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Negocios gaditanos

Al princio de los años 50, una vez que se iba vislumbrando una mejoría en la forma de vida, ya que estaban llegando artículos que durante los años anteriores, con motivo de la posguerra, habían estado racionados. Por ese tiempo llega la figura inconfundible de ditero, sobre todo en los barrios más populares de Cádiz. Era un personaje que cargaba con una cesta de mimbre, donde llevaba una serie de cortes de vestidos, algunas ropas confeccionadas y una serie de ollas, cacerolas, sartenes, cazos, etcétera... y su libro de contabilidad. Visitaba las casas de vecinos y a los patios acudían las vecinas, unas para hacerles algunas compras y otras para pagar. Hablo en femenino porque la gran mayoría de clientes eran de este género.

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Cuántas mujeres han confeccionado su ajuar y comprado sus cacharros de cocina para su boda de estos hombres. El sistema era comprarles poco a poco los artículos que hiciesen falta e ir pagando de la misma forma, poco a poco, como se estipulase, siempre por semana, la parte acordada. Estos diteros solían comprar sus artículos en las tiendas y allí siempre les hacían un descuento. Esto unido a lo poco que les subían formaba su margen comercial.

No exstía ley alguna que pudiese amparar el asegurarse el cobro de estos hombres de posibles clientes morosos, por ello se exponían a tener un buen número de fallidos si les fallaba su llamada vista comercial. No cabe duda de que el trato diario con el cliente de este negociante hacía que los conociera en gran parte.

El trato entre el ditero y el comprador siempre fue muy afable y familiar, llegándose a tratar como familia. No cabe duda de que todo esto llegó más tarde a enseñar a la gente al manejo del actual dinero de plástico, como es hoy la archi manejada tarjeta de crédito.