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Los hosteleros lanzan un SOS por la noche gaditana

Mantienen viva la reivindicación de ampliar el horario de terrazas y piden al nuevo equipo de Gobierno que aplique la ley con menos dureza

elena martos
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«Llevo más de veinte años en Cádiz y nunca he visto un verano tan triste como el pasado. Este vamos camino de lo mismo». Esa es la amarga previsión de Esteban Martín, propietario del establecimiento Woodstock, un emblema de la noche gaditana en el Paseo Marítimo y el casco histórico.

La afluencia de clientes y la recaudación han ido cayendo en estos años a la misma velocidad que han crecido las restricciones. Cuenta que cuando se cobraba en pesetas hacía mejores cajas que ahora y reconoce que «un local de copas en Cádiz sobrevive a duras penas, el que lo intenta encuentra una enorme hostilidad».

Martín ha sido uno de los muchos empresarios que se ha visto obligado a cambiar la noche por la oferta gastronómica.

Con dos establecimientos más funcionando –La Barrica, en el entorno de la Catedral, y La Passiega, que ha abierto recientemente en la avenida Ana de Viya– reconoce que «la ciudad está muerta a partir de las dos».

La ley autonómica obliga a desmontar las terrazas a esa hora y en la capital se ha venido aplicando con dureza. Un retraso puede conllevar elevadas sanciones a las que los empresarios les cuesta hacer frente, por eso se ven obligados a pedir a los clientes que se marchen para cumplir con la norma.

La reivindicación viene de lejos, pero se recuerda para verano para que no caiga en el olvido. La perspectiva de un nuevo equipo de Gobierno en el Ayuntamiento de Cádiz y el recambio en la Junta de Andalucía vuelven a generar esperanza sobre la posibilidad de que se haga un esfuerzo por la hostelería y el turismo, que son el principal motor de la ciudad.

Ya se lo han trasladado al concejal David Navarro, que acudió a la asamblea de Horeca para iniciar los primeros contactos con el sector. También al consejero Manuel Jiménez Barrios, que les traslada la voluntad, aunque en todo este tiempo no se ha cambiado una coma de la normativa.

El presidente de la patronal Horeca, Antonio de María, prefiere mostrarse conciliador y esperanzado en que el cambio es posible. «El camino no es que la Policía Local de Cádiz sea más sensible o haga la vista gorda, tampoco que el Ayuntamiento les pida eso, porque al fin y al cabo los dos están para cumplir la ley. El camino es que se amplíe el horario de terraza», insiste. «Que podamos cerrar a las tres y no andemos levantando a los clientes a toda prisa como si estar más tiempo en la calle fuese algo malo».

El responsable de la patronal pone como ejemplo lo ocurrido este pasado fin de semana, cuando los bares del entorno de Canalejas y San Juan de Dios se vieron obligados a recoger las mesas y sillas de la calle a pesar de la afluencia de gente que atrajo el festival ‘No sin Música’ que se ha celebrado en el muelle. «¿En este caso no se puede decir que sea por el ruido?», ironiza.

¿Quién paga los excesos?

Raynold Pierre-Louis, otro conocidísimo empresario de la noche en Cádiz, se muestra menos comedido y señala que «todos tienen que arrimar el hombro por el sector». «Cádiz es una pena», dice sin adornos ni paños calientes. Lamenta que los excesos del botellón lo han terminado pagando los locales que nunca se han beneficiado de ello. «Nosotros fuimos los principales afectados de aquello junto con los vecinos», recalca. Ahora también pide una mayor conciencia a los ciudadanos que se muestran intransigentes con las horas. «Mientras tengamos esta norma estamos expuestos a que tal o cual persona quiera denunciar una vez que se pasa de las dos de la mañana», aclara y recuerda que «esto no es solo el beneficio de un empresario, son los puestos de trabajo que crea, el servicio que se ofrece a la ciudad y la imagen».

Es por eso que además de una mayor sensibilidad por parte del consistorio pide llevar a cabo una labor de concienciación con los propios residentes. «Pero eso no es cuestión de un día», se teme Reynold y mientras se mantiene la mano dura, Cádiz va perdiendo ambiente. Recuerda que el pasado verano ya sonaron las alarmas cuando en pleno agosto los pubs y las discotecas estaban completamente vacías durante algunos días como el lunes o el martes. «Estamos en una ciudad costera, que aspira a vivir del turismo y esto es inaceptable», señala.

Destaca también que «ante esta situación, el empresario no se atreve a hacer inversiones, ni para nuevas propuestas ni para contratar a más personal». Sobre la posibilidad de que el cambio en el Ayuntamiento pueda traer consigo una nueva manera de aplicar la norma, dice sentirse esperanzado, aunque hasta el momento nada le haga indicar que vayan a cambiar las cosas. Desde luego, por intentarlo no va a ser y se muestra dispuesto a seguir reivindicándolo como en estos años.

La situación no afecta de forma directa a los establecimientos de restauración, aunque hay quien se plantea que tal vez «si hubiera una mayor oferta de ocio nocturno atraería una mayor afluencia de gente de fuera». Convencido de ello se muestra Manuel Pérez, propietario del Arteserrano, que se muestra también partidario de esa ampliación de horarios. Admite que «haya o no una hora más de permiso para estar abiertos cerraremos a la misma hora, porque no hay demanda más allá de la una». Sin embargo, sí ve el filón de que ese margen pueda revitalizar el turismo y ser más atractivos para el público de fuera.

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