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El último de los cerdos

España se desmarca de los países que han necesitado un rescate europeo

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En los mercados financieros se utiliza frecuentemente el acrónimo BRIC, siglas que suenan parecido a la palabra ladrillo en inglés y que se refieren a Brasil, Rusia, India y China. Son países con economías emergentes y que no se han visto arrastradas por la crisis que golpea al resto del mundo. Paralelamente y con cierto (o con mucho) desprecio, los inversores internacionales denominan PIGS, cerdos, a las economías periféricas europeas más vulnerables.

A saber, Portugal, Irlanda, Grecia y España, o Spain, porque la S es necesaria para que el acrónimo tome forma. Son países que atraviesan situaciones complicadas, que se están viendo especialmente zarandeados por la crisis.

Últimamente también se ha puesto de moda otro acrónimo, el STUPID (estúpido), que define a los países que se han metido ellos mismos en problemas y que pueden complicar la situación económica global. Los países que conforman estas siglas son España (Spain), Turquía, Ucrania, Portugal, Irlanda y Dubai. Pero eso es harina de otro costal.

Volvamos a los cerdos. De momento, de esos PIGS, ya han caído Grecia, Irlanda y Portugal. Los tres han tenido que pedir ayuda a la Unión Europea, al BCE y al Fondo Monetario. Los tres han necesitado un rescate por parte de sus socios. Los analistas de medio mundo se afanan ahora en estudiar a fondo la situación de España para comprobar si las reformas que ha realizado el Ejecutivo hasta el momento -y las que debe hacer en el corto plazo- serán suficientes para relegar a un segundo plano la posibilidad de un rescate. La opinión mayoritaria, la que ha crecido notablemente en las últimas semanas, apunta de forma contundente que España no es Portugal y, mucho menos, Irlanda o Grecia.

La prima de riesgo de la deuda soberana española ha bajado desde los 280 puntos básicos que alcanzó en enero, hasta los 180 de la semana pasada. Esos 180 puntos son los que separan el 3,44 por ciento que paga Alemania por sus bonos a diez años y el 5,24 por ciento de rentabilidad que necesita ofrecer España para financiarse a ese mismo plazo.

Aumenta la confianza

Es un descenso notable que habla de un incremento de la confianza de los inversores internacionales en la capacidad de España para solventar por sí misma sus problemas, tanto de financiación como de solvencia. España no es Portugal... ni Grecia ni Irlanda. De hecho, España ha salido del ranking de los diez países con mayores posibilidades de impago de su deuda. Ello se debe, según consultora CMA, al descenso del 33 por ciento que ha experimentado en pocos meses el coste de los seguros de impago (CDS) de la deuda española. Esta consultora otorga a España una probabilidad de impago del 18,9 por ciento, lo que sitúa a los bonos españoles como la decimotercera inversión más "arriesgada", después de haber ocupado una peligrosa séptima posición en el último trimestre de 2010.

Muchas voces se han alzado para defender la tesis de que Portugal cierra la lista. Por ejemplo, la ministra española de Economía, Elena Salgado, cree que Portugal será el último país de Europa en necesitar ayuda. El comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, también ha descartado la posibilidad de un contagio desde Portugal ya que, asegura, España ha tomado medidas muy valientes.

La propia Comisión Europea considera que no se debe ni siquiera especular con la economía española, ya que España ha cumplido sus compromisos. "España debe ser juzgada por sus méritos". También la OCDE remacha esta impresión. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico asegura que España no sufrirá los mismos problemas que Portugal, ya que ha tenido éxito a la hora de diferenciarse de su vecino. Por su parte, La Caixa ha descartado que la solicitud de Portugal a la UE para recibir ayuda financiera vaya afectar de forma significativa a España, ya que las últimas reformas emprendidas por el Gobierno han tenido una buena acogida en los mercados de deuda pública.

Y, una vez que está claro que España no es Portugal, algunos observadores recuerdan los vaticinios que ha realizado en más de una ocasión el premio Nobel luso José Saramago: "Portugal terminará por convertirse en una comunidad autónoma más de España, y nacerá un país nuevo, que quizá se llame Iberia". Saramago cree que los ciudadanos portugueses aceptarían una integración territorial, administrativa y estructural con España si fuese bien explicada.

Con diez millones de habitantes, Portugal tendría todo que ganar en cuanto a desarrollo, pero sin acabar con el país... simplemente, Portugal continuaría de otra manera. No se dejaría de hablar, de pensar y de sentir en portugués. Al final, a lo mejor y con el paso del tiempo, Portugal sí es España.