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Hockney colorea el Guggenheim

El museo bilbaíno revisa la obra reciente del gran artista británico a través de sus vivísimos paisajes sin figura

BILBAO Actualizado: Guardar
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Su última paleta es un iPad. Sus lienzos pantallas de alta definición o planchas de aluminio estampadas. David Hockney (Bradford, 1937) alterna herramientas digitales con la misma maestría que el óleo, el lienzo y el lápiz. Con la última tecnología ha elaborado buena parte de los coloristas paisajes que exhibe hasta septiembre en el museo Guggenheim de Bilbao, en la muestra ‘David Hockney: una visión más amplia’. Con un pie en la tradición y otro en el futuro, su trabajo reciente es una celebración de la naturaleza a través de vivificantes paisajes sin figura. Una explosión de color, vitalidad y optimismo en dos centenares de piezas con las que el más notable pintor británico en activo demuestra su capacidad para sorprender.

Como el asesino al lugar del crimen, regresó Hockney a los paisajes de su infancia en Yorkshire hace algo más de una década. Un cáncer consumía a su amigo del alma, Jonathan Silver, y Hockney sufrió una doble convulsión emocional que le indujo a echarse al campo armado ora con su caballete y sus óleos, ora con un iPad o un iPhone, ora con un enjambre de cámaras digitales engarzadas sobre un coche para obtener esa visión “ampliada” del entorno brumoso de los Wolds que redescubría tras décadas bajo el sol californiano.

Más de 600.000 personas visitaron en la Royal Academy de Londres la muestra que llega ahora al Guggenheim con patrocinio de Iberdorla. Su núcleo son los coloristas paisajes de Yorkshire realizados desde 2004. Casi 200 piezas entre óleos, carboncillos, dibujos digitales, cuadernos de bocetos y vídeos que ofrecen una panorámica de su emotivo retorno al paisaje de su infancia recreado con los elementos eternos del género -observación del natural y trabajo en estudio- y la tecnología más osada.

Curioso infatigable, creó con faxes, fotocopias o fotos polaroid. Ahora alterna los óleos descomunales con los dibujos de iPad y los paisajes en movimiento que registra con varias cámaras y presenta en una enorme trama de 18 pantallas. Sus películas y creaciones digitales –únicas, nunca seriadas- comparten audacia, originalidad y tamaño con sus pinturas.

Piezas imponentes como ‘Tala de invierno’, de más de 6 metros de ancho donde muestra los árboles sin vida, o ‘La llegada de la primavera en Woldgate, East Yorkshire en 2011’. Impone y sobrecoge este glorioso homenaje a la naturaleza, una gran pintura compuesta de de 32 lienzos rodeada por 51 dibujos realizados con iPad e impresos sobre papel.

Sus cuadernos de apuntes dan pistas de su inspiración y de la composición de muchas de las pinturas expuestas. Evidencian el genuino interés de Hockney por las nuevas tecnologías, y testimonian un provechoso viaje por España en el que dibujó la mezquita de Córdoba y la Alhambra de Granada.

Éxito temprano

Hockney estudió en la escuela de arte de su ciudad antes de ingresar en el Royal College of Art, donde permaneció entre 1959 y 1962. Compañero de Peter Blake y R.B. Kitaj, ganó fama mientras estudiaba, cuando se le incluyó en la exposición ‘Young Contemporaries’, que marcó el surgir del arte pop británico.

Instalado en los Los Ángeles en los setenta, su etapa californiana fue su gran catapulta internacional, en especial su serie de las piscinas, palmeras y cielos y los retratos de estrellas de Hollywod.

Miembro de la Royal Academy desde 1991, el motor de la carrera de Hockney está en la curiosidad y lo desafíos que le llevaron a probar todas las posibilidades de la representación del paisaje, del natural al recuerdo y la imaginación, con el apoyo de herramientas visuales y tecnológicas. Su virtuosismo, el profundo conocimiento de los maestros del pasado y su enfoque siempre innovador le permiten ofrecer “una visión más amplia”.