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El Mundial invisible

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Si a estas alturas alguien me pregunta si España ha conseguido alguna medalla, o si Bolt no va a correr más, o qué día termina la competición... significa que este campeonato de mundo está pasando/ha pasado desapercibido. No sólo por la no retransmisión de la televisón pública española. Es cierto que los horarios no ayudan (pruebas de madrugada y las finales al mediodía). Tampoco la dificultad extrema en la actualidad de batir un récord del mundo debido a esas marcas mentirosas de los años 80 y 90. muchas con la química como principal entrenador.

Ha sido un mundial invisible para muchos. Por supuesto tampoco beneficia que la actuación española haya sido lamentable, a falta de 24 horas para la despedida. Los mediofondistas han salvado al atletismo de la mayor de las vergüenzas. Gracias a la medalla de Natalia Rodríguez el equipo español puede seguir diciendo que en todas los mundiales desde que nacieron en 1983 ha habido algún podio -en esa primera edición y en 1991 se sumó un solo metal, en las demás la cosecha siempre fue superior-. El cuarto puesto de Manuel Olmedo ratifica los sobresalientes resultados que ofrece esta distancia del 1.500 en el botín del atletismo español. Pero poco más.

Atención con el dato de finalistas (entre los 8 primeros). A la espera de la actuación de Jesús España en el 5.000 y los maratonianos, en Corea sólo dos finalistas. La peor actuación española había sido la de Helsinki 1983 con cuatro finalistas, cinco en el Mundial de 1987... hasta los 17 de Edmonton 2011, o los 13 de Paris 2003. En ocho mundiales España había sumado ocho finalistas.

Una medalla, dos finalistas... es un resultado decepcionante. Datos que confirman esa invisibilidad del mundial para los nuestros. En esta penúltima jornada este calificativo aumentó con unos datos negativos en la prueba de 50 kilómetros marcha: ninguno de los tres españoles llegó a meta. Para el kilómetro 40 Bragado y Odriozola habían visto la tarjeta roja y Díaz había abandonado.

Tampoco ayuda, a pesar de ser un excelente resultado, el cuarto puesto de Olmedo. Medalla de chocolate que para algunos sabe a dulce y para otros es amarga. Sin embargo es una clasificación que desaparecerá en la montaña de papeles y no figurará en casi ningún resumen. Lástima. Yo lo tendré muy en cuenta pero eso no evitará que unos minutos después de escribir este texto, alguien me pregunte si había españoles en la final de 1.500...

Lo dicho, invisibles. Vistos los resultados quizás hasta tengamos que agradecer a TVE que no haya ofrecido el Mundial.