análisis

El PSOE prefiere la experiencia de Rubalcaba

Es evidente que el PSOE ha resuelto a corto plazo la cuestión del liderazgo pero ha entrado también en una fase de fuerte provisionalidad

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La sólida personalidad política de Rubalcaba, portador de una inigualable experiencia, lo ha puesto al frente de la reconstitución del PSOE. Esta vez la coyuntura era tan delicada que no se ha se ha cumplido la máxima estratégica que ya era casi norma en el Partido Socialista: en coyunturas acéfalas de grave dificultad, la militancia del partido desconfiaba del aparato y optaba por la pulsión del cambio. Así sucedió en 1999, cuando Borrell compitió por la candidatura a la presidencia del Gobierno en el 2000 frente a un Almunia arropado por todo el aparato, y también en cierto modo en 2004 cuando Rodríguez Zapatero, que había conseguido entenderse con el guerrismo, se impuso a Bono, apoyado por el felipismo. Ahora Rubalcaba, oficialista, respaldado por González y Guerra, acunado por Ferraz, ha mantenido por poco el control del partido frente a la juvenil rebelión de Carme Chacón.

En esta ocasión, los dos contendientes que pugnaban por la secretaría general diferían en el plano generacional –Rubalcaba tiene 60 años y Chacón 40- pero coincidían en casi todo lo demás, pese al esfuerzo de ambos por negar la evidencia: ambos fueron predilectos de Rodríguez Zapatero, ambos compartieron una vision semejante de la izquierda radical, ambos sufrieron estrepitosos revolcones el 20N, ambos han participado de un mismo desconcierto ideológico socialdemócrata que, al hilo de la crisis, necesita una profunda revisión, de común acuerdo con los partidos homólogos de los grandes países europeos.

Así las cosas, es evidente que el PSOE, que salió extremadamente debilitado de la gran derrota de noviembre, precedida por la catástrofe autonómica y municipal de mayo, ha resuelto a corto plazo la cuestión del liderazgo pero ha entrado también en una fase de fuerte provisionalidad ya que Rubalcaba ha dicho que no se presentará las primarias para elegir al próximo candidato a la presidencia del Gobierno. Además, infortunadamente, el PSOE, absorto en el dilema Rubalcaba-Chacon, no se ha planteado aún con la profundidad debida los cambios ideológicos, organizativos y conceptuales que deben sacarle de la postración actual y ubicarle en la senda de una difícil modernización. La ponencia marco que se ha debatido en este 38 congreso era aseada e inobjetable, y se ha enriquecido con enmiendas que sin duda van en la dirección correcta, pero el esfuerzo no ha sido suficiente para poner en pie un partido socialdemócrata potente, confabulado con sus homólogos europeos, que ha de dar respuesta al fiasco neoliberal de la crisis financiera, a las consecuencias de una excesiva desregulación de los mercados y, en definitiva, a la constatación de que el que fue considerado “pensamiento único”, cargado de axiomas que fueron durante años inobjetables, tiene ahora que entrar en conflicto dialéctico con otra visión del mundo en que la política vuelve a mandar sobre la economía.

Rubalcaba se ha impuesto con un mensaje que marca un giro a babor, y eso ya es importante para iniciar el viraje que también está ensayando Hollande al frente del PS francés con vistas a las presidenciales de abril y mayo próximos. Y lo ha hecho con conciencia de que el trabajo duro de reconstitución de su opción política está casi íntegramente por hacer. Ahora sólo falta que acierte al combinar la tarea institucional que le aguarda –la de constituirse en principal oposición de un gobierno fuerte que dispone de mayoría absoluta- con el logro del reencuentro del PSOE con la sociedad en todos los sentidos. Naturalmente, carecería de sentido que perviviera la fractura que se ha creado en la etapa precongresual pero no va a ser fácil cerrarla de inmediato después de tanta hostilidad. En cualquier caso, la unidad llegará cuando se remansen las aguas, y éste es un requisito indispensable para que el PSOE pueda poner en marcha el largo y abrupto camino hacia la recuperación de la credibilidad perdida.