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«Aquella avioneta despegó demasiado cerca de nuestras cabezas»

Su comportamiento heroico en una operación antidroga le vale al guardia civil Agustín Medina una de las más altas distinciones al mérito

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Entre la solemnidad y el protocolo de los actos institucionales siempre se distinguen las historias. Las que tienen rostro, familia. Aquellas que llegaron sin esperarlo, un día cualquiera, durante una operación más, pero que han dejado huella por lo que significaron. Esas historias las guardan las personas que componen entre todos el escenario de estos actos donde, entre rigor y ceremonia, se imponen con nombre propio las experiencias vividas.

La de Agustín Medina es una de esas historias. Este guardia civil de 35 años recogía el miércoles, con motivo de la festividad de la Virgen del Pilar, una Cruz con distintivo rojo de la Orden del Mérito de la Guardia Civil, una condecoración que no se otorga todos los años y que, por tanto, tiene una especial valía.

De hecho, el propio coronel jefe de la Comandancia de Cádiz se dirigió a Medina en su discurso oficial, agradeciéndole su valentía y arrojo. «No puedo ocultar mi satisfacción por esta concesión». Y continuó:«junto con la tripulación de un helicóptero del Cuerpo consiguieron evitar las peligrosas maniobras evasivas de una avioneta que transportaba droga, y con gran pericia y habilidad lograron su aterrizaje y posteriormente nuestro compañero logró la detención del piloto que iba armado y había emprendido la huida».

Medina lo recuerda perfectamente. Sucedió el 13 de junio de 2014. Miembro de la Policía Judicial fue llamado para que prestara apoyo en una operación del grupo de drogas. Se sospechaba de la entrada de dos avionetas dedicadas al narcotráfico por la zona del Estrecho y la misión era interceptarlas y detener a sus pilotos. Así con la madrugada ya entrada, divisaron las avionetas y comenzó la persecución. «Cuando íbamos sobrevolando la zona de Castellar de repente apareció en medio del campo una ‘pista de despegue’». Los narcos lo tenían todo previsto y estaban alumbrando para que sus aparatos cargados con hachís pudieran tomar tierra. Pero, una vez que los habían pillado, todo sucedió en cuestión de segundos. Empezó lo que Medina y sus compañeros recuerdan «como una película».

Una huida suicida

Al sentirse descubiertos, los delincuentes empezaron a deslumbrar con los focos a los pilotos de la Guardia Civil. «Perdieron por completo la visión nocturna». Así, cuando ya estaban con las puertas abiertas para saltar a por ellos, una de las avionetas en una maniobra casi suicida emprendió la huida. «Despegó demasiado cerca de nuestras cabezas», recuerda el agente.

Pero esa agresividad no les amedrentó. «Empezamos el seguimiento». No lo tuvieron fácil. Con la noche cerrada, se jugaron claramente la vida entre aerogeneradores y cables de alta tensión. Cualquier maniobra equivocada podía significar no solo el final de esta operación, sino el de todas las de sus vidas. Aún así continuaron hasta que el piloto al que seguían tomó tierra en un descampado. Entonces, Medina no se lo pensó. Mientras que su helicóptero completaba el aterrizaje, y antes de que el delincuente huyera, saltó. Así, a toda velocidad y zigzagueando entre las hélices se pudo abrir paso hasta que logró por fin llegar hasta él y detenerlo e incautar el hachís que transportaba.

Este hijo y nieto de guardia civil recibía la condecoración esta semana «con un gran orgullo», consciente del trabajo que hay detrás y «muy feliz» por lo que también significa para toda su familia y equipo.

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