ENTREVISTA CON SANDRA IBARRA

«He pagado un peaje muy caro para ser feliz»

La exmodelo y publicista Sandra Ibarra relata su lucha contra el cáncer en ‘Las cuentas de la felicidad’, una suerte de catarsis vital que ha planteado como un regalo para transitar por la enfermedad

MADRID Actualizado: Guardar
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La exmodelo y publicista Sandra Ibarra ha presentado su primer libro, titulado 'Las cuentas de la felicidad' (Planeta). En la obra, Ibarra relata su vida desde el momento en el que, a los 20 años y apenas iniciada una prometedora carrera como modelo, un médico le comunicó que tenía el 98% de la médula dañada debido a una leucemia especialmente agresiva. Abandonó su profesión de modelo y su vocación como comunicadora, aunque hoy puede decir que ha vencido al cáncer en dos ocasiones. Actualmente preside la 'Fundación Sandra Ibarra de solidaridad contra el cáncer' y se ha convertido en un referente en la lucha contra el cáncer, con un discurso positivo aunque sin alejarse de la realidad con el que recuerda que hay dos maneras de vivir el cáncer: como una desgracia que hay que superar o como un proceso que hay que vivir. Sandra Ibarra eligió hace años el segundo camino, un duro trayecto en el que siempre ha intentado echar las cuentas de la felicidad. "Las calculo cada día de mi vida y, ahora, al acabar el libro, me he dado cuenta del trabajo que me ha costado que me salgan las cuentas de la felicidad. He pagado un peaje muy caro en la vida para ser feliz", explica.

Ibarra encontró en la fundación que preside su "leyenda personal" y lo hizo a través de algo con algo que jamás había soñado "porque uno nunca sueña con tener cáncer, pero he encontrado mi sitio en la vida", relata. A partir de su labor en las conferencias impartidas y las peticiones de los pacientes, la exmodelo decidió relatar su lucha en un libro que plantea como un regalo para transitar por la enfermedad. "Si la forma en la que yo lo he vivido, saliendo adelante y superando la enfermedad, sirve de algo, te la regalo. Solo con que le sirva a una persona sería suficiente", asegura.

El recorrido por las páginas de 'Las cuentas de la felicidad' revela un alegato al positivismo que considera vital en una sociedad marcada aún por los estigmas que rodean a la enfermedad. "Para transitar por la vida aún se nos otorga el pasaporte del sano o el pasaporte del enfermo y mi mensaje a las personas que pasan por una enfermedad es que hay que renovarse el pasaporte. Yo lo he hecho en dos ocasiones". Defiende también llamar al cáncer por su nombre y alejarse de un lenguaje bélico que considera doloroso para los enfermos. "A veces hace más daño un titular que una quimioterapia", sentencia. "No se trata de positivizar el cáncer porque es una enfermedad dura, si no de cambiar un lenguaje que ha quedado obsoleto. A veces no nos hacen daño las cosas si no las ideas que tenemos de ellas", recuerda la comunicadora.

Catarsis

Escribir el relato de su tránsito por la enfermedad ha supuesto para Ibarra en definitiva una catarsis en la que ha recuperado muchos momentos olvidados. "Tenemos mucha capacidad de superación y de olvidar las cosas malas. Por ejemplo, había olvidado que a la hora de hacerme la punción medular fue imposible y decidieron sacar un trozo de hueso de cadera. Mi única pregunta fue "Y me voy a quedar sin ese trozo". Con 20 años no entendía aún que los huesos se regeneran", rememora. "Mi madre ha sido mi memoria en muchas cosas, sobre todo en las estancias en el hospital en las que pierdes hasta la noción del tiempo".

Además de los recuerdos atesorados por su madre, la exmodelo ha ido recuperando anotaciones realizadas a lo largo de los últimos años. De hecho, muchos de los textos que aparecen en el libro son los originales ya que, explica, "los he querido mantener por la fuerza que tenían al haberlos escrito cuando dolían".

Desde casi el inicio de su enfermedad, Ibarra decidió que no quería esconderse y, durante años, fueron frecuentes las imágenes en las que lucía un pañuelo en la cabeza durante los tratamientos a los que se sometió para superar la enfermedad. "Como persona conocida creo que es una obligación moral. "A mí me hubiera encantado que una chica de mi edad me hubiera transmitido el mensaje de que se puede salir y además así de bien, porque si yo que he salido de dos cánceres no estoy concienciada, cómo voy a esperar que otras personas entiendan mi mensaje".