CONFLICTO NUCLEAR CON IRÁN

Ahmadineyad y el club de los impresentables

El presidente iraní realiza una gira por cuatro países iberoamericanos para intentar escapar del aislamiento internacional

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El presidente Mahmud Ahmadineyad acaba de realizar una gira relámpago de cinco días por Iberoamérica para visitar a cuatro países –Venezuela, Nicaragua, Cuba y Ecuador– que todavía mantienen relaciones fluidas con Irán. Si bien los anfitriones no han sido objeto de sanciones en la ONU, sí se les podría considerar miembros de un simbólico club en el que las credenciales democráticas son más que dudosas. No están todos los que son y la lista de tan poco selecto grupo podría engrosarse con muchos otros países, algunos calificados ya de Estados fallidos como Afganistán o Somalia y otros con gran peso en la escena internacional como Arabia Saudí o China. Sin embargo en este caso comparten además área geográfica y un acendrado sentimiento anti-estadounidense.

El momento elegido por Ahmadineyad no es fortuito. Falta menos de mes y medio para las elecciones parlamentarias y los problemas de todo tipo se acumulan. Las sanciones financieras sobre el Banco Central de Irán están afectando gravemente a la economía local, mientras se ahondan las divisiones entre los partidarios del presidente y los del Líder Supremo, Alí Jamenei, la autoridad máxima política y religiosa. En el frente exterior, Israel agita la amenaza de un ataque contra las instalaciones nucleares persas, en solitario o en colaboración con Estados Unidos, y su mano se deja entrever en el último atentado que costó la vida a un científico nuclear iraní.

Asfixiar a Teherán

Sin embargo, la mayor preocupación atañe al petróleo, la materia prima que supone el 80% de las exportaciones del país y más de la mitad de sus ingresos. En represalia por sus investigaciones nucleares, Washington ha emprendido una intensa ofensiva diplomática para asfixiar a Teherán través de un veto a su crudo. Japón ya ha anunciado que reducirá sus compras mientras las refinerías europeas han dejado de pagar su suministro al contado y en la reunión del próximo 30 de enero la UE estudiará un embargo. España se podría ver directamente afectada, ya que, junto con Italia y Grecia, recibe la mayor parte de los 450.000 barriles que Europa compra a Irán. China e India, dos grandes consumidores del petróleo iraní, se resisten a cortar su abastecimiento, pero pueden haber comenzado ya a buscar alternativas.

En este terreno puede comprobarse también la ineficacia y el mal gobierno de la república islámica. Pese a ser el tercer exportador de petróleo del mundo con unas ventas diarias de 2,2 millones de barriles al día, el deterioro de su industria llevó en 2010 a que tuviera que importar gasolina para consumo propio.

La reacciones del régimen de los ayatolas ante este acoso a su principal fuente de recursos ha sido un poco burda al amenazar con el cierre del estrecho de Ormuz, el cuello de botella en el Golfo Pérsico, por el que transita en torno al 35% de la producción petrolera mundial, si EE UU y Europa endurecen las sanciones. Echar un pulso a la flota más potente del planeta tiene mucho de fantasía, a no ser que se trate de un farol para consumo interno.

Deserciones de Aliados

Bajo esta fuerte tempestad, Ahmadineyad ha emprendido su periplo americano, aunque con pocas expectativas de que vaya a mejorar sustancialmente la mala situación general. Es más, la visita ha puesto al descubierto nuevas deserciones de antiguos amigos. Se ha quedado fuera Brasil, que desde la llegada al poder de la presidente Dilma Roussef no ha dejado de distanciarse de Irán. La ambiciosa unión bolivariana de Chávez no atraviesa su mejor momento, en parte por el cáncer que aqueja a presidente venezolano y sobre todo por los problemas políticos y económicos de cada país, necesitados de soluciones muy alejadas de tópicos magalómanos. Este aspecto resulta evidente en el cada día más templado presidente peruano Ollanta Humala que también ha querido escurrir el bulto ante una visita claramente incómoda.

De ahí que la visita se haya limitado a los dos dinosaurios de siempre, Venezuela y Cuba, más el recuperado Daniel Ortega en Nicaragua. Ecuador, pese a la autoritaria gestión de Correa podría poner también a medio plazo tierra por medio a la hermandad revolucionaria.

El subcontinente iberoamericano está logrando sortear la crisis financiera mundial sin grandes estragos con la mayoría de gestiones gubernamentales centradas en impulsar el desarrollo económico y combatir la desigualdad social. Los resultados son muy diferentes en cada país y seguramente necesiten un impulso mucho más decidido en terrenos como el de la lucha contra corrupción y la pobreza, pero de lo que no cabe duda es que lo que menos se necesita es volver a los alineamientos ideológicos de carácter autoritario y a las rivalidades regionales que Chávez o Ahmadineyad representan.