Berlanga, en sus puntos cardinales

Luis García Berlanga fue, durante muchos años, el único director conocido y popular para la gran mayoría de los españoles. Tendría que llegar la democracia para que el fenómeno se repitiera con Pedro Almodóvar. Autor de películas imprescindibles, como Bienvenido Mr. Marshall!, Plácido y El verdugo, realizadas todas durante la dictadura, y La escopeta nacional o La vaquilla, filmadas durante la Transición, cosechó también algunos fracasos, como Moros y cristianos o París Tombuctú, que le retiró definitivamente del cine.

-Bienvenido Mr. Marshall! (1953). Segunda película de Berlanga (primera realizada en solitario, tras haber codirigido con Juan Antonio Bardem Esa pareja feliz un año antes). Creada en un principio para lucimiento de Lolita Sevilla, una cantante folclórica de la época, Berlanga creó una portentosa fábula sobre como el Plan Marshall, con el que Estados Unidos ayudó a la reconstrucción europea tras la segunda guerra mundial, pasó de largo por España. Con personajes inolvidables como Pepe Isbert, que daba vida al alcalde, mostró como un recio pueblo castellano se convertía en andaluz para recibir a los americanos que debían a sacar de la pobreza a sus habitantes. Mención especial de jurado en Cannes, si no logró la Palma de Oro fue porque uno de los miembros del jurado, el actor estadounidense Edward G. Robinson, se molestó mucho con la escena de la banderita de EEUU arrastrada por la corriente hacia una alcantarilla.

-Plácido (1961). La película marcó el feliz encuentro del director con el guionista Rafael Azcona. Narra la historia de una campaña institucional navideña bautizada 'Cene con un pobre', en una pequeña capital de provincias. Su humor satírico, negro y feroz es imperecedero. La película habla de la falsa caridad y la doble moral de cara a la galería, de las miserias humanas y de una España en dónde el escaparate oficial nada tenía que ver con la realidad. Nominada al Oscar, la película supuso la primera producción de Alfredo Matas, productor que hasta su muerte, financiaría todas las películas de Berlanga.

-El verdugo (1963). Considerada como la mejor película española de la historia en la mayoría de las encuestas, cuenta la historia de un pobre hombre, convertido en verdugo contra su voluntad y para poder pagar las letras del piso en una época en que la pena de muerte estaba muy vigente. La película tuvo muchos problemas con el gobierno franquista, sobre todo en su presentación en el Festival de Venecia, de donde el gobierno intentó retirarla sin éxito, después de recibir una carta del entonces embajador de España en Italia, Alfredo Sánchez Bella, en la que denunciaba que la película era una maniobra comunista contra el Régimen.

-La escopeta nacional (1978). Primera película en libertad, ya sin censura, de Berlanga que es un ajuste de cuentas con un pasado reciente en el que las clases dirigentes de la sociedad se reunían en cacerías en cuyo transcurso se cerraban negocios y operaciones millonarias. La historia de un industrial catalán que paga una cacería a la que acuden ministros y tecnócratas, intentando que se apruebe una norma que le beneficia. Curiosamente, Francis Franco, sobrino del Caudillo, trabajó como asesor para mostrar cómo eran las cacerías a las que asistía Franco. Formó una trilogía junto a 'Patrimonio nacional' y 'Nacional 3'.

-La vaquilla (1985). A partir de un guión prohibido durante décadas, el director hizo, ya en democracia, la película que durante mucho tiempo fue la más taquillera del cine español. Ambientada en el frente de Aragón en la Guerra Civil, el film es una fábula sobre las dos Españas, en la que republicanos y nacionales, los dos bandos en lucha, se enfrenta por una vaquilla, unos para torearla, otros para comérsela. El animal, como la España que simboliza, acaba muerta y abandonada en una zona de nadie, despellejado por los buitres y sin que nadie se aproveche de su carne.

-París Tombuctú (1999). Última película de Berlanga. Junto con Moros y cristianos fue uno de sus fracasos de taquilla y la película que le retiró del cine. El director regresó a la ficticia población levantina de Calabuch (Peñíscola), para mostrar el caos con que se encuentra un solitario ciclista que, desde París, viaja hacia Tombuctú, en el centro de África.