santa santa

Un Jueves Santo imposible por completo

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Se pusieron voluntad, valor, ganas, esfuerzo. Nadie podrá reprochar nada a las cofradías del Jueves Santo, porque todas hicieron lo que debían hacer. Teniendo en cuenta el patrimonio que tienen, su ubicación geográfica, sus cortejos y la climatología que existía en el momento de la salida, todas las hermandades tomaron su decisión, y sería bueno reconocer que lo hicieron en las peores condiciones posibles.

Nadie quiere este tiempo en Semana Santa. Si tiene que llover, que llueva, pero de verdad. De manera torrencial si hace falta, y sobre todo, justo a la hora de salir. Pero tomar una decisión con el sol revoloteando en la campana de San Juan de los Caballeros, mientras que el resto de las cofradías deciden salir, no debe ser plato de buen gusto para nadie. Eso le ocurrió a la junta de gobierno de la hermandad de la Vera-Cruz, que a buen seguro escuchó hasta que empezó a llover los reproches de más de un hermano de la corporación. Pero comenzó a llover...

Y con fuerza además. Con lo que todas las decisiones se complicaron más aún, porque algunas cofradías habían decidido salir a la calle. Jerez se convirtió en un gran puzzle, de nuevo en una ciudad encantada, como dijo el pregonero, jugando con el agua, el viento, las nubes, los llantos. La ciudad encantada recibía el embrujo de las corporaciones que habían decidido salir, pero todas sin excepción tuvieron que regresar.

Tarde por tanto de valentía, de aplomo, de riesgo. Y además, una tarde dividida en dos partes muy diferenciadas. Por un lado, la hermandad de la Redención. Por otro, las demás. Es lo que tiene pertenecer a un día en el que el grueso de las corporaciones salen del centro de la ciudad, y tú llegando del extra radio de la misma. Tú antes que todas. Tú, la cofradía nueva, la reciente, la extraña a veces, marcando el camino de las demás. Y además, con la presión añadida de no poder esperar a nada. Todas las corporaciones tienen la posibilidad de retrasar una hora su salida por inclemencias meteorológicas. Está recogido en la normativa diocesana, que de esta manera favorece a las corporaciones que quieren apurar hasta el último momento su salida procesional. Hay cofradías que renuncian, voluntariamente, a ese privilegio. Son cofradías de negro riguroso en su mayoría, cofradías de corte serio que poco tienen que perder o ganar en una hora.

Pero hay otro corte de cofradía más alegre, más festiva, que suele acogerse a este clavo ardiendo en el que se convierten 60 minutos de demora. Una hora mirando al cielo, rezando para que el milagro ocurra. Todas, salvo la Redención, que por necesidades pastorales del Santuario debe salir a la hora establecida, o media hora más tarde. Ni un minuto más. Así que la cofradía, obediente, decidió salir. Las nubes, altas, amenazaban un cielo azul que en ese momento parecía que podía aguantar, y así lo comunicaba la dirección de cofradía a los hermanos. No había confirmación de que fuera a llover en Jerez, aunque tampoco se descartaba la posibilidad. Así que la cofradía se echó a la calle sin dudas, pero el revés llegó demasiado pronto. Tan solo veinticinco minutos después de salir, la lluvia arreciaba en Jerez, tal y como estaba previsto. Una lástima.

Así que en la jerezana calle Oloroso, la cofradía tuvo que darse media vuelta, y refugiarse de nuevo en el Santuario. Veinticinco minutos después de comenzar a caer las primeras gotas, el paso de misterio descansaba de nuevo en el interior de su sede canónica. Sin mayores daños, sin grandes consecuencias. Una estación de penitencia frustrada, y una demostración más de que las cofradías nuevas vienen con espíritu valiente, ni más ni menos que lo que les corresponde. No se puede pretender jugar a ser lo que uno no es, debieron pensar por la Redención. Y acertaron por tanto siendo fieles a sí mismos, a su propio espíritu.

Las que no salieron

De la misma manera que acertaron las cofradías que decidieron no salir. Otro estilo, otro corte de corporaciones que, además, tomaron una decisión avisados por la primera cofradía de la jornada de lo que podía ocurrirles. Así que la hermandad de la Vera-Cruz se reunió a la hora pactada, y tomó una decisión sorprendente, pero acertada. No esperaban tampoco la hora, ya que los partes anunciaban tormentas dispersas en Jerez para toda la jornada, y renunciaban a acudir a la Santa Iglesia Catedral. Sorprendente porque la Vera-Cruz es una cofradía que ya había salido a la calle en situaciones parecidas, pero acertada porque no les conducía a nada salir a la calle con semejante incertidumbre.

Otra que decidió no salir fue la hermandad del Mayor Dolor, en un comunicado que sin embargo no produjo sorpresa alguna. No está la hermandad del Mayor Dolor concebida para andar por calles mojadas, por cielos nublados. Su cortejo, de avanzada edad en algunos tramos, así como su inmenso patrimonio lo desaconsejan. Y si además la junta de gobierno actual se ha esmerado en recuperar y restaurar el patrimonio de la cofradía, no parece sensato exponerlo a una mojá por mucho que San Dionisio esté cerca de todo. Porque cuando llueve, San Dionisio está igual de lejos de todo que cerca de nada.

Con este panorama, el Jueves Santo quedaba reducido a lo que hicieran dos cofradías, ambas con probadas dosis de valentía en situaciones parecidas. El Jueves Santo quedaba reducido a la Oración en el Huerto y la Lanzada, y las hermandades comunicaron pronto su decisión, puesto que los partes meteorológicos anunciaban que cuanto más entrara la noche, más posibilidades había de que los chubascos alcanzaran a Jerez.

Y dos que sí salieron

Y los alcanzaron. A Jerez, y a las dos cofradías que sí decidieron salir. Cada una por sus motivos. Cada una con sus intenciones. Pero las palabras del hermano mayor de la corporación de la Lanzada al finalizar la estación de penitencia en el Carmen fueron clarísimas. «Pido perdón a todos mis hermanos por una decisión que es errónea». Lo fue porque además, la cofradía no supo qué hacer en un momento puntual. Hay una norma no escrita que dicta que si llueve, todo el mundo se debe quedar en el cortejo, aunque se entienda que se pongan a salvo los enseres de la cofradía. Pero la situación, calificada como caótica por parte del propio hermano mayor, superó a una hermandad que tuvo que dejar el paso de misterio en San Juan de Letrán, para salir el cortejo volando hacia el Carmen. A favor, que las insignias de la cofradía no han sufrido desperfectos. En contra, que la corporación decidió, apenas veinte minutos después, volver al Carmen con el paso, y de nuevo les cayó un aguacero cuando el paso estaba a mitad de camino. Esfuerzo titánico por parte de la cuadrilla, y situación resuelta con un agradecimiento sincero por parte de la junta de gobierno, y la comunicación de que no había nada que lamentar.

Y mejor que así fuera, porque algo similar le ocurrió a la Oración en el Huerto, que apenas veinte minutos después de salir a la calle comenzó a recorrer sus propios pasos para refugiarse en Santo Domingo. También sin incidentes, y con la colaboración, siempre atenta, de la hermandad del Nazareno, que ofreció la posibilidad a la Lanzada y a cuantos lo necesiten de entrar en San Juan de Letrán. Ojalá todos copiaran este estilo impuesto por la hermandad de la Madrugá... Bien nos iría a todos que colaboráramos en situaciones de emergencia, porque será en beneficio de la Semana Mayor jerezana.