El rincón más íntimo de la Janda

La casa se levanta sobre las ruinas de la capilla de Veracruz, derrumbada en el siglo XVIII. Su distribución es la clásica de los palacetes de esta zona: un patio central sobre el que cuelgan los pisos y se distribuyen las habitaciones, una amplia terraza y un sótano que antiguamente servía de caballeriza y para guardar animales pero que ahora alberga un bar realizado en piedra con rústicas mesas y sillas de madera.

Inmueble dividido

«Antiguamente la totalidad de la propiedad ocupaba toda la manzana pero los dueños dividieron la casona en tres partes, y en una de ellas nos encontramos nosotros», comenta Tenette, una de sus propietarias, sobre la historia del lugar.

Para lograr el toque original a la decoración, la dueña añade que ha intentado conservar todo lo que ha podido de la antigua decoración rústica, como las puertas o los suelos. «Pero le hemos añadido muebles modernos de madera y cristal con otros de inspiración más clásica como sofás lleno de cojines al estilo oriental y mesas bajas», comenta.

Pero, sin duda, uno de los mejores alicientes de este alojamiento es su amplia terraza en la azotea, donde en verano se pueden organizar barbacoas o tomar el sol. Desde aquí se puede ver la mayor parte de las verdes campos de la comarca de La Janda, desde Barbate hasta Medina Sidonia, y Vejer se presenta como una estampa a los pies del visitante, ya que, la casa se sitúa en el punto más alto de la colina en la que descansa el municipio.

No hay que olvidar las amplias habitaciones con grandes camas y rincones para disfrutar de las estancia. Por ejemplo, en uno de los dormitorios se encuentra una hamaca situada en un piso superior que los propietarios aseguran que es «ideal para leer o echar una siesta». Otro detalle muy peculiar es que las habitaciones disponen de minibar y fregadero para preparar el desayuno y tomarlo en la propia cama.