El Cristo de la Misericordia, durante su procesión por Cádiz
El Cristo de la Misericordia, durante su procesión por Cádiz - francis jiménez
semana santa cádiz

De sol de barrio a negro de luto

El fervor de La Palma y el luto de Vera-Cruz resaltan en un día en el que Prendimiento ha estrenado su nuevo paso, aún en primera fase de talla

jesús cañas / a. muñoz de la vega
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Dos verdes se dan cita en el Lunes Santo. Dos verdes iguales y distintos que resumen la inmensidad de una gran jornada. Esa que es capaz de llevar a vivir a los gaditanos la exuberancia de hermandades de bulla y de barrio y la solemnidad de la historia y el clasicismo.

Y fue esa experiencia la que han vivido los gaditanos que masivamente han vuelto a echarse a la calle en una gran jornada de procesiones. Verde, como la fiesta que se vivió en San Francisco para ver salir al Nazareno del Amor y su Virgen de la Esperanza. Verde, como la multitud que también se congregó para ver al imponente Cristo de la Vera-Cruz y su cortejo de luto.

Y entre ambos, el azul alegre de La Palma y el morado y celeste festivo del Prendimiento. Toda una amalgama de vivencias cofrades, marcadas por la alegría y la sobriedad, que llevaron a vivir otra gran jornada de Semana Santa en Cádiz.

La Palma (ver fotos)

Ni el Sol se quiso perder ayer el paso del Cristo de la Misericordia por La Viña. Su barrio esperaba con ganas al Cristo crucificado y su madre, la Virgen de las Penas. Calles abarrotadas, balcones llenos, emoción a raudales y luz. Luz en los ojos de los hermanos, en los ojos llenos de fe de miles de gaditanos, luz que se colaba por la estrecha puerta de la iglesia de La Palma para iluminar una salida que siempre tiene un sabor especial.

Puntual salía la Cruz de guía. «Con arte y compás va el Señor de los viñeros», decían los capataces que dirigían el paso, Francisco y Tomás Martín. Y con arte y fe se le recibía en la calle. Nada más salir el cantaor Esteban Guerrero ‘Caracolillo’ le cantaba una sentida saeta al Cristo de la Misericordia. El público rompía en unos aplausos que le acompañarían durante todo su recorrido por el interior del barrio.

Emoción sin disimulo y otra mucho más contenida, como la de Chari Valero, hermana de La Palma que fue la encargada de dar la primera llamada en el paso del Cristo. Un momento inolvidable sin duda para una mujer que hace apenas tres meses se sometía a un transplante de médula. La segunda levantá se hizo en honor de uno de los pioneros de esta hermandad, Jesús Díaz, tristemente desaparecido.

La Banda de Cornetas y Tambores de la Vera-Cruz de Utrera le arropaba en el inicio del cortejo con la marcha 'Arrepentimiento', que engarzaban con 'Ahí queó'. El paso estrenó parte del dorado e iba adornado con claveles rojos.

Tras él la Virgen de las Penas. Ella rodeada de claveles blancos y ramos de azahar, portada por la cuadrilla de Ramón Velázquez, que acumula veintiséis años ya bajo la imagen. Decía el hermano mayor de la hermandad, Francis Lucero, que la sencillez de los exornos, hermosos, como diciendo «aquí llega ella», pero sin oro y con menos flores era necesario. Es el reflejo de la realidad de una hermandad volcada con su barrio durante el año entero. Miles de kilos de alimentos y mucha ayuda a cientos de familias viñeras a través de su obra social son su carta de presentación. Porque «no hay mayor adorno que el cariño de un barrio».

Iniciaba así su recorrido María Santísima de las Penas. La banda de música Soledad de Cantillana la acompañaba, como no podía ser de otra manera, con ‘Virgen de las Penas’, de Abel Moreno, y ‘Luz en tu soledad’. Radiante lucía la Dolorosa a su paso por La Viña, radiante lucía la tarde para que nadie se quedara sin verla.

