EN BUSCA DE NOMBRE. El Gobierno Militar sigue a la espera de una denominación acorde a su nuevo uso. / FRANCIS JIMÉNEZ
EL MAESTRO LIENDRE

Españoles, go home

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A falta de otro plan de supervivencia, los andaluces de litoral hemos quedado como empleados del patio de recreo que ponemos a disposición de nuestros vecinos ricos del norte, ese sitio que empieza en Despeñaperros y termina más allá de Laponia. Los negocios (entendidos como planificación, fabricación, manufacturación...) se nos dan mal. Los barcos, desde las carabelas a los petroleros, se fueron largando uno detrás de otro y con la paguita que nos quedó sólo alcanza para abrir una versión de esas cutres ciudades de vacaciones, que va de Ayamonte a Carboneras. Hemos quedado para alquilar apartamentos, para ofrecer terrenitos y habitaciones de hotel, para sacarle partido al único patrimonio que no podemos estropear ni dilapidar: el sol

Los que abren locales al público lo hacen con su mejor intención, con el digno propósito de ganarse la vida tratando de alegrársela a los demás, pero si no tienen un modelo claro en la cabeza, un estilo terminan siendo un imán para marrulleros, gamberros o corruptos. Eso le ha pasado al gigantesco chiringuito andaluz.



Escape libre

Una vez que a Cádiz le toca servir de terraza de las provincias que le caen más al norte (es decir, de todas), es difícil elegir quién viene a consumir a tu local. Como no ofrecemos ningún matiz diferenciador, no propiciamos un estilo concreto ni estamos en condición de elegir a los que usan nuestro local, con lo que venga hay que joderse.

Si son conductores de motos que no dejan dormir a los demás, que mueren y matan de docena en docena... pues hay que fastidiarse. Si son jóvenes que deciden infringir todas las normas y leyes que en su lugar de origen no pueden saltarse, pues no queda más que soportarlos, encerrarse en casa y esperar que terminen de divertirse.

Si se les limita el entretenimiento, como ha pasado en El Puerto de Santa María, siempre aparecen voces que dicen: hemos ingresado menos dinero porque los aguafiestas ponen pegas. Los que se prostituyen, tienen que hacerlo del todo, no pueden ser melindres.

El cliente siempre tiene razón, suelen decir los necios, aunque te grite, te orine las alpargatas o te impida dormir. El que paga, al parecer, no tiene obligaciones. Por lo visto, los pueblos condenados a vivir del sector servicios no tienen derechos.



Los reyes del ladrillo

Entre los que llegan abundan los espabilados, los listos, que son plaga y legión. Siempre aparecen por según que bares, hoteles, casinos o locales (la costa andaluza es ya una barra interminable) para ubicar su centro de operaciones. Son menos ruidosos que los pocos, pero peligrosos, moteros molestos, son mucho mayores, pero igualmente llegan para hacer en terreno ajeno lo que nunca les permitirían en el propio. Vienen a expandirse en el pueblucho, que para eso vienen de la metrópoli.

Ellos dicen ser emprendedores. Proceden del primer mundo y quieren salvar el tercero. Vienen a invertir y a enriquecer a los demás, claro. Si ellos no aparecieran, a ver, de qué van a vivir los sureños que no saben gestionarse, organizarse ni progresar. Con ese afán caritativo ponen en marcha negocios que jamás les permitirían en la ciudad en la que nacieron y crecieron. Vienen a salvarnos cargados de cemento. Lo de forrarse de paso es un accidente, algo anecdótico en lo que no habría que fijarse, un efecto colateral que no tenemos que tenerles en cuenta, a ver si se van a enfadar y se van a largar, dejándonos otra vez sin luz eléctrica.



Desprecios y preguntas

Es habitual, además, que uno tenga que oir a los colonizadores, a esos salvadores del pobre sur, cantar y contar las miserias del terreno que han decidido rescatar de la penuria. Con medio labio levantado, mohín de asco, y palabras de condescendencia, re-latan los defectos de los lugareños, su tendencia a la picaresca y la piratería, sus intolerables carencias, su querencia a vivir de los demás o el mal gusto de sus costumbres. En ese momento de contradicción de los llegados, apóstoles del capital, al pobre sureño sólo se le enciende una pregunta en la cabeza: «¿Entonces, qué haces aquí, para qué habrás venido, por qué no te vas?».



