Para acabar con el hambre se optó por crear los muladares, comederos vallados donde se dejan, por ejemplo, ovejas o cerdos muertos para que se los coman. / R. C.
MEDIO AMBIENTE

Un buffet lleno de carroña

Extremadura cuenta con 11 muladares donde se dejan animales muertos para que coman los buitres

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No hay carteles que los anuncien, ni mesas, ni menús del día o carta de vinos, pero en Extremadura hay once restaurantes muy exclusivos. Su plato principal es la carroña y sus únicos invitados, las aves. Se trata de once muladares que llevan más de dos años sirviendo de ‘buffet libre’ para que los buitres no pasen hambre.

Esta región siempre ha sido un refugio para las aves carroñeras gracias a su orografía, pero es su importante cabaña ganadera la que ha alimentado a los buitres, el alimoche, el águila imperial, el águila real y los córvidos. Los animales morían en el campo y las aves se encargaban de ellos.

Esta rutina acabó con la aparición de la encefalopatía espongiforme bovina, más conocida como la enfermedad de las vacas locas. Se prohibió a los ganaderos abandonar los cadáveres en el campo y se les obligó a recogerlos e incinerarnos. Pronto se vieron las consecuencias: aves sobrevolando los vertederos de las ciudades, ataques a animales vivos y finalmente un descenso de las parejas de carroñeros, especialmente del buitre negro, una especie en peligro de extinción.

Para acabar con el hambre se optó por crear los muladares, comederos vallados donde se dejan, por ejemplo, ovejas o cerdos muertos para que se los coman. En 2008, la región ya contaba con once infraestructuras de este tipo especialmente repartidas por las zonas donde se registran las mayores colonias de buitre negro. Dos años después, la situación ha mejorado y el número de parejas censadas remonta. Según aseguró hace unos días el director general del Medio Natural, Guillermo Crespo, el momento crítico al que estas especies se enfrentaron hace unos años ya ha pasado.

Sin embargo, los muladares siguen siendo un tema de discusión para ecologistas, amantes de las aves, ganaderos y otros implicados. Unos piden que se abran más, otros creen que no es natural y algunos apuestan por otras medidas para proteger la riqueza ornitológica de Extremadura.

¿Cómo funciona?

Para entender los distintos puntos de vista es básico comprender cómo funcionan los muladares. Las dimensiones de estos comederos oscilan entre 0,5 y 1 hectárea y suelen estar ubicados en laderas con ligera inclinación para facilitar el despegue y aterrizaje de las aves. De la misma forma, deben contar con un cerramiento de 2 metros de alto asentado sobre cemento para evitar que entren otros animales.

Además, no se puede dejar cualquier tipo de ganado. La legislación sanitaria establece exactamente qué animales pueden usarse para el consumo de aves necrófagas y qué edad máxima deben tener. Por ejemplo, vacuno de menos de 24 meses, ovino y caprino menor de 18 meses, así como animales de la especie porcina, equina, conejos y especies cinegéticas de caza mayor.

En total hay once muladares en la región en Granadilla, el parque Nacional de Monfragüe, Acehúche, la Sierra de San Pedro, la Sierra de Gata y la reserva del Cíjara, pero no todos son iguales. Tres de ellos son comunales, es decir, están en fincas de titularidad pública y son atendidos por la empresa pública Tragsega, mientras que los ocho restantes están en explotaciones particulares y son atendidos por sus titulares.

Uno de los comunales se encuentra en Descargamaría y es gestionado por la Mancomunidad de Municipios de Sierra de Gata mediante un convenio con la Asociación para la Defensa de la Naturaleza y los Recursos de Extremadura (Adenex) y la Dirección General del Medio Natural. Según Ignacio Márquez, gerente de la Mancomunidad, es un éxito.

«Cumple con los ganaderos que ya no tienen que ocuparse de las ovejas muertas y además, colabora con el Medio Ambiente», explica Márquez que asegura que hay días en los que se juntan hasta 300 aves carroñeras en el muladar. «En el último recuento de la zona había 54 parejas de buitre negro lo que es una gran noticia», añade.

Además de ayudar a los ganaderos, que ahorran tiempo y dinero, y servir de sustento a las aves, el muladar, según el gerente de la Mancomunidad, también funciona como reclamo turístico. «Tenemos rutas, hay un mirador y hemos facilitado el acceso a la zona para los amantes del turismo ornitológico».

En cuanto al funcionamiento de este muladar en concreto, la empresa que recoge los animales, Tragsega, los lleva al comedero cada 12 días mientras que la Mancomunidad se ocupa de limpiar el recinto de huesos una vez al mes. En época de cría, de mayo a julio, se alimenta a los carroñeros cada semana para ayudar al desarrollo de los pollos. «Estamos muy satisfechos», concluye Ignacio Márquez.

Hacen falta más

Otro defensor de los muladares es Antonio Gentil, biólogo y técnico de Adenex. A pesar de todo, advierte que, aunque la situación de las aves ha mejorado, sigue siendo delicada. «No es el momento crítico de hace unos años, pero no se ha solucionado el problema. Parte de la cabaña ganadera ha desaparecido y las aves cada vez tienen que desplazarse más para alimentarse. Hay casos, como el del alimoche, que está muy mal».

Para Gentil, la primera medida sería ampliar el número de muladares, ya que los considera escasos y asegura que hay amplias zonas donde no existe ninguno. «Los once de la red fueron un primer paso, pero hace dos años que no se abre ninguno nuevo y habría que trabajar en este sentido», explica. Además, pide otras medidas para apoyar a los carroñeros como que se haga un esfuerzo especial en la época de cría, de mayo a julio, para conseguir éxito reproductivo.

Para otros amantes de los carroñeros, sin embargo, los muladares no son la única explicación del aumento de las parejas de aves. Según Eduardo Calzas, guía de la empresa Monfragüe Verde, también es importante que se haya aumentado el área de protección del territorio en el que viven. «Lo que soporta el grueso de alimentación de los buitres no son los muladares, sino la dehesa. Esa es su despensa».

A Eduardo Calzas también le preocupa que si los buitres se acostumbran a alimentarse en los muladares, pierdan la capacidad de hacerlo de forma natural. Su esperanza es que la legislación cambie (actualmente se está debatiendo en Europa) y vuelva a permitirse dejar los animales muertos en el campo. Esta también es la opinión de Ángel García Blanco, presidente regional de Asaja, que cree que la mejor ayuda que podría darse a los ganaderos es que se recuperase la alimentación natural. Es decir, una res muere y los buitres se ocupan