería y un servicio diario de desplazamiento a tierra firme por ferry o en helicóptero.

“Los emprendedores de Blueseed solo necesitarán un pasaporte y una visa de turismo o negocios para visitar la costa, lo que les da derecho a reunirse con socios y clientes durante 180 días al año”, explica Dascalescu, inmerso en la búsqueda de efectivo para sacar a flote este barco-colonia, para el que necesitan 20 millones de euros (ya tienen siete de un inversor estadounidense). “Expertos de todo el mundo quieren venir a Silicon Valley a trabajar, tienen buenas ideas y hasta dinero para empezar… pero no consiguen el permiso de trabajo", cuenta Dascalescu en declaraciones a este periódico. Y esa escala en el camino hacia el fértil valle del silicio es la estructura flotante que propone Blueseed, concebida como una comunidad que fomenta la creatividad y el intercambio de información entre emprendedores altamente cualificados.

Si detrás de una idea lúcida hay casi siempre una mente ingeniosa, se supone que el roce diario de tanta gente brillante trabajando codo con codo en el Oceáno Pacífico estimulará la creatividad con prometedores resultados. A medida que maduren las nuevas empresas, Blueseed podría ayudarles a establecerse en Estados Unidos e incluso ofrecerles respaldo financiero. Pero hoy por hoy ese es un horizonte aún lejano.

Un buque del Estrecho

Dascalescu y sus otros dos socios (los tres, curiosamente, inmigrantes) han ido rebajando sus pretensiones sobre la estructura flotante. Al principio querían arrancar a lo grande construyendo en alta mar una plataforma diseñada al estilo de Googleplex (el admirado cuartel general de Google), pero el coste se disparaba a los 140 millones de euros. Luego pensaron en adquirir un crucero de segunda mano, y finalmente se ha impuesto la austeridad y han optado por el modelo de leasing. Ya tienen echado el ojo al barco que quieren alquilar, un crucero de 200 metros de eslora que opera en el Estrecho. Ahora rastrean por todo el mundo inversores que pongan dinero y apoyen su idea. “Buscamos inversores visionarios que entiendan que Blueseed es una industria novedosa, una nueva forma de inmobiliaria en el mar en la que vamos a crear un gran vivero de empresas y un ecosistema de empresarios brillantes. He conocido a muchos empresarios extranjeros que me dijeron que un mes en Silicon Valley vale por seis meses en su país. Eso, en Silicon Valley; en Blueseed, las cosas se moverán aún más rápido porque el ambiente lo va a favorecer”.

- ¿Y qué pasa con los que fracasen? ¿los arrojarán a los tiburones?

-Jajajaja, sí, sí para ellos vamos a instalar en el barco un trampolín desde el que alimentar a la fauna marina, jajajaja. Ahora en serio. ¡Claro que habrá fracasos! ¡Tiene que haberlos! Pero si tú vives, trabajas, almuerzas o cenas con emprendedores todo el día y tu empresa falla, la de al lado te va a contratar. Las empresas pueden fallar, pero los individuos encontrarán rápidamente el mejor lugar para ellos en un start-up diferente.