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La moda antivacuna reactiva dolencias como el sarampión

El 98% de los padres gaditanos opta por la prevención, pero los pediatras temen que se extienda la cultura contra los fármacos

Cádiz Actualizado: Guardar
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Hablar de sarampión hoy es como hacerlo de la tuberculosis o la rubeola. Desde hace casi tres décadas estas enfermedades apenas dan la cara. El calendario de vacunación las sitúa entre las primeras y la profilaxis ha sido un verdadero éxito, pero cierta corriente amante de la vida natural y orgánica empieza a desmoronar el sistema de prevención y ha propiciado la reaparición de brotes de este tipo.

Conocidos son ya los casos de Sevilla, que ha superado el millar de contagios de sarampión, y Granada, donde fue necesaria la mediación de un juez para obligar a un colectivo de padres a vacunar a sus hijos dado el peligro que suponía para el resto de la población. En toda esta oleada de contagios ha tenido mucho que ver la moda antivacuna que hace furor entre grupos de personas de clase media y alta con formación superior.

En Cádiz parece haber pasado de largo, pero mantiene en alerta a los pediatras. El nivel de protección supera el 98% de la población, con lo que el riesgo de una expansión del sarampión está más que controlado –habría que comenzar a tomar medidas por debajo del 95%–. Desde el pasado abril, cuando comenzaron a proliferar los contagios de esta enfermedad, se detectaron varios casos en Jerez y Chipiona. El número de afectados superó la treintena y parece no ir más allá de eso. Todos han sido de carácter leve a excepción de una paciente adulta que tuvo que ser hospitalizada y aislada durante varios días. Sin embargo, los especialistas insisten en la importancia de la vacunación.

Juan Nieto, epidemiólogo del Distrito Bahía, ya participó en el control y seguimiento de un brote que apareció en 2008 en el Campo de Gibraltar. Entonces el número de afectados fue de unos 130 y en el 72% de los casos no se habían vacunado. «Los más vulnerables son los niños menores de 15 meses a los que aún no les toca por fecha de calendario y los adultos que no cuentan con la protección», resalta. Este tipo de brotes, según explica el doctor Nieto, se extienden por toda Europa desde hace varios años y de momento no han hecho demasiados estragos en España. Uno de los colectivos antivacunas más potente se sitúa en la Alpujarra granadina, «en Cádiz no se ha visto un movimiento excesivamente grande», puntualiza. Sin embargo «la protección de grupo –insiste– es lo que garantiza que el contagio se pueda mantener a raya».

Puede ser mortal

Además recuerda que «el sarampión no es una enfermedad para tomársela a la ligera», se puede complicar con otras patologías y tiene una mortalidad de uno por cada mil afectados, además de otros riesgos que lleva aparejados. La vacuna para su prevención es la triple vírica que protege también contra la rubeola y las paperas. Se pone a partir de los 15 meses y se encuentra en el calendario desde años.

En los centros de salud la preocupación es relativa. «Más nuestra que de los padres», señala Nuria Martínez, pediatra de atención primaria de Sanlúcar. Asegura que la insistencia en la vacunación es grande y recalca que «el que no la solicita es porque no quiere». A través del programa de seguimiento Niño Sano que se lleva a cabo a nivel ambulatorio, los profesionales sanitarios hacen hincapié en la profilaxis en diferentes ámbitos. También en los centros escolares, donde de manera periódica se hacen revisiones de las cartillas de vacunación. Desde que se hizo público el brote de Sevilla se han intensificado estos controles, especialmente en guarderías donde hay niños menores de 15 meses que aún no están vacunados.

Según explica, el contagio en un centro infantil puede correr como la pólvora y afectar incluso a sus padres, que puede que no hayan tenido contacto con el virus. En adultos resulta mucho más intenso y peligroso. La doctora Martínez está en contacto permanente con la red de vigilancia de la Consejería de Salud. Conoce de primera mano los datos y asegura que «no hay ninguna zona en la provincia donde haya un núcleo numeroso de no vacunados».

Por lo general, los padres gaditanos suelen llevar un buen control y si a alguno se le pasa la fecha, no es por rechazo al fármaco, sino por un simple olvido. «Cuando detectamos que falta alguna vacuna en el calendario, se puede aplicar la dosis al pequeño al momento, siempre con el consentimiento de sus padres», recuerda.

También se trabaja con colectivos de inmigrantes, que pueden no tener información sobre el programa de vacunación, su gratuidad y acceso universal. Con el fin de llegar a todos, en la misma línea se trabaja con los grupos en riesgo de exclusión social.