denuncia de la OIT

Quince millones de niños realizan trabajo doméstico fuera de su casa

Un informe advierte que se exponen a largas jornadas laborales, el uso de químicos tóxicos, el transporte de cargas pesadas, la manipulación de objetos peligrosos, el trato humillante y el abuso sexual

MADRID Actualizado: Guardar
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Unos 15,5 millones de niños de 5 a 17 años realizan trabajo doméstico, remunerado o no, en hogares de terceros. De ellos el 72% son niñas. Y dos tercios del total (10,5 millones) se encuentran en situaciones inaceptables que se consideran trabajo infantil, sea por no haber cumplido la edad mínima legal de admisión al empleo, sea por trabajar en condiciones peligrosas (8,1 millones) o que rozan la esclavitud y abusos físicos o sexuales. El tercio restante (5 millones) lo integran en su mayoría adolescentes que realizan trabajo doméstico permitido, pero que necesitan protección contra posibles abusos y garantías de condiciones laborales dignas, según denunció este miércoles un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil.

Gran parte de esos menores carecen de acceso a la educación o lo tienen limitado, lo que hipoteca y ‘roba’ su futuro, tal como describe el documento ‘Erradicar el trabajo infantil en el trabajo doméstico y proteger a los jóvenes trabajadores contra las condiciones de trabajo abusivas’. El informe, que tiene como objetivo de «concienciar a la sociedad sobre este grave problema, que expone a niñas y niños a distintas formas de abuso y explotación», describe el trabajo doméstico infantil como una «realidad oculta» que suele estar enraizada en modelos sociales y culturales que perpetúan los roles tradicionales de las mujeres, lo que complica su abordaje para buscar soluciones.

Sin embargo, la OIT cree que hay soluciones legales para erradicar ese fenómeno: el Convenio número 189, que exige a los Estados miembros de la organización fijar una edad mínima para ese tipo de trabajo, y la Recomendación número 201, que demanda la identificación, prohibición y eliminación del trabajo peligroso infantil, así como la implementación de mecanismos para vigilar la situación de los menores que trabajan en el ámbito doméstico.

El informe pone de relieve en que muchos países el trabajo doméstico infantil «no solo es aceptado, sino que se ve de manera positiva y se prefiere a otras formas de empleo, sobre todo para las niñas. Además, se percibe muchas veces como parte del ‘aprendizaje’ para la edad adulta y el matrimonio. Y todo ello contribuye, por una parte, a perpetuar los papeles y las responsabilidades más tradicionales adjudicadas a las mujeres dentro y fuera del hogar y, por otra, a que esa realidad se prolongue en el tiempo».

Causas y riesgos

La solución en todo caso «es difícil», subraya el informe de la OIT, dado que el fenómeno tiene causas complejas que pueden agruparse en dos grandes apartados. Por un lado, la pobreza y su feminización, la exclusión social, la falta de educación, la discriminación étnica y de género, la violencia sobre las niñas y niños en sus hogares, los desplazamientos y la migración rural a las zonas urbanas, y, en fin, la pérdida de los padres y madres a causa de conflictos o enfermedades. Y el otro, los factores de atracción: aumento de desigualdades económicas, servidumbre por deudas, percepción de que la persona empleadora es parte de la familia ampliada y ofrece un ‘ambiente protegido’ al menor, creciente necesidad de las mujeres que desean integrarse en el mercado laboral de tener una persona ‘sustituta’ en el hogar, y la esperanza de que el servicio doméstico ofrezca a niñas y niños una oportunidad de instrucción.

La OIT denuncia como peligros para los menores que trabajan las largas jornadas laborales, el uso de químicos tóxicos, el transporte de cargas pesadas, la manipulación de objetos peligrosos -cuchillos, hachas, ollas calientes-, la alimentación y alojamiento insuficientes o inadecuados, el trato humillante o degradante –incluida la violencia física o verbal- y el abuso sexual. Estos riesgos son aún mayores cuando el niño o la niña vive en el domicilio de la persona empleadora.

Estos riesgos, según el documento, privan a los niños que trabajan en el ámbito doméstico de derechos fundamentales como el acceso a la educación y a la atención médica; el derecho al descanso y tiempo libre; el derecho al juego y otras actividades recreativas; el derecho a recibir cuidados y a tener contacto regular con sus progenitores y con sus amistades. Esto se traduce en un grave e irreversible impacto --físico, psicológico y moral-- en el desarrollo, la salud y el bienestar de los menores.