astronomía

Un eclipse total de luna despide el otoño

Tuvo una duración total de unas tres horas y veintiocho minutos, según ha informado la NASA

MADRID Actualizado: Guardar
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La madrugada del 21 de diciembre ha sido testigo de un eclipse total de Luna, un fenómeno que desde Tenerife ha podido observarse, minutos antes de la salida del Sol, lo que ha creado una imagen única: la sombra del Teide sobre la atmósfera, coincidiendo con el amanecer, ha apuntado directamente a la luna eclipsada en una alineación casi perfecta. Este doble espectáculo del cielo no se observa en la isla desde 2001 y, para no perder la oportunidad, el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) ha colaborado en la retransmisión on-line del fenómeno en directo.

Según ha informado el IAC, las periódicas alineaciones del Sol, la Tierra y la Luna regalan a los habitantes del planeta esos espectáculos llamados eclipses. El eclipse de luna total se produce debido a que La Tierra se interpone por espacio de algo menos de dos horas entre el Sol y la Luna, que se halla en fase de plenilunio o luna llena. La sombra del planeta ha ido poco a poco ocultando al satélite hasta taparlo por completo. En Canarias esto ha ocurrido a las 7.40 del martes 21 (8.40 horas, en horario peninsular). El eclipse tuvo una duración total de unas tres horas y veintiocho minutos, según ha informado la NASA.

En un eclipse total de Luna, ésta no desaparece por completo. Los rayos del Sol, refractados en la atmósfera terrestre, pueden incidir e iluminar la superficie lunar que se verá en tonalidades rojizas desde La Tierra. Este hecho es lo que convierte al Parque Nacional del Teide en el lugar perfecto para admirar una vista singular: la del volcán apuntando a la luna eclipsada.

Cada atardecer y amanecer, el pico más alto de España regala a habitantes y visitantes la imagen de su sombra proyectada sobre la atmósfera. Si, además coincide con la luna llena, esta sombra aparece cerca del satélite. No es difícil coincidir con un plenilunio para admirar el espectáculo. Por eso, este suceso se convierte en excepcional sólo cuando la luna abandona su clásico tono blanco por el color rojizo que le otorga el eclipse. "El fenómeno se vivió durante el eclipse del 9 de enero de 2001 y hemos tenido que esperar una década para presenciar, de nuevo, el espectáculo", explica el investigador del IAC Miquel Serra-Ricart.