Respuestas por encontrar

La respuesta está en Marbella. Sólo uno de los 21 detenidos en la sonrojante operación policial nació y creció en el pueblo. La respuesta está en muchos ayuntamientos gaditanos que nunca, en democracia, han tenido un regidor nacido y crecido en el término municipal que gobierna.

La respuesta está en los asustaviejas. Repasen sus carnés de identidad y las hemerotecas para entender cuándo, cómo y por qué llegaron a Cádiz, huyendo y heridos en algún caso. La respuesta está en las elecciones municipales. Varios municipios gaditanos han llegado a ver como todos los candidatos a la alcaldía eran nacidos fuera de esa ciudad que tanto decían sentir, incluso fuera de la provincia o de la comunidad autónoma. La respuesta está en los 19.000 extranjeros con antecedentes penales que, según un impresionante reportaje de Newsweek, residen o han residido durante los úl-timos diez años en la costa andaluza, que califican como «la que sufre mayor corrupción en Europa».



Añoranza del mestizaje

Cádiz siempre se alimentó de un mestizaje que ha servido para crear un cantón filosófico, una de las guías telefónicas más hermosas del mundo, pero aquellos tiempos de intercambio, de ir y volver parecen haber pasado. Ahora son de pasar y rajar o llegar y trincar. No sabemos autogestionarnos y, en política, en economía, los espacios que se dejan libres siempre son ocupados de forma inmediata por otros. Todo es responsabilidad de los que viven aquí desde hace décadas, por inacción, por pasividad, pero tampoco hay que aplaudir determinados comportamientos de esos que llegan al rescate sin que nadie los llame. Después de tanto convivir con la Base de Rota, al final habrá que terminar gritando: «Españoles, go home». Los habitantes de otras zonas de España ya lo hacen, y les va mu-cho, pero que mucho, mejor.



Otro anuncio en pantalla grande

Pero mientras nos organizamos, habrá que promocionar la tierra, para que nunca de-jen de venir esos que luego ni caben en las carreteras. A los inminentes rodajes de Manolete y Lola, ya hay que sumar el de La carta esférica. Imanol Uribe estuvo en Cádiz el pasado lunes y eligió escenarios naturales (Balneario de La Palma, El Pópulo, Catedral, Playa de la Victoria...). A ver si cuando esa nueva campaña promocional, en pantalla grande, haga efecto ya estamos más preparados para el turismo.



Un regreso feliz

El retorno que sí produce alegría es el de Costus. El fallecido dúo artístico tendrá sala estable en el futuro Centro de Arte Contemporáneo. Todas las partes están satisfechas y el gesto parece un acierto de Antonio Castillo, que no todo iban a ser palos para la primera cabeza de la Delegación de Cultura. A esa pieza, hay que añadir otras muchas para que resulte un conjunto atractivo para los gaditanos y para los que vengan.



Furgonetas de diseño

Lo que está pendiente de resolver en ese proyecto de centro de arte es su coincidencia, en el mismo inmueble, con un museo cofrade. Ahora que estamos en una cuaresma tan original (¿De lo que más se habla es de una furgoneta!) puede ser buen momento para revisar esa idea inicial. Hacer coincidir arte cofrade y arte contemporáneo en un mismo edificio es algo que no va a satisfacer a nadie, que va a confundir a todos. Igual hay tiempo todavía de revisar esa premisa.

Con hablar con todas las partes puede bastar. Los hechos consumados pueden estropear muchos de los aciertos adelantados. Todavía hay plazo para cambiar de opinión, que rectificar -si fuera preciso- es un síntoma de inteligencia y nunca una derrota.



Cuestión de nombres

Por último, un homenaje a Manuel Ruiz Torres: ¿Cuándo se le va a poner nombre al Gobierno Militar? Esa denominación es feísima para la sede institucional de la cultura gaditana. Hay muchos reconocimientos pendientes, pero pasa el tiempo... y nada.