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Fallece Alfonso Nieto, pionero de los estudios de Comunicación en España

Junto a Emilio Romero y Luis María Anson, y tras complejas negociaciones políticas y administrativas, logró elevar a la categoría de Facultad universitaria las Ciencias de la Información

PAMPLONA Actualizado: Guardar
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Ha fallecido en Pamplona uno de los hombres que más hicieron por elevar a la categoría de Facultad universitaria los estudios de Comunicación. Siendo director del entonces Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra, el profesor Alfonso Nieto Tamargo (Oviedo, 1932) organizó la operación entre 1969 y 1972, junto a dos destacados periodistas como Emilio Romero y Luis María Anson, director y subdirector, respectivamente, de la Escuela Oficial de Periodismo. Tras complejas negociaciones políticas y administrativas, consiguieron su objetivo, que hoy es floreciente realidad.

Doctorado en Derecho por la Universidad de Oviedo (1957) y periodista, tras sus primeros años como docente en la Universidad de Navarra entre 1966 y 1974, se incorporó como profesor de Empresa Informativa a la Universidad Complutense de Madrid, de la que fue también vicedecano. Allí se convirtió en 1976 en el primer catedrático de España en esta área. Tras volver a Pamplona, ocupó el cargo de vicerrector de la Universidad de Navarra de 1977 a 1979, y fue rector del centro académico hasta 1991.

Su legado intelectual ha sido reconocido con doctorados honoris causa (Universidad Austral de Buenos Aires y Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma), con premios internacionales a su trayectoria y con distinciones tan queridas para él como la Medalla de Oro de la Universidad (2002) o la Cruz de Carlos III el Noble de Navarra (2009).

Alfonso Nieto ha dejado una huella académica imborrable. Fue rector en un periodo trascendental del desarrollo de la Universidad y el primer decano de su Facultad de Ciencias de la Información, cuando ésta, junto con las de Madrid y Barcelona, estrenaban en 1971 el rango de título universitario.

Ese espíritu pionero lo trasladó también a su ámbito de investigación. Su obra 'El concepto de Empresa Periodística', publicada en 1967, fue todo un hito dentro de la escasa labor de investigación en comunicación que entonces se desarrollaba en España. A esa publicación le siguieron muchas otras en las que casi siempre demostraba dar un paso por delante de los demás. Todos sus discípulos y compañeros de trabajo hemos envidiado esa extraordinaria capacidad intelectual que demostró hasta prácticamente el final de su larga vida.

Perteneciente al Opus Dei desde los 19 años, su huella humana es todavía más profunda y nítida que la académica. La clave de sus logros profesionales está en su particular forma de entender la vida, de volcarse en el trabajo de la inteligencia, y de darse a los demás en cada una de las pequeñas o grandes aventuras cotidianas. Y todo ello con delicadeza, ambición, generosidad, alegría, buen humor y cuidando el trato hasta en los más mínimos detalles, con un estilo ciertamente irrepetible. Todos los periodistas y comunicadores surgidos desde los últimos años sesenta tenemos una deuda de gratitud con él.