Un pescador barbateño remienda la redes a la espera de poder salir a faenar. | A. V.
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Barbate remienda sus redes

Los pescadores preparan sus aparejos a la espera de que Europa les diga la fecha en la que podrán regresar a Marruecos

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Dicen que de los viejos hay que aprender y los viejos de Barbate dicen que de la mar no hay quien sepa. Es joven, caprichosa. Por eso, el pueblo barbateño, uno de los que más se beneficiarán del acuerdo pesquero alcanzado esta misma semana entre el Parlamento Europeo y Marruecos, respiran con cierta inquietud ante su próxima vuelta a las aguas marroquíes. Han sido dos años duros, en el que los pescadores han tenido que ir alternando las visitas al caladero del Golfo de Cádiz con las de las oficinas de desempleo. «Hasta que no estemos allí no sabemos con qué nos vamos a encontrar», cuenta Juan José mientras observa una pequeña subasta de apenas una decena de cajas de pescado en la Lonja del puerto de Barbate. Mantiene cierta distancia con los compradores. Apoyado sobre la pared reflexiona sobre lo que está por venir. «La última vez que fui, hace dos años, nos tuvimos que volver para Cádiz porque no era rentable estar allí, pero aún así tener la posibilidad de regresar es buena». Han sido dos años malos «aunque hemos ido subsistiendo como hemos podido». Si de algo sabe Barbate, una localidad que cuenta con 5.000 parados (el 40% de la población), es de subsistir. «A mí no me ha faltado el trabajo porque he sabido moverme. Mi familia es de pescadores. Lo son todos menos un tío mío, pero yo decidí hacerme albañil porque se ganaba más». Pero llegó la crisis del ladrillo y Juan José regresó a lo que siempre ha sabido hacer. Pescar. «Tampoco estuve mucho tiempo, un par de años porque se rompió el acuerdo pesquero». Desde entonces se ha ido apañando con lo que ha podido. «Teniendo mujer, dos hijos y una hipoteca no puedes llegar a casa con 150 euros. Así que si te sale un chapú el fin de semana, lo haces». Juan José es aún joven. Tiene 30 años y confía en que la vuelta a Marruecos proporcione un respiro a la localidad.

Más optimista se muestra el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Barbate, Alfonso Reyes. Confía en que vuelvan los tiempos buenos, o al menos unos que aflojen un poco la soga que lleva años apretando al sector pesquero. «Llevamos dos años muy limitados porque el caladero de Cádiz está saturado. Esto nos ha obligado a ir reduciendo el número de cajas para poder mantener la actividad en el tiempo. Primero fueron 3.000 kilos, después pasamos a 1.800, luego a 1.500 y en los últimos meses nos quedamos en 1.000 kilos, porque de haber mantenido la actividad inicial no hubiéramos aguantado ni tres meses». Ahora, con la vista puesta en Marruecos, confía en que vuelvan las contrataciones al puerto de Barbate. Esperan que unas 400 personas se embarquen en la veintena de barcos que pedirán la licencia. Pero no es sólo el empleo directo, «por cada puesto de trabajo se crean otros cinco indirectos ya sea en la lonja, como transportista, los compradores», una cadena que poco a poco comienza a engrasarse.

Vuela la ilusión por unos instantes del rostro de Alfonso Reyes y aparece en su lugar la incertidumbre. «Marruecos es bueno», repite, pero también es caro. Reconoce que en el nuevo acuerdo hay un factor que juega en contra, el desconocimiento. «No sabemos lo que nos vamos a encontrar porque hace dos años que no vamos al caladero y en este tiempo Marruecos ha ampliado su flota y llevar un barco hasta allí cuesta lo suyo».

Optimismo moderado

Rafael Oliva lo sabe bien. El es patrón y armador de la embarcación ‘Benamahoma’. Rafael, de 56 años, está en el puerto, junto a su barco, vigilando la puesta a punto. «Ahora estamos todos igual, preparándolo todo para cuando nos digan que podemos ir. Dicen que podría ser en enero pero si se alarga mucho habrá que pensárselo porque durante los meses de febrero y marzo tenemos la parada biológica allí». Rafael no se siente «un privilegiado, como nos acusan muchos», «este acuerdo es nacional y hay más de un centenar de licencias para repartir. El que la quiera, que la pague». Sabe que el nuevo acuerdo es una puerta abierta, «pero también un arma de doble filo». «Una semana de pesca en Marruecos significa unos 10.000 euros y eso sólo se va en el mantenimiento del barco, sin contar sueldos ni pagos a la Seguridad Social. Nada más que en gasoil nos gastamos unos 7.000 euros, a eso añade los víveres para 16 personas en mi caso y el hielo que está a 100 euros la tonelada, la licencia que requiere 6.000 euros al trimestre... Lo sumas todo y te da un riesgo enorme».

Rafael estaba en Marruecos cuando hace dos años tuvieron que salir a toda prisa. «Nos avisaron por la radio y de esta gente no te puedes fiar en una situación así». Desde Barbate no entiende como a miles de kilómetros de distancia, el Parlamento Europeo «dijo que no ratificaba el acuerdo pero abría a su vez un nuevo protocolo para firmar otro». Al igual que Juan José, desde la última vez que echó las redes en el caladero marroquí lo que ha hecho es «subsistir». «Tal y como está la economía, con poder mantener la empresa ya te puedes dar con un canto en los dientes porque aquí ningún armador se ha hecho rico». Reconoce varias mejoras en el nuevo convenio, como poder utilizar luces para pescar, el aumento de las millas, o la mejora de las infraestructuras, pero también lamenta que tengan que llevar a bordo a tres marroquíes en lugar de a dos, como hasta ahora. «Yo no tengo nada en contra de ellos pero esto me ha obligado a dejar de contar con uno de mis tripulantes porque la capacidad del barco es la que es, y tal y como está la situación le he tenido que decir que no venga más». Aun así sabe que su futuro y el de su familia está ligado a la pesca. «Tengo un hijo al que le falta una asignatura para ser ingeniero mecánico y le he tenido que decir que cuando acabe se venga conmigo, ¿qué otra opción tiene? ¿Irse a Alemania para ganar 500 euros?».

Uno de los más esperanzados es Andrés Barrera, subastador en la lonja. «Aquí hemos tenido temporadas buenas y malas. Hubo años, como los del 1995 a 1999, en los que no cabía todo el pescado en la lonja pero luego la cosa comenzó a flaquear». Ahora espera que la vuelta a Marruecos ayude a mejorar la situación. «Hombre, Barbate no va a pegar con esto un giro de 180 grados pero sí que se va a notar un poco, al menos esperamos que haya más trabajo», explica. Pero ante una cara optimista salen tres o cuatros que llaman a la prudencia. Es el caso de Manuel Gallardo, un prejubilado de 58 años que advierte de que «hasta que no salgan la primera semana no sabemos qué va a pasar. Yo no veo a la gente muy ilusionada, quizás es porque habíamos perdido las esperanzas». Manuel ha conocido temporadas buenas y malas «pero lo de ahora...». Barbate ha pasado de tener cien barcos a veinte «y aquí no hay nada más», por eso confía, al igual que muchos, que la situación mejore, «pero hasta que no lleguen, no lo sabremos».