Análisis

Diálogo: palabra vacía

PP y PSOE han sido incapaces de llegar a un acuerdo sobre la Ley de Estabilidad Presupuestaria

MADRID Actualizado: Guardar
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No es posible que las palabras más usadas en el Congreso hayan sido diálogo, pacto y consenso y hayan tenido, como ahora se dice, tan poco recorrido. PP y PSOE han sido incapaces de llegar a un acuerdo sobre la Ley de Estabilidad Presupuestaria, una ley pactada cuando estaba Zapatero pero que ahora no vale con Rubalcaba. Cuando apreciamos que el discurso va por un lado y los hechos por otro entonces el refranero se nos presenta con oportunidad y sabiduría: dime de que presumes y te diré de lo que careces. Cuesta imaginar una clase política tan distraída. Sí, digo distraída, es mejor no aventurarse con otros adjetivos no sea que nos vayan a manchar a todos. Eso que llamamos los políticos no son más que el reflejo fiel de lo que hay en las calles, en las aulas, en las fábricas y cafeterías donde tanta política de salón se hace. Definitivamente no hemos nacido para el acuerdo. El pacto general entre PP y PSOE es una entelequia; es más, atrevidos hay que afirman que es precisamente esto lo que nos ha hecho capaces de afrontar cualquier circunstancia a lo largo de nuestra historia. Cuesta creerlo.

Ya nada tiene un referente en el pasado: la economía se ha cargada a la política. La política es hoy un grupo de funcionarios que Bruselas envía a Madrid y vigila nuestras reformas desde el Hotel Palace. Esa es la gran metáfora: somos unos pobres capaces de invitar a un hotel de lujo a media docena de burócratas que vienen a auditarnos y a ver si nos entendemos en algo. Esos mismos funcionarios leerán hoy la prensa española y entre café y café pensarán: son raros estos españoles: tienen claro que están mal, que se empobrecen, que el paro se les va de las manos y de la imaginación y sin embargo son incapaces de llegar a un acuerdo. Por eso no debe extrañarnos que Felipe González diga que ve a Rajoy y a Rubalcaba desorientados. O sea, sin norte.

Rajoy vive escondido en el burladero de la herencia recibida y Rubalcaba se abre paso en un partido que busca la brújula de una izquierda suave que ve lejos su vuelta al poder. El presidente dice que sí: bienvenido al diálogo pero usted no me deja renovar organismos claves para el funcionamiento del Estado. Rubalcaba se ofrece y habla de pacto, pero es sólo delante de un fotógrafo. Los dos hacen política, supuestamente para sus militantes. El resto de españoles puede esperar. Esperan, pero no olvidarán semejante disparate. Al tiempo.