Andrea Huisgen, representante española en Miss Universo. / Darren Decker (Reuters) | Vídeo: Atlas
PERFIL

A comerse el universo

La española Andrea Huisgen se plantó ante el magnate Donald Trump para poder competir en Miss Universo. Y ahora quiere esa corona

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

A Andrea Huisgen (Barcelona, 22 años) no se le va la sonrisa de la cara. La lleva tatuada a todas horas. Y no precisamente para hacer méritos delante del jurado de Miss Universo, lo habitual en estos casos. Está radiante por fuera... y por dentro. Y se le nota. La catalana por fin está cumpliendo su sueño de luchar por ser la más bella entre las bellas después de unos meses en los que la burocracia casi la aparta de batallar por esa corona de apenas dos kilos de peso, pero que lleva engarzados contratos, viajes, portadas, entrevistas, anuncios y una agenda cargada de actividades generalmente bien remuneradas. «Me tuve que pellizcar varias veces al llegar a Las Vegas. Hasta que no tuve mi credencial tenía muchas dudas de si finalmente podría hacer realidad mi sueño», detalla la Miss España 2011, quien se ha costeado totalmente su participación en el certamen. Lejos han quedado los meses en los que pensó arrojar la toalla tras cambiar la empresa española que gestionaba el concurso de belleza en nuestro país. Pero ella tiró de perseverancia y se plantó en las oficinas del magnate Donald Trump (el dueño de la extensa maquinaria de belleza) en Nueva York para reivindicar su puesto ganado como Miss España. Y al final lo logró: desde principios de diciembre ya se encuentra en Las Vegas, ciudad anfitriona del certamen, donde luce con orgullo su banda blanca de 'Spain'.

– ¿Cuál ha sido su mayor sacrificio hasta llegar a Miss Universo?

No sabría por dónde empezar. Desde luchar por lo que es un derecho que se otorgaba a la representante de Miss España, hasta aguantar callada muchas mentiras e historias que se han dicho.

– Casi tuvo una depresión, ¿ha llorado mucho?

Sí, aunque en privado. Tengo una parte alemana muy reservada... aunque a veces la emoción me desborda y las lágrimas caen. Ha sido un camino muy duro y muy difícil que nada tiene que ver con la preparación como miss y sí con el derecho jurídico del que yo no habría querido ni oír.

Por eso aparte de machacarse con un entrenador personal estos meses, Andrea se ha curtido a nivel emocional gracias al 'coaching', especialidad en la que se encuentra cursando un máster. En Las Vegas está saboreando su mejor momento y ni siquiera le pone nerviosa que las principales quinielas la sitúen entre las favoritas para suceder el próximo miércoles a la angoleña Leila Lopes. Sería la segunda española en lograr el título tras Amparo Muñoz. Su carta de presentación: 1,82 de altura con unas medidas perfectas de 89-63-91, unos ojazos marrones que hablan por sí solos de la ‘marca España’ y una soltura para conversar en cuatro idiomas (español, catalán, inglés y alemán por su padre). Aderezado todo con una espectacular melena castaña que se ha oscurecido porque en realidad tira a rubia. «Me siento más guapa así, y también por variar», detalla entre risas horas antes de que anoche desfilase con el traje regional firmado por el diseñador canario Fernando Méndez.

Los elogios no paran de llegarle a través de su cuenta en Twitter (@andrea_huisgen). «Hay que tener los pies en el suelo y luchar sin bajar la guardia hasta el final», desvela la concursante tras meterse varios cafés en el cuerpo porque le gustan cargados y en Estados Unidos son más bien flojitos. En la ciudad de los casinos, el despertador suena todos los días a las cinco y media de la mañana. Después llegan las sesiones de maquillaje, peluquería, reportajes y actividades de todo tipo en las que incluso ha tenido que mostrar sus dotes pictóricas. Eso sí, por una buena causa. Una agenda del día que ni la del presidente del Gobierno. Apenas cuentan con unos minutos libres para actualizar Twitter y ver a su familia (allí están su madre y dos amigas aunque hoy llegan 15 personas más para animarla). Y siempre con mil ojos acechándola. «Tenemos muchísimo control en todo momento ¡incluso para ir al lavabo! Si le ocurriera algo a alguna chica sería un desastre para la organización; hay misses latinas que en sus países son tan importantes como los grandes políticos», relata Andrea. De ahí que se montase un buen guirigay cuando una página web filtrara hace unos días los números de las habitaciones de las 89 aspirantes. Se duplicó entonces la seguridad.

