europeo sub-21

Remontada olímpica

El equipo de Milla se clasifica para Londres 2012 tras eliminar a Bielorrusia en la prórroga

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Justo tres años después de que la absoluta eliminase a Italia por penaltis en los cuartos de final de la Eurocopa de Austria y Suiza, la sub-21 logró clasificarse de forma agónica para la final del campeonato continental y sellar su billete para los Juegos de Londres. Ausente en Atenas y en Pekín, ‘La Rojita’ vuelve donde se merece. Lo hizo en la prórroga y después de un partido bastante discreto ante una Bielorrusia que vivió de un afortunado gol y una defensa numantina hasta que murió en la orilla.

Adrián López, que ya suma cinco goles en cuatro partidos, fue el héroe de un bloque en el que esta vez no funcionó su media de seda. El delantero asturiano marcó a un minuto del final, cuando se mascaba la tragedia, y acertó en el último instante del primer tiempo de la prórroga, tras el único gran centro de Capel. Fue un choque más bien gris pero con un justo vencedor porque solo España propuso ataque.

Pese al cansancio acumulado por tres partidos en apenas ocho días, Luis Milla prefirió no refrescar el equipo tipo, el mismo que convenció ante la República Checa y deslumbró ante Ucrania, y también el que sembró dudas en el empate inicial ante Inglaterra, con la excepción de Muniain en lugar de Jeffren. Esta vez, España no salió bien. Bielorrusia planteó un partido incómodo, con los once jugadores arropaditos en su campo, y los españoles no supieron cómo encontrar espacios en un primer tiempo para olvidar. Confundieron paciencia con parsimonia.

Thiago no encontró su stio. Cuanto más alejado del área, más intrascendente. Mata sufría la superpoblación de hombres en las inmediaciones del área, por las bandas apenas se rompía y Ander Herrera tampoco daba con la tecla. A falta de profundidad, Botía y Domínguez buscaron el factor sorpresa con balones largos a la espalda de la defensa. Pero no había forma. La única ocasión en el primer tiempo llegó la única vez que los de Milla penatraron bien por el costado. El centro de Munian lo cabeceó Ander Herrera hacia abajo, como mandan los manuales. Cuando ya se cantaba el gol, aparecieron las manos de Gutor, el portero del Bate Borisov, dominador absoluto del fútbol bielorruso y rival incluso del Real Madrid en ‘Champions’. Hizo una estirada prodigiosa y detuvo el balón, no lo despejó.


Remar a contracorriente

El juego no era bueno pero no existía temor. Cuando un equipo está siempre en el campo del rival, lo normal es que acabe marcando. Algún rechace, una acción de estrategia… Nadie contaba con un gol de Bielorrusia. Un tanto evitable. Fue un saque de banda, una prolongación de cabeza y un remate acrobático de Voronkov. Una defensa no puede permitir tanto. Domínguez estaba encima pero no lo suficiente para impedirle maniobrar. Una acción más de un vulnerable central del Atlético que de un buen marcador zurdo de selección.

Tocaba remar contracorriente. Era obligado cambiar de actitud, jugar con más ritmo y velocidad, con y sin balón. Ya en el primer minuto, Mata no acertó a peinar un gran centro de Montoya. Instantes después, Munian percutió por la derecha, y Adrián no llegó por poco. En el 53’, el propio Adrián tocó con la puntera un buen pase de Mata, pero el balón se estrelló en el palo. A continuación, el delantero del Deportivo recibió un pase colosal de Ander Herrera pero se entretuvo en exceso ante el portero bielorruso.

Milla movió ficha pronto. Retiró al nuevo refuerzo del Athletic y apostó por el regate de Capel, en teoría un jugador idóneo para romper este tipo de defensas. Pero el almeriense abusa del regate hacia adentro y levanta poco la cabeza. Ante un rival tan encerrado, sobraban los cuatro defensas. También es muy discutible la sustitución posterior de Munian. Quizá estaba agotado pero era el hombre que se echó el equipo encima.

Jeffren tenía que servir como revulsivo. Como nada cambiaba, al fin Milla retiró a uno de los centrales e introdujo a Bojan. Era un todo o nada. Cuando menos se esperaba, cuando la selección ya era un manojo de nervios y abusaba de los centros sin sentido, llegó el empate, festejado como un título. Jeffren se sacó un buen centro y Adrián metió un pie milagroso. Lo más difícil estaba conseguido. Faltaba tomar aire, refrescar ideas y apuntillar a los bielorrusos, ya agotados e impotentes. La cabeza de Adrián y un gran zurdazo de Jeffren cerraron un duelo en el que volvió a dictar su magisterio Javi Martínez, un portento táctico que brilló hasta de central.