EN EL MENTIDERO. Juana Saavedra en su hogar de la calle Hércules, número 12 duplicado.
CÁDIZ

En pie «de milagro»

Juana Saavedra reside en el número 12 duplicado de Hércules, una finca con las paredes apuntaladas y llenas de humedades

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Las paredes del hogar de Juana Saavedra Macho parecen estar sujetas por la mediación de las imágenes del Corazón de Jesús y de la Virgen del Carmen que lucen en ellas. «Sólo un milagro explica que estos tabiques apuntalados y llenos de humedades sigan en pie» asegura esta gaditana. La finca, que data de 1863, «nunca ha sido remodelada durante los 34 años que llevo viviendo aquí», confiesa esta mujer de 68 años mientras enseña su casa. Un cuarto sin ventana de escasos cinco metros cuadrados -con un penetrante olor a humedad- que está dividido en dos ambientes y en donde convive con sus dos hijos de 34 y 40 años. El lavabo sin desagüe para «lavarse la cara» con el agua que trae del patio en un cubo. Las cajas de zapatos apiladas y la ropa colgada en perchas sobre las sillas reflejan la calidad de vida que tiene Juana y su familia. «No tenemos agua en la cocina, ni baño para ducharnos, me las tengo que ingeniar para asearme. Mis hijos se duchan en los baños públicos», dice con la mirada perdida.

Juana es una de las últimas vecinas que quedan en este inmueble -sólo hay una familia más-, después que los demás moradores decidiesen marcharse «rendidos ante la difícil situación», asegura. «Yo no pienso irme hasta que me ofrezcan otra casa que pueda pagar con mi pequeña pensión. Estoy separada de mi marido desde hace años, y aquí tengo un contrato antiguo por el que pago sólo 26 euros», aclara.

Cucarachas y ratones

En el cabecero de uno de los camastros hay calichas por doquier. «Duermo con la cabeza a los pies de la cama para que no me caigan los desechos de la pared», afirma con entereza. Juana confiesa no tener miedo porque sus santos escuchan sus plegarias nocturnas y la protegen. En la cocina, bajo la tenue luz de una bombilla con telarañas -tampoco hay ventanas y el lugar se parece a una cueva- Juana prepara sus guisos con la precaución de que «las cucarachas y los ratones no toquen la comida».

Las viviendas de la planta superior permanecen vacías desde hace años, cuando los últimos residentes se fueron en busca de mejor vida. Las apolilladas y desgastadas escaleras crujen a cada paso, y en el patio, una malla metálica evita que los cascotes caigan al suelo.

La presidenta de la asociación de vecinos El Carmen del Mentidero, Blanca Marzán, considera «prioritario» solucionar el problema de la infravivienda en la zona. «No es posible que en el siglo XXI existan personas viviendo en estas condiciones extremas, con las paredes apuntaladas, sin baño y con humedades. Estos vecinos viven con el miedo de que se derrumbe su casa. Además, la humedad puede provocar un cortocircuito en la obsoleta instalación eléctrica», asegura Marzán con preocupación.

jmvillasante@lavozdigital.es