CIENCIA | SALUD

El fármaco para alargar la vida, un paso más cerca

Un estudio internacional dirigido desde el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge demuestra que el epigenoma cambia a través de los años

MADRID Actualizado: Guardar
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El hombre siempre ha soñado con vivir cuanto más mejor, de rascar unos añitos más al reloj biológico, de buscar la inmortalidad aunque Queen abogaba por lo contrario. Ha buscado otros mecanismos, como la criogenia, en que los cuerpos se congelan a la espera de que se desarrolle las técnicas necesarias para revivir un cuerpo humano. Ahora aparece la primera piedra de un camino que será muy largo: la epigonema. Una investigación internacional dirigida por Manel Esteller, director del programa de Epigenética y Biología del Cáncer del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell), que ha determinado que el epigonema de los recién nacidos y las personas centenarias es distinto.

En todo ser humano, el genoma de las células son iguales, con independncia de su aspecto y función. Lo que diferencian a cada célula las señales químicas o marcas epignéticas que las regulan. Estas sí que son específicas de cada tejido humano y cada órgano. Este trabajo se ha centrado en la diferencia y ha determinado que va cambiando mientras nos hacemos más mayores. En el estudio, publicado por Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), los científicos han secuenciado totalmente los epigenomas de las células blancas de la sangre de un recién nacido, de un individuo de edad intermedia y de una persona de 103 años. Los resultados demuestran que el centenario presenta un epigenoma distorsionado que ha perdido muchos interruptores (grupo químico metilo), que son los encargados de apagar la expresión de genes inapropiados. Sin embargo, también acaban con algunos genes protectores.

«Extendiendo los resultados a un grupo numeroso de neonatos, individuos situados en el punto medio y nonagenarios o centenarios nos damos cuenta de que se trata de un proceso progresivo en el que cada día que pasa el epigenoma se va torciendo», afirmó Esteller. Además, el responsable del Idibell, un centro de investigación creado en 2004, destacó que «las lesiones epigenéticas, a diferencia de las genéticas, son reversibles y, por tanto, la modificación de los patrones de la metilación del ADN por cambios dietéticos o por el uso de fármacos podría inducir un aumento del tiempo de vida».