BALONCESTO | FINAL DE LA ACB

El Madrid golpea en el ánimo culé

Los blancos se imponen al Barcelona en el primer partido de la final de la ACB tras remontar un partido que los visitantes tenían controlado

MADRID Actualizado: Guardar
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Resulta difícil de explicar que en un partido entre dos rivales que se conocen tan bien después de haber disputado ya cinco encuentros a lo largo de la temporada en todas las competiciones posibles (Liga, Copa del Rey, Supercopa y Euroliga), con tanta carga táctica, que depende mucho del estado de forma de los hombres importantes, y que se suele decantar a favor de aquel que más cuida los pequeños detalles, los propios entrenadores consideren que la victoria se cimenta en los estados de ánimo, en las emociones. Precisamente, a ese aspecto del juego, el más incontrolable, fiaban Pablo Laso y Xavi Pascual buena parte de sus posibilidades en la final de la Liga ACB y, particularmente, en el primer choque de la serie al mejor de cinco enfrentamientos que afrontaban.

Las emociones no pueden llegar a ser estables a lo largo de cuarenta intensos minutos. Las sensaciones de cada jugador pasan durante ese tiempo por picos de subidas y bajadas, en algunos casos extremos. Y ahí es donde entran los técnicos, los encargados de observar los estados de ánimo de sus pupilos y tratar de combinarlos de las mejor forma posible para obtener el rendimiento más deseable y frenar las acciones positivas del rival.

En dos plantillas tan profundas y con tanto talento, la gestión de los instintos es vital. A veces, hay que fijarse en aquellos menos habituales para encontrar las soluciones más sorprendentes. Porque los estados de ánimo se basan fundamentalmente en la confianza, en la propia y en la que transmite el que envía las órdenes desde el banquillo.

Laso lo tuvo fácil en el comienzo del partido disputado en el Palacio de los Deportes de Madrid. Su jugador franquicia, Rudy Fernández, respondía. Mientras, Pascual empezó con Huertas como único jugador tocado por la varita de la inspiración. Y decidió tirar de su propia iluminación. Cuando solo Marcelinho era capaz de aportar algo original al juego del Barça, decidió darle descanso y sacar al atlético y defensivo Víctor Sada. Entonces, los culés empezaron a funcionar. Los puntos de los visitantes se repartieron y frenaron las buenas sensaciones blancas, pese a que un triple sobre la bocina de Llull, tras cruzarse el campo a la velocidad del rayo, parecía volver a cambiar la alegría de bando y daba siete puntos de ventaja a los merengues tras el primer cuarto (21-14).

Pero Pascual insistió en Sada y, mientras repartía juego para que Lorbek y Oleson sumaran, el internacional comenzó a mirar el aro desde su puesto de base y a verlo más abierto que el resto. Probó y encestó su primer triple como parte de un parcial de 2-16 que borró de un plumazo las buenas sensaciones blancas de los primeros diez minutos y les sumió en un agujero negro ofensivo del que solo Sergio Rodríguez escapó, en un duelo de triplistas con el base azulgrana, que con cuatro aciertos en otros tantos intentos se fue hasta los quince puntos en apenas trece minutos y disparó a la decena la ventaja de su equipo al descanso (35-45).

Tras la obligada parada, el partido recuperó el equilibrio de fuerzas. Pero la ventaja la seguía llevando el Barça. Y con ocho puntos entraron los visitantes al último periodo, en unas circunstancias que recordaban mucho al último de los duelos entre los dos grandes del baloncesto español. En la semifinal de la Euroliga, el Madrid fue capaz de remontar en la fase decisiva e imponer su ritmo en unos últimos minutos trepidantes que los catalanes no supieron detener.

Este Barcelona no es el de entonces, cuenta con Oleson y Mavrokefalidis. Y con Navarro y Lorbek que, sin alcanzar su nivel más alto, están ya para las grandes ocasiones. Y esta lo era. El fondo de armario de Pascual ya cuenta con más prendas para combinar el mejor conjunto.

Pero este Madrid no es tampoco el imberbe aspirante de la final del año pasado, está más hecho y se agarra al partido con todas sus garras, con las de Llull, con las de Reyes, con las del increíble Sergio Rodríguez, el que siempre está cuando se le necesita.

Remontada con polémica

Después de 36 minutos de juego y de un baile de emociones brutal, el partido comenzaba de cero (65-65). Y Navarro demostró que, cuando su físico no le tumba, su talento y carácter suelen imponerse... Siempre que no esté por ahí Felipe Reyes. El capitán blanco culminó con dos rebotes ofensivos y una canasta una nueva remontada encabezada por 'la barba' de la ACB (73-71).

Y entonces Sada volvió a emerger, cruzándose toda la pista para anotar la canasta ganadora. Ahí, surgió la mano salvadora de Llull. Salvadora porque los árbitros no vieron ninguna acción ilegal en su defensa, cuando alargó la mano en busca del balón que estaba en manos del rival y, además, dieron la posesión al Real Madrid, ante las protestas del banquillo visitante y el posterior amago de tangana entre los dos equipos, resuelta con una técnica para el Barça.

Los tiros libres finales solo sirvieron para certificar la victoria del Madrid, la que le da el primer punto de una final que, como ya adivinaban los técnicos, se va a decidir por detalles y por estados de ánimo. Tras la primera montaña rusa emocional de la eliminatoria, los culés han quedado tocados, mientras que la alegría se quedó en casa.