EN EL LABORATORIO

Quemados en la oficina

Frenético, sin desafíos y desgastado. Estos son los nuevos perfiles que definen a los afectados por el ‘burnout’. Ahora un nuevo test ayuda a reconocer qué tipo de ‘queme’ se sufre

MADRID Actualizado: Guardar
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Se siente desilusionado con su trabajo hasta el punto de que no le quedan ni fuerzas ni ganas para acudir a su puesto? ¿Está agotado y aburrido? ¿Padece de insomnio, jaquecas, úlceras o se siente deprimido? Si es así, es probable que esté padeciendo lo que se conoce como síndrome de ‘burnout’, uno de los daños más importantes asociado al estrés laboral crónico.

El problema es que hasta ahora era tan difícil de diagnosticar que no se trataba directamente en las consultas de atención primaria o de salud mental –los profesionales se centraban solo en los trastornos asociados a él (la depresión o la ansiedad, por ejemplo)–. Pero eso ha comenzado a cambiar.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Zaragoza, liderado por el psicólogo clínico Jesús Montero-Marín, ha diseñado la primera herramienta-cuestionario que, en tan solo 36 preguntas, permite acertar con un diagnóstico más específico de un síndrome en alza que mantiene unas tasas de prevalencia que oscilan entre el 10 y el 50% de los trabajadores, en función de la ocupación y de la idiosincrasia y el perfil del puesto de trabajo.

«Clásicamente el ‘burnout’ se ha definido por la sensación de agotamiento, de cinismo y de falta de eficacia en el trabajo que causa en quien lo padece. Ahora nosotros hemos identificado tres perfiles diferentes que nos permiten ajustar en mayor medida los tratamientos que vayamos a desarrollar con cada uno de los individuos afectados», explica Montero-Marín.

El frenético, el ‘sin desafíos’ y el desgastado son los nuevos perfiles que definen qué tipo de ‘burnout’ padece una persona o en qué nivel se haya según la hipótesis longitudinal con la que trabajan los investigadores, ya que también se asocia cada uno con una etapa en la trayectoria de un trabajador.

De este modo, el frenético, que está directamente relacionado con la cantidad de horas que se dedican al trabajo –a mayor cantidad mayor probabilidad de desarrollar este perfil– también es más fácil que lo padezcan aquellos que comienzan su trayectoria laboral por la inestabilidad de su puesto y el mayor grado de implicación.

Mientras, el perfil que corresponde al trabajador ‘sin desafíos’, que en una vida laboral sería el nivel 2, es el más característico de aquel tipo de ocupaciones «monótonas, tediosas o repetitivas como las que se dan entre el personal de administración», afirma el investigador. Por último, el desgastado se asocia a personas que llevan mucho tiempo en el mismo lugar.

El test del quemado

Con tan solo 36 preguntas un trabajador podrá averiguar si padece o no algunos de los tres perfiles de ‘burnout’. El equipo de la Universidad trabaja ahora en desarrollar www.solucionestreslaboral.com, una web que desde este mes de octubre ofrecerá esta herramienta a los trabajadores: «Tras responder a todas las preguntas y a través de unas claves de corrección la persona que haga el test podrá tener un informe de cómo se encuentra», explica el investigador.

Una vez identificado lo que nos sucede, lo mejor es ponerse en manos de un psicólogo clínico con experiencia en este tema para comenzar un tratamiento: «Nuestro equipo investiga ahora abordajes terapéuticos específicos para cada uno de los tres perfiles», matiza Montero-Marín.

Esto es importantísimo, ya que las consecuencias de padecer ‘burnout’ son muy graves: a nivel físico el individuo padecerá cefaleas, dolores musculares, problemas gástricos o de piel, insomnio... A nivel psicológico: ansiedad, obsesión-compulsión, depresión, irritabilidad, ideación paranoide, alcoholismo, adicciones, etcétera.

Además no solamente afecta a la salud del trabajador, sino a la de la empresa, ya que el absentismo laboral que provoca incide negativamente en los costes.

De hecho, y según datos de la Agencia Europea para la Salud y la Seguridad en el Trabajo, en torno a un 55% de las bajas laborales producidas en la Unión Europea están relacionadas con el estrés laboral en general y su coste económico anual asciende a unos 20.000 millones de euros.