Análisis

Siria: tasando el tiempo

La tragedia del país está todavía inserta en una rivalidad antigua entre bloques

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La segunda reunión del llamado 'Grupo de Países Amigos de Siria' ha aprobado en Estambul lo que se había negociado previamente por sus gobiernos y que se reduce a tres cosas:

a) El enviado especial de la ONU para Siria, Kofi Annan, debe fijar un calendario vinculante para su misión, una especie de tope para que el régimen sirio deje de disparar,

b) El Consejo Nacional Sirio es un representante genuino y legítimo (pero no el representante) de la oposición.

c) Los reunidos rehúsan armar a la oposición.

Estos puntos se acompañaron de un explícito apoyo a la gestión de Kofi Annan, quien, visiblemente, había sido informado previamente de lo que se trataría y cómo en Estambul y ha visto, más o menos, atendida su petición de que no se decidiera allí nada que pudiera dinamitar o debilitar su misión.

Visiones contrapuestas

Los amigos de Siria (a los que el diputado ruso Konstantin Kosiachev, jefe del comité de Exteriores del parlamento llama irónicamente enemigos de Siria) son setenta y el número incluye a los pesos pesados del mundo occidental, USA y la UE en cabeza, pero no a Rusia ni China ni a los grandes estados emergentes como potencias internacionales, todavía reticentes a atender solicitudes que, de un modo u otro, implican la clásica “injerencia en asuntos internos”.

Así pues, y esto es un problema procedimental y político, la tragedia siria está todavía inserta en una rivalidad antigua entre bloques, no termina de suscitar un consenso genuinamente universal sobre su tratamiento y sufre de lo sucedido en Libia, cuando Moscú y Pekín aceptaron una intervención para “proteger al pueblo” que terminó como es sabido.

El régimen sirio ha encontrado en esta situación un arma diplomática y en la protección militar rusa, con entregas de equipo militar, un doble argumento para perseverar en su conducta. De hecho, el viernes hizo saber que ha liquidado sobre el terreno “el intento de derrotar al Estado” y algo hay de eso. Parece difícil a medio plazo obtener una victoria militar sobre el régimen.

¿Qué hacer?

Al corriente de todo esto, Kofi Annan propuso un plan de seis puntos, un programa de mínimos en realidad y cuando el sábado circuló la versión, confirmada en el comunicado hoy, de que los reunidos en Estambul le pedirían que fijara un plazo para ejecutarlo, empezando por el fin de la violencia, su portavoz Ahmad Fawzi, dijo que “el plazo es ya”, pero la versión oficial en Damasco, ofrecida por el portavoz de Exteriores, Yihad Maqdisi, es muy distinta: el ejército se retirará a sus cuarteles cuando esté claro que ha cesado la violencia y la amenaza a los civiles… antes de revelar que está cerca la firma de un protocolo para que observadores de la ONU lleguen a Siria a vigilar el alto el fuego.

Así las cosas, y con los combates no detenidos, aunque la violencia ha bajado en intensidad, la impresión que prevalece es que las cosas están más o menos como estaban. A falta de luz verde para enviar armas a la resistencia (aunque entran de contrabando desde el Líbano, según el ministro libanés de Defensa, Fayez Ghusn), los países del Golfo enviarán millones de dólares para que se pague un sueldo regular a los militantes del “Ejército Sirio Libre”, formado por desertores.

La posibilidad, evocada por el ministro francés Alain Juppé, de que el asunto vuelva antes o después al Consejo de Seguridad de la ONU, parece relativamente lejana, pero más lejano aun un acuerdo desde el “diálogo político” entre sirios que prevé el plan de Annan. Con esta impresión fuertemente interiorizada por todas las partes, se puede creer que, como cabía esperar, la reunión de Estambul, no ha podido ser resolutiva ni siquiera muy significativa.

Sí lo es en un orden menor, si se quiere, pero muy relevante a nivel regional: que se haya celebrado en Turquía confirma que el gobierno turco, tras vacilar mucho desde el verano pasado, ha cambiado por completo y anima el campo anti-Assad con un peso y una autoridad notables.