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El sillón de Cabaña

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Cabaña, santo y seña del socialismo gaditano en la última década, está mayor, no sé si es que ha sido abuelo, pero lo parece. Desde luego ha perdido chispa, pues si siempre me pareció la versión provincial de Alfonso Guerra, en estos días, a cuenta de sus últimas ocurrencias, me ha recordado más a un mix de Morán y Moratinos (lo que me lleva a la breve disgresión de preguntarme si este es el nivel medio de nuestro Cuerpo Diplomático, o es que para ministros suelen escoger a los menos espabilados).

Volviendo a Cabaña, éste sabe que el confortable sillón presidencial de la Diputación no va a ser para él tras mayo de 2011; bien porque lo pierda (para alegría de Loaiza), bien porque en defecto de lo anterior, se lo quiten sus compañeros de partido, pues Cabaña se ha convertido en pieza, política, a abatir.

Y es que no hace falta ser ni lince, ni zorro para comprender que en su partido se ha abierto la veda, y en política cuando van a por uno, sólo hay dos opciones: la opción Herrera, que se concreta en que puesto que de todas formas me van a quitar el sillón, lo dejo yo, sin dar problemas, y me apunto al turno restringido de políticos en espera de sillón, o dicho finamente me pongo a disposición del partido, si bien hay que reconocer que en este caso la provisión de nuevo sillón ha sido en tiempo récord, pareciendo mas bien una permuta de plaza entre dos funcionarios. O la opción Cabaña, más dura, más del estilo Clint Eastwood, que consiste en aferrarse al sillón hasta el punto de llevarse por delante a los tres o cuatro primeros que osen ir a por él.

Pero esta opción no tiene final feliz, porque con la cantidad de premios (Secretaría General, Diputación, Alcaldía) que conlleva la pieza Cabaña, la jauría va a aplicarse con tanto entusiasmo a la misión, que el único sillón que le va a quedar va a ser el butacón del salón de su casa, y es que como se resista mucho, si quiere seguir siendo alcalde, lo veo encabezando la lista del CAB (Candidatura Alternativa por Benalup).