Revolución soberana ‘adversun’ contrarrevolución callejera

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Inmersos en plena cuaresma, es tiempo de retiro y olvido de los excesos del carnaval. El primer domingo de coros coincidía con la algarabía sindical contra la reforma laboral. Cuatro o cinco bateas hubieran sido suficientes para expresar su malestar circundando la plaza, con parada técnica frente al bar Merodio para reponer fuerzas. No son coristas, son sindicalistas. Aquellos cantan, estos le cantan las cuarenta al Gobierno. Cantan sin cesar, a pesar de no haberse sobrepasado los cien días de cortesías. ¡Qué descorteses! De igual forma que el corista aguarda con impaciencia la llegada de febrero para el cante, los sindicalistas del sindicalismo oficial-instrumental, han esperado pacientemente siete años para descargar adrenalina por todos los poros del cuerpo y manifestar su «especial» indignación contra el desempleo a que el partido hermano de uno de ellos y primo del otro, nos han llevado. Menos mal que el PSOE perdió las elecciones, ya que en caso contrario, hubiera que haberle practicado a todos estos insignes manifestantes una sangría en toda regla, ya que lustro y medio sin pisar prácticamente la calle son muchos años, sin hacer lo único que realmente saben hacer. A la perfección diría yo. Bueno, parece que se desahogaron. Al paso que vamos y según las predicciones, van terminar totalmente desahogados. En cualquier caso el dato es indicativo. Cuatro mil personas frente a la Subdelegación, no suponen ni los liberados (a tiempo completo y parcial) de la provincia. Le preguntaré a mi buen amigo el Ilmo. Sr. D. Javier, espectador de excepción, el número de bateas que podrían haberse llenado.

La crisis nos ha llevado a una situación tan calamitosa, que hará realidad lo que preconizaba Milton Friednan. Este se refería a la situación de inmovilismo producto del ‘status quo’ que muchos defienden a pesar de todo. La virulencia de la crisis y el socavón que ésta ha producido en la estructura del Estado tal y como lo concebíamos hasta 2007, hará que lo que parecía políticamente imposible de acometer por ningún Gobierno, va a ser políticamente inevitable. Han aparecido los datos de desempleo correspondientes a febrero. Lo esperado y nada más, 112.269 desempleados más. Nos acercamos inexorablemente a los seis millones de desempleados. El número de cotizantes a la Seguridad Social se sitúan en 16.900.000. Esto es lo suficientemente descriptivo para entender el problema que tenemos y al que ha contribuido sin género de dudas la legislación laboral española, que ha imposibilitado el correcto devenir de un mercado de trabajo, en el que el ajuste siempre se ha producido por la vía del empleo (creando desempleo), en lugar del ajuste a través del salario y del tiempo del trabajo. Así se nos cae directamente lo que hoy conocemos como Estado del Bienestar. En cualquier caso y a pesar de las reformas que proyectemos y que se ejecuten, éste deberá ser reacondicionado y ajustado a las reales posibilidades de la economía española que cada momento presente.

Crecer y crear empleo es la única solución. El Estado creado hasta la fecha no es sostenible financieramente, entre otras cosas supone un lastre y un freno para el crecimiento. Por lo tanto, sí para crecer hace falta una dosis de realidad, busquémosla a través de las reformas necesarias. Sólo el crecimiento permitirá además la creación de empleo. Todas las reformas son necesarias, pero la laboral posiblemente sea la más acuciante. A pesar de llevarse a cabo en un momento de plena recesión económica, donde en el corto plazo se seguirá destruyendo empleo, hasta que sea perceptible un cambio de coyuntura económica.

Analicemos un dato que por repetitivo no debe suponer aceptarlo para siempre. Se ha dicho por activa y por pasiva que hasta que la economía no crezca por encima del 2%, la creación de empleo en España dada su estructura económica no es posible. Esta reforma laboral, en cuanto que permite el ajuste permanente a las situaciones cambiantes del mercado, posibilitará la creación de empleo neto. La legislación laboral suponía un corsé antinatural al correcto desenvolvimiento del mercado de trabajo, que justificaba que en el mejor de los escenarios posibles, en España no se bajara de 2 millones de desempleados, situándose la tasa friccional de desempleo española o tasa de reposición, cercana al 10% y no al 4% como se entiende con carácter general para una economía de nuestro entorno, con una legislación laboral similar a la aprobada ahora por el Gobierno. Les pondré un ejemplo al respecto. Todo el mundo habla de la importancia del sector exterior como catalizador de nuestro crecimiento. Nuestra pertenencia a la UE, supone la existencia de un importante mercado exterior, amén del global de carácter planetario. Los precios de nuestros bienes vienen determinados por los clientes que los compran y sólo por ellos. Si los costes de nuestros productos son más altos que los del resto, no tenemos nada que hacer con nuestras potenciales exportaciones. Simplemente porque no venderemos. Significa ello que si exportamos pocos y queremos invertir la tendencia, hay que reducir los costes de producción. Amén de ello, hay que conseguir la caída interna de los precios en España, para hacer más llevadera para todos los sacrificios que tendremos que hacer. Ello sólo será posible exigiendo la real competencia de las empresas en régimen de mercado y que éste sea realmente transparente, en lo que a la formación de los costes se refiere. Hay que hacer más competitiva nuestra economía, lo que supondrá ajustar todos aquellos conceptos que lo cuantifican. Un dato relevante: The World Economic Forum sitúa a España en el lugar 119 de los 142 países cuyos datos han sido contrastados, en relación con la eficacia de su mercado laboral. Aquí reside nuestro problema y esto es lo que la reforma laboral va a posibilitar cambiar, para hacer posible que nos situemos donde realmente debemos estar, junto a los países de nuestro entorno.

No sólo los empresarios serán los beneficiarios directos de la reforma, también lo serán aquellos que queriendo y pudiendo trabajar no lo hacen porque no pueden, porque la legislación laboral ha supuesto en el pasado un límite infranqueable. También las Administraciones Públicas se beneficiaran de ella, en cuanto que les permitirá los ajustes necesarios. Pero no sólo a estos, sino a los propios sindicatos que tanto la critican y que uno de ellos ha anunciado un ERE para 500 trabajadores para empezar. Así es la vida, las leyes son para todos. Bienvenida sea la reforma.