El minero Florencio Ávalos. / Efe
cuenta atrás en chile

Florencio Ávalos, el primero en salir

Casado y con dos hijos, su familia lloraba de emoción y orgullo al saber que encabezará el retorno

BUENOS AIRES Actualizado: Guardar
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Un experimentado minero, con conocimientos del suelo y sumamente hábil para accionar cada aparato electrónico que les enviaban al refugio en estos casi 70 días, ha sido el elegido desde la superficie para ser el primero en subir. Por supuesto no tiene claustrofobia. Ningún minero podría sobrevivir en la actividad si la tuviera.

Se trata de Florencio Ávalos, de 31 años, casado y con dos hijos. Su familia lloraba de emoción y orgullo al saber que encabezará el retorno. De todos modos, la elección podía variar una vez que los socorristas evalúen abajo si su condición está en sintonía con tamaña empresa. Su hermano, de 29 años, también está bajo tierra.

Ávalos era quien sostenía la cámara en los vídeos que grababan los mineros, con Mario Sepúlveda como animador. Grabó también el estado de la roca en el socavón, una información que utilizaban los técnicos arriba para tomar decisiones en torno a las perforaciones que iban haciendo. Por esa habilidad pensaron en él.

El primer minero que ascienda debe ser una persona joven, sana, segura y hábil para operar la cápsula ante cualquier falla. Pero además debe recoger datos sobre el estado de la roca en el trayecto, para asegurar el ascenso de los que le sigan.

Tras él saldrán otros cuatro mineros con características similares, entre ellos el ya mencionado Sepúlveda, pese a que quería quedarse hasta el final para transmitir ánimo a todos. En esa tanda se mencionaba también al único extranjero, el boliviano Carlos Mamani, que sería recibido por el presidente Evo Morales.

El segundo grupo a subir es el de los más lábiles. Allí va Mario Gómez, de 63 años, famoso por la carta que escribió a su esposa y que leyó al mundo el presidente Sebastián Piñera aquel 22 de agosto cuando los mineros dieron señales de estar vivos. Gómez está bien de ánimo pero sufre de hipertensión y silicosis, la enfermedad respiratoria típica de los mineros de muchos años. Otros con diabetes o estados mayores de ansiedad ascenderán con su mismo grupo. Son once en total.

Finalmente quedará la tanda de 17 mineros fuertes, más de la mitad. El equipo consta de algunos imprescindibles como el electricista Pedro Cortez, que armaba los equipos de electrónica junto a Ávalos, y Ariel Ticona, que opera las comunicaciones y deberá seguir haciéndolo mientras sus compañeros suben.

Urzúa, el último

El último será el jefe de turno, Luis Urzúa. Como un capitán que espera al final para abandonar el barco, este topógrafo de 54 años, figura clave para la supervivencia del grupo bajo tierra, emergerá como el protagonista absoluto de una ópera. Su familia, que prefirió el perfil bajo hasta ahora, se agolpó en el campamento para esperar el momento de verlo. Urzúa está casado, tiene dos hijos, y también está su madre, sus hermanos y sus primos. "Será como verlo nacer de nuevo, pero esta vez no seré yo sino la madre tierra", declaró su madre ante el inminente alumbramiento.

La mujer había contado que su hijo, el primogénito de una familia de seis, había sido una figura fundamental al morir su esposo. Él ponía las reglas en la casa. Y lo mismo hizo allá abajo durante el largo cautiverio. Racionaba la comida, organizaba los turnos y repartía las tareas. Si alguno se entretenía largo tiempo con el psicólogo, pedía al profesional que acortara las conversaciones porque había mucho trabajo.

Su experiencia en la actividad e incluso en otros accidentes trágicos, fue fundamental. Su temperamento es fuerte, pero quienes lo conocen aseguran que jamás maldice ni grita. Impone respeto con su capacidad de trabajo, su carácter y sus dotes de líder. Urzúa fue quien habló por teléfono con el presidente en agosto y le pidió que los saque cuanto antes de ese infierno. Piñera prometió que lo haría. Ahora el líder se prepara para entregar este turno que duró mucho más que lo previsto.