final de la copa del rey

Atronadora pitada al himno y a Aguirre

TVE volvió a bajar el sonido ambiente para minimizar el ruido de los silbidos. Al finalizar el encuentro Puyol y Xavi pasearon las banderas de Cataluña y Euskadi por el terreno de juego

MADRID Actualizado: Guardar
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Se cumplió el guión y los silbidos se adueñaron del Vicente Calderón cuando empezó a sonar el himno de España. La atronadora pitada de las aficiones de Athletic y Barcelona impidió escuchar los reducidos acordes nacionales, pues las notas apenas sonaros 27 segundos. Ni siquiera esta triquiñuela justificada por la ausencia del Rey en el palco, sirvió para camuflar la masiva protesta.

Eso sí, el ruido solo fue para los 55.000 espectadores que abarrotaban el estadio colchonero. Porque quienes vieron el encuentro por televisión pudieron disfrutar del himno sin problemas ya que TVE, como ya hiciera hace tres años con idénticos finalistas, bajó el sonido ambiente en beneficio de la Marcha Real. Sin embargo, tras las acusaciones de manipulación, la cadena pública prometió no volver a repetirlo y los silbidos pudieron llegar nítidos a los oídos de los espectadores durante la final entre el Real Madrid y el Barcelona del año pasado.

Pero en el Calderón, las aficiones de ambos equipos también se acordaron de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. La líder del PP regional fue insultada tras abrir la caja de Pandora y proponer la suspensión del encuentro por los pitos. Unas palabras que provocaron una reacción en cadena que obligó al mismísimo Gobierno a aclarar que el partido se disputaría y a pedir, por boca de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, no mezclar el deporte con la política en un intento de calmar los exaltados ánimos. Quizás, consciente de este recibimiento hostil, Aguirre decidió ausentarse del encuentro.

Al finalizar el encuentro Puyol paseó por el centro del campo con las banderas de Cataluña y Euskadi.

Confraternidad

Más allá de las cuestiones políticas, el gran protaginista de la jornada fue el buen ambiente vivido entre ambas aficiones durante todo el día.Y es que las calles de Madrid se vieron invadidas por una marea de simpatizantes rojiblancos y azulgranas. Hasta 40.000 bilbaínos, el doble que culés, tomaron el centro de la capital y los lugares más emblemáicos de la ciudad. La Cibeles y Neptuno, las plazas de Real Madrid y Atlético, fueron inmortalizadas por miles de aficionados.

El despliegue de seguridad compuesto por 2.300 agentes de seguridad, entre Policía Nacional y Municipal, funcionó sin problemas y cumplió su objetivo disuasorio. El temor a que una marcha ultraderechista convocada por Falange el mismo día acabase con incidentes se consiguió evitar.

Porque la fiesta triunfo sobre los extremistas. En los alrededores del Calderón se podía ver confraternizar a seguidores de ambos equipos, que intercambiaban saludos. Los aficionados que portaban banderas híbridas, mitad ikurriña, mitad senyera, abundaban. El Samur atendió a 37 personas por mareos y bajadas de tensión.