Prendimiento (Ver fotos)

Menos calor que en La Palma, pero con la misma luz y la brisa del mar para la salida del Prendimiento. Y sobre todo con la misma fe. Los cargadores de los dos pasos de esta hermandad rezaban con recogimiento antes de pisar la calle, pidiendo fuerzas para realizar con éxito su estación penitencial.

Cuando se abrían las puertas de la iglesia del Carmen, para que la Cruz de guía del cortejo de Jesús en su Prendimiento saliera a la Alameda, la luz ya le marcaba a la cuadrilla dirigida por Francisco Javier Baena el camino de la nave central del templo. Ruedas para salir al encuentro con Cádiz y sortear las dificultades de la puerta. Una vez fuera, todo a base de fuerza y fe.

El paso de misterio traía consigo una de las principales novedades de esta Semana Santa. El canasto, aún sin respiraderos y sin tallar, liso, de madera, sobrio pero prometedor, es un estreno esperado por los hermanos de esta cofradía que quiere dejar atrás las dificultades del pasado. Este nuevo paso simboliza un tiempo nuevo para la hermandad del Mentidero.

Detrás llevaba a la Agrupación Musical Sagrada Cena, que empezó su interpretación con una marcha con mucho significado, compuesta especialmente para este Cristo, 'Prendido en Getsemaní', a la que siguió engarzada 'Prendimiento de Jesús'.

Tras ellos salían en penitencia los hermanos que acompañaban en su recorrido a María Santísima del Patrocinio. Muy hermosa su imagen, con toda la candelería encendida, esperando su momento para salir al encuentro de sus hijos al fondo del templo. Una vez en la calle hubo alguna dificultad para realizar la primera levantá. A la segunda la cuadrilla dirigida por el capataz Francisco García Palos no dejó lugar a las dudas. Con su Madre a hombros encararon el largo recorrido que les quedaba por delante desde la Alameda. Allí las bambalinas se fundían en una bella estampa con un cielo del mismo azul celeste. De fondo se escuchaba la marcha ‘María Santísima del Patrocinio’ interpretada por la Banda Filarmónica de Conil.

Nazareno del Amor (ver fotos)

La brisa era la justa y necesaria. La justa, para azuzar a los naranjos en flor a desplegar su perfume de azahar. La necesaria para aliviar el intenso calor que se vivía en la plaza de San Francisco. Un calor que era tan real como simbólico porque bajo el sol de justicia aguardaban centenares de gaditanos ávidos de ver la salida del Nazareno del Amor. Allí la esplendorosa tarde del Lunes Santo estaba en todo su apogeo para evidenciar una salida que siguió anclada en las tradiciones más arraigadas de la hermandad.

De hecho, en la salida (cuyos instantes previos no se permitió el acceso de medios de comunicación) estuvieron presentes históricos cofrades como Antonio Llaves que hicieron posible su fundación en 1951. Una historia reciente pero viva, que con la presencia de Llaves queda patente en cada Lunes Santo. El de ayer estuvo marcado de nuevo por un numeroso cortejo, cuajado de juventud, que evidenció el tirón de la hermandad franciscana.

Además, la cofradía lució en la calle algunos de sus pequeños pero diversos estrenos para este año. Es el caso de la propia túnica color hueso del Señor, realizada en lanilla; la túnica de Simón de Cirene o la restauración de la imaginería menor del paso y el estreno de dos cartelas relacionadas con el amor. Luis González Rey ha ejecutado ambas cartelas, el mismo imaginero que, tras la Semana Santa, restaurará a la Virgen de la Esperanza. Quizás por eso, la salida de la Señora se vivió con especial emoción en la plaza de San Francisco.

Antes había salido el paso del Señor, exornado con claveles rojos y bajo los sones de 'Nazareno del Amor' que la Agrupación Musical Polillas interpretó para la imagen homónima. La cuadrilla de Ricardo Vicente Carro superó la angosta puerta de salida y emprendió su caminar hacia la Catedral.

