HABILIDOSO. Rivera conduce la pelota en un lance del encuentro de ayer en el Carranza. / FRANCIS JIMÉNEZ
Cádiz C.F.

Impotencia ante la evidencia

Matías Pavoni tuvo que ser sustituido en el minuto 59 ante la alarmante falta del ritmo físico necesario para aguantar la presión de hombres como Rivera

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Matías Pavoni fue ayer la gran novedad en el once inicial del Cádiz. El media punta argentino volvía al equipo tras la lesión que le produjo Gurpegui en el partido ante el Athletic de Bilbao. Sin embargo, su titularidad terminó dejando a todas luces una gran realidad: le falta ritmo competitivo para aguantar físicamente el desarrollo de un partido. Y más si enfrente tiene a hombres como Rivera, un medio campista todoterreno que atosiga a las mentes pensantes del rival y todavía tiene gasolina suficiente en el depósito como para dirigir las operaciones ofensivas de su propio equipo. Es bajo, pero salta como el que más; no tiene un físico imponente, pero va al choque con el más fuerte; no tiene una zancada poderosa, pero llega siempre más rápidos que sus rivales.

Lección magistral la que realizó en la primera mitad el chiquitito que en su día quiso Abramovich. Incansable, organizando, distribuyendo el balón de banda a banda y cubriendo las carencias defensivas de su equipo, sobre todo por el lateral derecho. Allí fue donde frenó una acometida de Lobos en el minuto dieciocho y desde allí arrancó para hacer la pared con Juanito y habilitar con un pase al hueco perfecto al lateral barbateño, al que Luis Aragonés seguía muy de cerca desde el palco del Ramón de Carranza -junto a sus compañero Joaquín y Juanito-, y a la espera de alguna sorpresa agradable del equipo amarillo.

Lo hacía todo, y todo bien. Mientras tanto Pavoni luchaba contra su peor enemigo, su estado físico. Cada vez que se encontraba con Arzu salía perdedor en el choque. Cada vez que intentaba conducir la pelota se topaba con tres adversarios más rápidos que él. Estaba participativo, pero impreciso, contagiado por la angustia de un equipo que necesitaba a toda costa llevarse los puntos en juego. Eso sí, el toque de balón lo mantiene exquisito. Gracias a esa cualidad dibujó un gran pase a Lucas Lobos en el minuto 32. Sin duda alguna, su mejor bagaje durante el partido.

Pasaban los minutos y el cansancio físico seguía acumulándose en el argentino. Ni siquiera el descanso pudo remediarlo. Fue entonces cuando Espárrago empezó a darse cuenta de que a lo mejor estaba forzando demasiado la situación y decidió relevarle por Estoyanoff. Instantes antes Pavoni había perdido el balón en el córner, propiciando una ocasión de peligro bético -tiro de Arzu-.

Rivera también acusó el generoso esfuerzo de la primera mitad. El gol de penalti de Lobos requería a los verdiblancos una marcha más en el encuentro y él ya no tenía el fuelle suficiente como para ofrecerla. En el minuto 82 cedió su sitio al brasileño Tardelli.