Análisis

Irán: Callejón sin salida

El 'Consejo de los Guardianes' ha vetado dos candidaturas a la Presidencia de peso: la del expresidente Ali Ajbar Hasehmi Rafsanyani y la de Esfandiar Rahim Mashaei

MADRID Actualizado: Guardar
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El 'Consejo de los Guardianes', que tiene entre otras atribuciones la de dar por buenas las candidaturas a la presidencia de la República Islámica de Irán, ha vetado este miércoles las de dos personalidades de peso: el expresidente Ali Ajbar Hasehmi Rafsanyani y la de Esfandiar Rahim Mashaei, el claro aspirante del presidente saliente, Mahmud Ahmadineyad.

La decisión, no del todo inesperada, causó una fuerte conmoción en el escenario político y parece confirmar no solo la estrechez del marco institucional iraní para hacer política con normalidad, incluso bajo los rígidos límites marcados por la legalidad formal, sino el cerrojazo que el estamento religioso tradicionalista y ultra impuso en su día sobre la vida política y social.

Solo el Guía, Alí Jamenei, máxima autoridad del curioso sistema iraní puede alterar la decisión y si Rafsanyani hizo saber de inmediato que no recurrirá el veto (lo que a sus 78 años es como despedirse de la vida política) el presidente Ahmadineyad, quien es no solo es patrocinador sino el consuegro de Esfandiar, anunció en un tono muy duro “contra esta injusticia incomprensible” que recurrirá la decisión.

Un escenario delicado

Había más de seiscientas personas registradas como pre-candidatas, en gran parte anecdóticas, incluyendo algunas mujeres, sabedoras de que, si han podido ser diputadas, la interpretación vigente de la Ley las veta. La crucial elección presidencial tendrá lugar el 14 de junio.

La situación es muy delicada por varias razones, la principal de las cuales es que no queda a día de hoy un candidato aperturista claro, reformador, al modo de un Hossein Mussavi o un Mehdi Karubi, quienes tras la agitada reelección del presidente Ahmadineyad (tal vez fraudulenta) en 2009 fueron detenidos, procesados y aún hoy están bajo estricta vigilancia policial.

Hay apenas alguna esperanza con un candidato que ha pasado el corte, Hassan Rohani, antiguo asesor del Guía y acreditado antiguo gestor del programa atómico iraní, a quien se tiene por un moderado realista. Por cierto, el actual jefe del equipo negociador nuclear, Said Yalili, también es candidato y ha sido aceptado como tal.

El caso Esfandiar

El hecho más novedoso, sin embargo, es la insistencia del saliente Mahmmud Ahmadineyad, que ha terminado por enemistarse con casi todo el establishment, en promover la candidatura de Esfandiar. Este hombre es inclasificable, nunca tuvo cargos en el gobierno, pero fue largo tiempo jefe del gabinete del presidente, de quien es amigo íntimo hace treinta años y consuegro (su hija está casada con un hijo del presidente).

Su personalidad hiperactiva, colorista y a veces contradictoria y poco solvente le acercan a una tonalidad liberal que ha gustado al público urbano y los jóvenes. Suficiente en todo caso para que el Consejo le considere peligroso, además de potencialmente incontrolable.

El veto a Rafsanyani es incomprensible, en cambio. Una hoja de servicios con ocho años en la presidencia y aún hoy en puestos clave en el “Consejo de Discernimiento”, pieza clave en la arquitectura jurídica del régimen no han servido para nada. La razón a nadie se le escapa: aunque pasa por ser un centrista y pragmático en asuntos económicos, se le ve, con lógica, como el eventual depositario de la marea de votos reformadores que esperan, se diría que en vano, una posibilidad de ganar votando….