La Señora se reencontró con la ciudad exornada con flores blancas colocadas con profusión en jarras y diversos puntos del palio. Para ella sonó la marcha ‘Esperanza Franciscana’ justo después de que la pregonera y hermana de la corporación, Rosa María Cossi, ordenara la primera levantá. La cofradía bajaba ya la calle San Francisco para buscar la Catedral, mientras la cofradía del Prendimiento se acercaba por las inmediaciones para seguirla en su caminar.

San Francisco se quedaba huérfano, con la ausencia de una Virgen que, en breve volverá a marcharse por unos meses. Los hermanos guardarán su ausencia con el mismo vacío y esperanza con la que en la tarde quedó prendada la capilla de los titulares de la cofradía del Amor.

Vera-Cruz

Y el verde volvió a ser el protagonista, exactamente en el mismo lugar, pero dos horas después. Sin embargo, todo ya era distinto. Ya San Francisco no estallaba en júbilo ni sus penitentes lucían color. El verde se acompañaba ahora del negro más riguroso, señal del luto y el dolor que traspasaba a la Virgen ante la muerte de su Hijo. Un Cristo, el de la Vera-Cruz, que parecía dormido ante una plaza que enmudeció al verlo aparecer en su imponente paso dorado. La capilla musical comenzaba a interpretar motetes a la muerte del Señor: 'Estampas de la Vera-Cruz', 'Habladme' o 'En tu Vera-Cruz' fueron algunas de las composiciones que parecían recordar al público el carácter de la corporación que estaban viendo.

Todo ello cuando volvió a ser necesario recordar a muchos gaditanos que estaban ante una cofradía de negro en la que sobraban aplausos o voces en alto. Por si quedaba alguna duda, el palio de la Virgen de la Soledad irrumpía en la plaza de San Francisco cuando la tarde apuraba sus últimas horas de sol. Lo hacía gracias a la maestría de los cargadores que, con cuerdas, tiraron de los varales para salvar la estrecha puerta del templo. Para ella sonó, como hace años, 'Soledad', antes de que comenzara su caminar.

Ante el Cristo y la Soledad, un cortejo cuajado de detalles dignos de mención. Fue el caso de las rosas rojas, símbolo de San Francisco, y la libra de cera que dos federicas portaban para entregarlas como ofrenda a los Patronos y al Santísimo en la Catedral. Destacaba también la medalla de la ciudad, colocada en el 'bacalao' de la hermandad (y que fue entregada esa misma mañana por la alcaldesa Teófila Martínez) o la presencia del mismísimo Lignum Crucis que lucía portado en una pequeña parihuela. Igualmente, la cofradía llevaba un sobre lacrado en verde en el que solicitaba la estación de penitencia en la Catedral.

En cuanto a los pasos, el del Cristo lució bellamente exornado con claveles sangre de toro y con su trasera adornado por los cordones franciscanos. Por su parte, el palio de la Virgen de la Soledad lució un bello exorno de rosas blancas que puso en evidencia el buen trabajo que realiza la hermandad en sus labores de Mayordomía. De hecho, al igual que no descuida los detalles simbólicos, tampoco descuidó la liturgia previa. Instantes antes de poner la cofradía en la calle, todos los hermanos participaron en el rezo del Ejercicio de las Cinco Llagas.

Todo ello como colofón para una salida procesional que comenzó para indicar a Cádiz que el primer luto de la jornada había llegado. El verde y negro de la Vera-Cruz que cerraba la jornada. Broche de oro para la cofradía decana de la ciudad, que ya está inmersa en la celebración de su 450 aniversario que le llevó a obtener incluso la Medalla de la Ciudad.

Al cierre de esta edición, todas las hermandades completaban su recorrido con normalidad. Así, La Palma salía de Carrera Oficial buscando ya su barrio. Por su parte, Nazareno del Amor realizaba su recorrido en el interior de la Carrera Oficial. Mientras, Prendimiento hacía estación de penitencia en la Catedral y Vera-Cruz se dirigía para tal fin camino de la Catedral.

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