Experimento

Los 'viajeros' de la 'Mars 500', satisfechos de la experiencia

Trataron de mantenerse ocupados en todo momento para evitar el decaimiento

CORRESPONSAL EN MOSCÚ Actualizado: Guardar
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Poco tiene que ver la convivencia en condiciones de aislamiento de un concurso como el 'Gran Hermano' y un viaje interplanetario, aunque sea un simulacro como el llevado a cabo por seis voluntarios durante 520 días, en la 'Mars 500'. Tal es el tiempo estimado de un periplo de ida y vuelta a Marte. El experimento finalizó el pasado viernes en el Instituto de Problemas Biomédicos de Moscú (IMBP) y sus participantes han comparecido hoy por primera vez ante la prensa.

“Nos aplicaron el mismo criterio que se emplea para elegir cosmonautas, es decir, alta disciplina, equilibrio psíquico, mucha paciencia, capacidad de trabajo y espíritu de sacrificio. Lo que se busca en la gente que se selecciona para un 'reality show' es tal vez todo lo contrario en casi todo lo que he enumerado, quizá con el objetivo de dar más espectáculo”, ha afirmado tras la rueda de prensa el comandante de la misión, el ruso Alexéi Sitiov.

Según sus palabras, “lo más difícil fue al principio, pero cuando logramos establecer una rutina de trabajo diaria y nos acostumbramos los unos a los otros la cosa fue rodada”. El ingeniero italiano de origen colombiano, Diego Urbina, ha admitido haber tenido “muchos altibajos”. De acuerdo con su testimonio, “la ausencia de féminas llegó a hacerse pesada”, aunque ha puntualizado que no por una cuestión exclusivamente de sexo.

Además de realizar multitud de pruebas científicas, sobre todo en el área de la medicina, los seis tripulantes del viaje a Marte mataron el aburrimiento con videojuegos, ajedrez, naipes, también en el gimnasio y tocando instrumentos musicales. Lo mismo que se hubiera hecho durante un vuelo real. El biólogo chino Wang Yue le dio a la guitarra, aunque los auténticos virtuosos resultaron ser Urbina y el también ingeniero francés Romain Charles. Pero lo que realmente calmó al astronauta chino fue la caligrafía tradicional de su país. Hubo también quien practicó la meditación.

La cuestión de los idiomas

Todos manifestaron haber mejorado sus conocimientos de idiomas. Los más utilizados a bordo fueron el ruso y el inglés. Sin embargo, el médico militar Alexánder Smolenski, uno de los tres rusos incluidos en la misión, ha dicho haber fracasado en su intento de aprender chino. “Fallas un poco en la entonación y pronuncias algo con un sentido distinto. Wang terminaba perdiendo la paciencia conmigo”. Smolenski ha asegurado que lo aprendido durante su paso por el Ejército ruso le ayudó “a mantener a tono” su estado psíquico”.

Por su parte, el cardiólogo Sujrob Kamólov, ruso aunque de origen uzbeko, ha dicho haber obtenido “tal caudal de información durante la travesía que tengo material suficiente para escribir un doctorado”.

Entre las pruebas que tuvieron que superar hubo un corte de luz, una avería en los retretes, una semana entera con las comunicaciones suspendidas y un accidente con lesiones al descender a la superficie de Marte. Sin embargo, según Smolenski, “a ninguno se nos pasó por la cabeza abandonar. Nos costó mucho ser seleccionados para participar en el experimento como para después tirarlo todo por la borda”. Cada uno ha recibido la cantidad de tres millones de rublos (unos 72.000 euros).