En diez días de concentración previa solo la han dejado salir sola del hotel con su familia tres horas. Lo justo para lanzar una moneda con su sueño a la réplica de la Fontana de Trevi o pasear por la ciudad y cruzarse con esculturas de caballos, deporte que le apasiona y del que quiere ser profesora. No ha tenido tiempo ni de souvenirs ni de compras. Quiere agenciarse unas botas de montar para incrementar su colección (cuenta con 40 pares). Eso lo deja para después del concurso... siempre que no se traiga la corona a España.

Lo que no faltan son las risas diarias con Bolivia, Polonia, Chipre y, especialmente, con Miss Líbano: «Somos inseparables. Ella tiene una hermana gemela, de quien nunca se había separado, y se encuentra un poco triste. Hemos hecho muy buenas migas y yo le hago de hermana». La competencia, recalca, es muy «sana». Igual que la comida. Porque pese a los estereotipos, las misses no solo se alimentan del aire. «La primera semana fuimos a cenar todas a un italiano, con pasta y tiramisú incluido –aunque a años luz del postre especial que le prepara su 'abuelita'–», desvela la catalana. Allí le tocó imitar una foto de Sofia Loren comiendo espaguetis con verdadera ansia. Uno de los mejores recuerdos que se lleva del concurso... por el momento.

Una camiseta del Barça

Mientras llega la gran final del miércoles, apenas duerme cinco horas diarias... y aunque sea en pijama, siempre en alerta y de la forma más glamourosa. ¡Hasta cuando alguien llama a la puerta de su habitación tiene que estar preparada! En el espectacular hotel Planet Hollywood donde se alojan, tiene de compañera de cuarto a Miss Uruguay, Camila Vezzoso, una chica de 19 años que estudia para economista. La joven le ha regalado uno de sus inseparables amuletos: un rosario. Ambas comparten una habitación llena de modelitos que cuelgan en ‘burros’ porque el armario se les ha quedado minúsculo. Solo Andrea ha cargado con nueve maletones desde España (además, viajó sola). Un «arsenal» de vestuario que ha elegido libremente. Solo de zapatos lleva 30 pares, entre ellos unos espectaculares con tacones de cristales de Swarovski.... «pero aun así no estoy entre las más exageradas», explica entre risas.

En la mesilla reposa uno de los libros de la saga ‘Crepúsculo’ que no ha tenido tiempo de abrir desde que aterrizase en un certamen que al principio se iba a celebrar en República Dominicana y que impidió la crisis. Uno de los mayores tesoros que se ha llevado de nuestro país es una camiseta firmada por todos los jugadores del Barcelona, que se subastará con fines benéficos.

El Barça, el vino y la comida española coparon los siete minutos de entrevista previa de Andrea con los miembros del jurado. Sin olvidar su mantra: ‘Persigue tu sueño, no importa lo distante que parezca’. No en vano, la actual Miss España dejó sus estudios de Derecho para dedicarse en cuerpo y alma a preparar el certamen nacional y modelarse al estilo de las misses venezolanas. ¡Hasta dejó de lado a posibles novios para que no la apartasen de su sueño!

– Cuando ganó Miss España confesó en estas mismas páginas que dejó de lado los novios, pero ya ha abierto la veda. ¿Dejaría el trono por amor como han hecho otras?

Creo que el verdadero amor es paciente y sabe esperar. No se debe renunciar a nada, no creo que haya una incompatibilidad si hay confianza y respeto mutuo.

– ¿Y se imagina el miércoles con la corona de Miss Universo sobre su cabeza?

Ahora sí. Al principio tampoco me esperaba ser Miss España, pero estando ya en Las Vegas, todo es más cercano, casi la puedes tocar...