Elizabeth Taylor. / Archivo
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Elizabeth Taylor, la última diva del cine

Logró lo que en otras resultó imposible: unir su talento como actriz y una vida tumultuosa y apasionante que fue la mejor de sus películas

MADRID Actualizado: Guardar
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Nació para ser actriz, a los diez años ya se había protagonizado películas, a los 17 era una de las chicas más solicitadas por los directores para sus películas, a los 22 estaba considerada como uno de los rostros más bellos del cine y durante toda su vida fue una de las grandes divas de Hollywood, logrando lo que en otras resultó imposible: unir su talento como actriz y una vida tumultuosa y apasionante que fue la mejor de sus películas. Durante muchas décadas fue el símbolo del lujo y el glamour de Hollywood, sabiéndolo aprovechar a su favor, una mítica diosa del celuloide. La última gran diva del cine, que nos ha dejado este miércoles 23 a los 79 años.

Elizabeth Taylor había rodado su última película hace 17 años (la fácilmente olvidable "Los Picapiedra"), fue nombrada aristócrata por la reina Isabel II hace una década, y ha vivido sus últimos años atada a una silla de ruedas, negándose a padecer más operaciones quirúrgicas (en 1997 fue operada de un tumor cerebral y en 2009 de válvulas coronarias) y enfrentándose a la enfermedad y la muerte con valentía. Llevaba dos meses ingresada en el hospital Cedars Sinai de Los Angeles a causa de la insuficiencia cardiaca congestiva que le había sido diagnosticada en 2004. Pero hasta el final ha seguido siendo la gran dama del cine que quiso ser desde pequeña. No le gustaba nada que la llamaran Liz, pero ha sido este diminutivo el que queda para la leyenda. Hasta no hace mucho se la podía ver bailando en su silla de ruedas en discotecas exclusivas de Los Angeles, cargada con sus legendarias joyas, que la hacían brillar como un árbol de Navidad, negándose a dejarse deprimir por la muerte de su amor platónico Michael Jackson.

Elizabeth Taylor había nacido en Londres el 27 de febrero de 1932 de padres norteamericanos. Su madre había sido actriz de joven; un amigo de la familia, ante la notable belleza de la niña, sugirió que la llevaran a una prueba para el cine. Tanto impresionó a los ejecutivos de la Universal que salió con un contrato en la mano y a los diez años ya había rodado su primera película: 'There's One Born Every Minute' (1942). Pero inexplicablemente los estudios Universal no renovaron el contrato y la dejaron escapar. A partir en entonces y durante casi tres décadas fue no de los rostros más representativos de la MGM. Sus caprichos, excentricidades, matrimonios y apariciones estelares estuvieron siempre en boca de todos. Sus exigencias, propias de una niña malcriada, durante el rodaje de 'Cleopatra', papel por el que se peleó con Susan Hayward para lograrlo, arruinaron a la todo poderosa 20Th, Century Fox, que a punto estuvo de desaparecer por su culpa, pero a cambio allí conoció a Richard Burton, el gran amor de su vida, con el que se casó dos veces, pese a lo cual sus peleas con él hicieron época. Su sueldo: Un millón de dólares, cifra insólita en esos tiempos; fue la primera estrella en conseguirlo. Y sus exigencias lograron que 'Cleopatra' permanezca como una de las grandes obras maestras del cine: La entrada en Roma de la reina de Egipto, es el símbolo de la propia Taylor reinando en Hollywood.

Musa de cineastas

Trabajó con los mejores directores de Hollywood: Vincente Minnelli, Joseph L. Mankiewicz, Mervyn LeRoy, William Dieterle, Richard Brooks, Mike Nichols, George Cukor, George Stevens, o Joseph Losey, entre otros. Hasta sus últimos días ha estado activa: Lo último, hasta hace un mes twitteando desde su cama del hospital, una mujer de armas tomar, no en vano fue temida como Virginia Woolf, la esposa de siete maridos, reconvertida al judaísmo por amor (Mike Todd, inventor del sistema Todd-Ao y muerto en accidente de aviación), compañera de parrandas del semisuicida Montgomery Clift y casada con un alcohólico albañil, Larry Fortensky, durante una de sus numerosas desintoxicaciones. Cuando celebró su 75 cumpleaños, lo hizo buceando entre tiburones en las costas mexicanas.

Nominada al Oscar por su personaje de la bella sureña Susanna Drak en 'El árbol de la vida' (1957), por 'La gata sobre el tejado de zinc' (que se lo arrebató su futura rival Susan Hayward por '¡Quiero vivir!') y por 'De repente, el último verano' (1959), finalmente lo logró por su interpretación en 'Una mujer marcada' de Daniel Mann, donde encarna a Gloria Wandrous, una prostituta implicada con un hombre casado en un accidente de coche. Pero la supuesta “maldición del Oscar” también le alcanza. Y durante los tres años siguientes no rueda ni una sola película. Deja la Metro (el contrato había acabado) y en 1963 se embarca en 'Cleopatra', una de las producciones más caras de la Historia del Cine que a punto estuvo de tumbar a la Fox. Su sueldo: Un millón de dólares, cifra insólita en esos tiempos; fue la primera estrella en conseguirlo. Conoce ahí a Richard Burton su quinto (y sexto) marido, junto a él obtiene su segundo Oscar por '¿Quién tema a Virginia Woolf?' (1966) donde interpreta a la chillona, descuidada y amargada Marta; su mejor papel.

Envidiada por unos, despreciada por otros, adulada por casi todos, Elizabeth Taylor, la última diosa del cine, la gran diva de la pantalla, nos deja más de cincuenta películas que dan cuenta de una intérprete excepcional, que siempre supo hacer papeles acorde con su edad, y que, al margen de sus famosos caprichos, nada humano le era ajeno.